Bajo el sol

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Quackity iba en una Jeep junto a Roier, Aldo, Rivers y un amigo de ellos que recién conocía, Osvaldo mejor conocido como "Mariana". Aún desconocía el porque le llamaban así aunque realmente no indagaría mucho en eso.
Junto al menor Wilbur dormitaba recargado en su hombro, había vuelto por fin y ahora no se despegaba de él. Era como un pequeño polluelo que se aferra a lo primero que vio al nacer.

La arena hizo presencia siendo iluminada por el sol, brillando como si alguien hubiera esparcido grandes cantidades de purpurina.
Más adelante Luzu estaba recargado en su motocicleta con el pecho descubierto y un short negro que le hacía ver la piel más blanca que de costumbre, era la primera vez que lo veía así y no podía creer lo jodidamente sexy que era.

La Jeep se detuvo y Quackity removió el hombro de Wilbur que se levantó algo aturdido.

-¿Qué pasó?- murmuró acomodandose los lentes sobre el puente de la naríz.- ¿Ese es Luzu? parece un criminal.

-Se respetuoso.- gruñó al escuchar aquel comentario.

Wilbur rodó los ojos bajando detrás de Quackity, que se colocó el sombrero de playa que había llevado para la ocasión. Llevaba un traje de baño azul y un short que le cubría la parte inferior, sintió los ojos de Luzu recorrerlo para dejar paso a las mejillas sonrojadas de este.

No lo hagas tan evidente, Luzu.

-Hola Luzuu.- sonrió ampliamente mientras se acercaba y le golpeaba el hombro.

-Hola Quacks y eh...- los rubíes se detuvieron en el alto castaño detrás de él.

-Wilbur.

-Un gusto Wilbur.- le sonrió amablemente, aunque no recibió una respuesta por parte de el contrario.- Quacks, ¿puedes acompañarme por bebidas?

El menor asintió.- Ve a instalarte con los chicos, ahora vuelvo.- le palmeó el pecho y sonrió dando media vuelta, dejando al castaño con un gesto de disgusto.

Luzu en cambio ignoró aquel incómodo momento, centrandose en lo precioso que se veía el menor bajo la luz del sol. Notó que en la piel pálida del chico se pintaban pequeños lunares al igual que pecas borrosas.
Tragó pesadamente, quería tocarlo y besar cada uno de sus lunares.

-¿Qué vas a pedir?- los azabaches se cruzaron con los suyos atrapandolo.

Se quedó sin habla.

¿Por qué era tan jodidamente lindo?

-Limonada.- atinó a decir una vez que sus mejillas se sintieron calientes.- ¿Qué quieres tú? yo invito.

-Que caballero.- dijo burlón.

-Lo que sea para alguien tan lindo como tú.- le guiñó el ojo con una sonrisa coqueta.

Una satisfacción inundó su pecho al notar el sonrojo leve en las mejillas de Quackity.

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Maldito Cliché | Luckity Donde viven las historias. Descúbrelo ahora