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Los labios le ardían, sus manos se enredaban con fiereza en esas hebras rosas y de vez en cuando daban un ligero tirón para calmar las ansias de la noble princesa que parecía querer arrancarle la piel entre los besos fogoso que parecían no tener fin.

Sus lenguas se enredaron y Kunigami se robó aquel dulce gemido que salió de esa tierna garganta cuando su mano bajo de su cintura hasta su trasero para acariciarlo con firmeza.

Chigiri empujó sus caderas hacia adelante y el héroe soltó un gruñido que dibujo una sonrisa de satisfacción en aquel ser de bella apariencia. Estaba perdiendo la cordura y no tenía idea de como ponerle un alto a todas esas pecaminosas intenciones, aunque para ser sinceros, no estaba seguro si quería detenerse en ese momento.

Había estado anhelando ese momento desde hace mucho tiempo. Profanar aquel bien esculpido cuerpo y descubrir gestos que la princesa le ocultaba, quería tirar esa linda fachada y encontrar el placer dibujado en esos ojos magenta. Probar y saborear esos labios, morder y marcar esa piel de porcelana, jalar esas hebras para mantener el mando en todo el momento.

Oh joder, le deseaba tanto.

—Rensuke— jadeo la princesa erizado la piel del héroe quien al escuchar ese dulce sonido sintió que perdía la cordura.

Que magnífico canto y su verga se retorcía de placer sólo por haberlo escuchado.

Chigiri volvió a mover sus caderas, esta vez con mayor fuerza sintiendo como la virilidad del pelinaranja se restragaba con cinismo en su trasero queriendo abrirse paso para enterrarse de una maldita vez.

Sentir el aliento del mayor sobre su cuello lo hizo soltar un gemido que llenó los oídos del dueño de todo su placer.

¿Cómo habían llegado hasta ese punto?

Los vestidores estaban vacíos y sólo se podía escuchar el sonido de aquellos besos indecentes que amenazaban con seguir subiendo de nivel. Chigiri estaba sentado sobre el regazo de Rensuke y sus manos se dedicaban a acariciar esa ancha espalda en busca de tentarlo, de lograr que perdiera todo autocontrol y se enterrara tan profundo que doliese. Lo quería, tan profundo, tan duro, que demostrará las cualidades que sólo un héroe podía resguardar.

—Rensuke— volvió a gemir y tomó una de las manos que lo sostenían para llevarla directo a su pene que suplicaba por atención —Por favor...— pidió y Kunigami sintió que casi se venía con aquella petición.

Volvió a gruñir y sin aguantarse un momento más se levantó con Hyoma entre sus brazos mientras las piernas contrarias se enredaban en su cintura y se friccionaba en busca de más, de sentir como se prominente ereccion se restregaba contra la suya en un vaivén que estaba lejos de terminar.

El sonido estridente de los casilleros se dejó escuchar cuando el cuerpo del pelirrosa chocó contra los mismos de una manera brusca provocando que jadeara en el oído de Kunigami quien ya no aguantó más y en un movimiento tan primitivo terminó de arrancar las últimas prendas de la princesa para dejarlo caer sobre su palpitante pene.

Chigiri ahogó un grito y sus uñas se enterraron en la espalda del mayor por la repentina intromisión, pequeñas lágrimas salieron de sus ojos y su respiración se volvió errática. Sin embargo, para Rensuke su deseo parecía crecer cada vez más, pues al estar ahí, enterrado entre esas cálidas paredes sólo descubría la ambición de querer más.

Presa de su lujuria mordió el hombro del pelirrosa conteniendo sus incesantes ganas de empezar arremeter contra ese interior que lo apretaba tanto que parecía que iba a partirlo en dos. La princesa se aferró aún más a su cuello y demandó un beso que parecía ser que escondía sus intenciones de devorarlo.

Fue en ese momento que Kunigami no soportó estar más tiempo quieto y ejerció la primera embestida, fuerte y profunda, tan certera que Hyoma gimio contra los labios de su amante.

—Ren...— pronunció con aguda voz tratando de hilar cualquier pensamiento y provocando al héroe a querer continuar sin medir cada una de sus acciones —Más...— suplicó y su interior respondió temblando para darle credibilidad a sus palabras —Más...

El héroe volvió a embestir y el sonido de los casilleros y su piel chocando daban evidencia de lo obscena que estaba siendo la escena. Kunigami pasó su lengua por los pezones del pelirrosa disfrutando de cada perla de sudor que empezaba a decorar a tan perfecta anatomía. Sus manos se enredaron en las hebras de la princesa y jalaron hacia atrás para abrirle camino a su cuello que lamio sin ningún tipo de pudor.

Jadeos, gruñidos y gemidos, cada sonido anunciando la próxima melodía de un ansiado climax.

—Di mi nombre...— ordenó en grave voz el pelinaranja y en respuesta Hyoma sonrió con las mejillas sonrosadas, en un gesto tan pecaminoso y lujurioso que pondría a todos los hombres a sus pies.

—Ren...

》👑《

Y despertó, con toda la frente empapada en sudor y un terrible dolor en la entrepierna, se quito las cobijas de encima y descubrió lo que temía, estaba duro. Miró a su izquierda y se encontró a Chigiri, al protagonista de su sueño y al dueño del desastre que tenía en los pantalones totalmente dormido e indiferente hacia su persona.

Dios... ¿Cómo se atrevía a pensar en él de esa forma?

Trató de calmar a su vigoroso pene sin salir de la habitación y tratando de pensar en otras cosas, cosas como el fútbol, no obstante, tener el rostro durmiendo y ajeno de quien tiene todas sus fantasías no parecía querer facilitarle el asunto.

¿Qué era? ¿Un maldito puberto para volver a tener sueños húmedos?

Con frustración se levantó de su futon y se dirigió al baño para darle alivio aquella presión que parecía no dejarlo en paz.

Oh, Kunigami... si tan sólo supieras que es el comienzo de tus sueños.

SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora