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—¿Por dónde fue? Me gustaría hablar con él.

La beta señaló un punto en la lejanía, por entre los árboles. Wangji cambió su agarre sobre el cachorro a solo un brazo y marchó hacia el punto señalado, sosteniendo su túnica prestada para liberar sus pies, pudiendo desplazarse con más facilidad sobre la hierba alta.

Mientras caminaba, podía ver cómo su avance asustaba a los saltamontes, que rápidamente brincaban, huyendo de la amenaza. El cachorro en sus brazos miraba también las pequeñas criaturas, curioso, y las señalaba. Definitivamente el campo tendría que ser muy diferente a su habitación en Ciudad sin noche, aunque cuando creciera poco recordaría de esas cuatro paredes. Eso aliviaba al omega. Su hijo no recordaría nada malo, solo verdes colinas, coloridas flores, un cielo azul, dos hermanos amables... y una sonrisa traviesa.

Sin quererlo, Wangji suspiró mientras atravesaba la fila de árboles frondosos.

*

Wei Wuxian sacaba filo a su hacha con expresión distraída.

—Wen Ning, ¿aún tenemos algo de pescado? Me gustaría ir rápido al pueblo. Quiero comprarle ropa a Lan Zhan, porque no puede ir por la vida con esas túnicas prestadas. ¿Habrá cosas para bebés? Debe de, ¿no es así?

El menor de los Wen observaba divertido a su amigo hablar mayormente solo, mientras juntaba la madera que sería usada en el refugio del omega.

—Wei Ying.

El alfa saltó, balanceando peligrosamente el hacha frente a su rostro.

—¡Mi Dios! ¡Lan Zhan, anuncia tu presencia! ¡Tose, carraspea o algo!

El hombre beta se cubrió los labios con la diestra y se viró, para que el alfa no le viera reírse. El omega dejó que las comisuras de sus labios se alzaran, e incluso el pequeño Yuan agitó los puños al aire, risueño.

—Me disculpo — Wangji se inclinó, en una sombra de lo que sería una reverencia formal.

—¡Aiyah, Lan Zhan! No seas tan formal conmigo, no es necesario.

Algo pareció llamar la atención de Wen Ning en el horizonte, y como si no quisiera, se retiró, despacio.

Entonces Wei Wuxian y Lan Wangji se quedaron solos.

El omega se invitó solo al tronco caído donde el alfa se sentaba, y le pareció tierno que éste corrigiera su postura, enderezándose y haciéndolo ver más alto. Se preguntó internamente si lo hacía adrede, o por instinto. Su hermano, Xichen, solía hacer pequeños gestos como esos, y al cuestionarle sobre el asunto, siempre argumentaba que no se daba cuenta de cuándo los hacía.

—¿Y... estás cómodo, Lan Zhan? ¿Te gustó la cuna? — Wei Ying jugó con sus dedos, paseando la lengua sobre su labio inferior, nervioso por la proximidad.

—Yo... — Arrugó el ceño. ¿Lo estaba? Podía decir que sí.

Se encontraba muy lejos de Ciudad sin noche, de Qishan... de Wen Ruohan. Tenía a Yuan junto a él. Tenía un techo, comida y compañía agradable. Y tenía a Wei Ying ahora. Abrió la boca para responder, pero el alfa sorprendió a Wangji, al darse con la palma de su mano en la frente, mientras transformaba su expresión nerviosa y gentil, por una irritada.

—¡Soy un estúpido! ¡Soy una terrible persona! — El menor se sintió confundido, no podía imaginar cómo Wei Wuxian sería una mala persona. —Debí preguntarte primero, Lan Zhan. ¿Qué tal si deseabas seguir tu camino? No deseo que te sientas atado aquí, por ninguna razón. Si deseas irte, nadie te detendrá. No te sientas obligado, por la cuna, por-

The dark red roses - Xianwang.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora