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Los orbes de Wei Wuxian se expandieron.

—¿Lan? ¡Claro, debí haberme dado cuenta por la cinta de tu frente! Estás bastante lejos de casa.

Wangji miró con esperanza al alfa.

—¿Conoces mi secta?

Wei Wuxian torció las labios, rascándose la nuca.

—En realidad no... Mi familia solía servir a los Jiang cuando tenía seis años, así que aprendí algunas cosas, pero nos fuimos de ahí no mucho después, para que mis padres se dedicaran a ser cultivadores errantes, buscando ayudar a quien lo necesitara. Aprendí los apellidos de las cinco grandes sectas, y sus ubicaciones, pero nada más. Hace un tiempo viajamos los tres a Gusu, y tomó un mes ir, y otro volver.

El omega bajó la mirada, asintiendo. Era lo mejor, estar tan lejos de su secta como fuese posible. No podía volver a verlos, al menos durante el tiempo que Wen Ruohan estuviera vivo, porque de hacerlo, los pondría en peligro.

—A-Ning, ¿podrías buscarle ropa seca a Lan Wangji? — Interrumpió la mujer, yendo hasta un anaquel, de donde sacó algunos platos y luego se acercó hasta la chimenea, quitando la olla que ahí colgaba. —Aún estás frío, debes comer algo y cambiarte de ropa. Tú también — miró severamente al alfa, quien pareció recordar de repente que seguía mojado, porque se estremeció de pies a cabeza, y se abrazó a sí mismo.

Wangji miró sus piernas desnudas, sonrojándose ligeramente, al estar casi totalmente desnudo frente a personas que no conocía, pero de nuevo, ¿qué valor podría tener ya su físico?

Agradeció la ropa, que aunque no estaba hecha de seda, era de un algodón muy cómodo y cálido. El alfa, Wei Wuxian salió un momento de la estancia, junto a los betas, permitiéndole un momento a solas para cambiarse, lo cual, a pesar de todo agradeció.

Luego se sentaron a comer, y Wei Ying quiso saber más sobre su vida, sobre su pasado, y él habría estado encantado de compartir un poco de los días en Gusu... de no ser porque hablar durante la comida estaba prohibido.

—¡Aiyah, Lan Zhan! ¿En serio aplicarás las reglas de su secta sobre nosotros?

Wen Qing miró con incredulidad a su amigo. ¿Quién se creía, para llamar de forma tan familiar a un extraño? Sin embargo, notó que las orejas del omega se coloreaban de rosa, así que suspiró casi imperceptiblemente y metió más comida en su boca.

—Hmn —respondió Wangji, ignorando el enorme puchero que se formó en el rostro del alfa, que siguió comiendo, frunciendo el ceño.

...

Cuando el omega bebía su último trago de té, Yuan despertó, sollozando primero, y berreando después, mientras agitaba sus brazos. Entonces el pecho de Wangji se humedeció ligeramente. Era un acto reflejo al que se había acostumbrado hace mucho.

La cría lloraba y la leche brotaba.

Se inclinó una vez más, agradeciendo la comida, antes de acercarse a la cesta y comenzar a desenfundarse.

Wei Wuxian abrió la boca en una O perfecta y miró alarmado a los hermanos Wen, quienes ya comenzaban a levantarse, antes de cubrirse los ojos con ambas manos, y rehusarse a quitarlas, por temor a ver más piel de la que debía. Fue Wen Qing quien terminó arrastrándolo fuera.

...

Arrojando al alfa sin cuidado la mujer cruzó los brazos, negando cuando éste trastabilló, exagerando las cosas (de nuevo).

—¡Aiyah, Wen Qing! ¡¿Por qué me maltratas de esa forma?! — La repasó con la mirada, sobando su hombro.

—¡Wei Wuxian, déjate de tonterías! Escúchame con atención.

The dark red roses - Xianwang.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora