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No podía detenerse, el ritmo de su mano marcaba una velocidad lenta y tortuosa, mientras sus libidosos pensamientos lo torturaban sin parar.

Debía verse como un estúpido, porque justo en ese momento estaba encerrado en un maldito cubículo del baño saciando sus necesidades como si fuera un maldito puberto que apenas inicia la adolescencia.

El deseo por poseer a la princesa era una sensación embriagadora que no lo dejaba en paz. Pues estaba tan seguro que lo quería y no de una forma amistosa, iba más allá de su comprensión, pero simplemente no podía decir absolutamente nada por miedo a perder ese vínculo con la única persona que había comprendido en su totalidad todos sus sueños y ambiciones.

Jadeo y siguió acariciando toda virilidad ejerciendo presión justo en la base. Estaba perdiendo la cabeza, porque cada vez le costaba más trabajo el poder mirar esas bellas magenta al día siguiente y... ¿Cómo hacerlo si durante las noches sus más oscuras fantasías lo atacaban sin cesar?

Maldita sea...

No había remedio, los sueños continuaban y su entrepierna ya pedía piedad o en su defecto cumplir alguna de todas esas sucias intenciones para poder ponerle fin a toda esa perversidad.

—Hyoma...— el líquido preseminal humedecio el grande y su cuerpo se estremeció al sentirse cada vez más cerca de su ansiada liberación.

¿Cómo sería tenerlo? Su pene vibra de tan sólo pensarlo y se mordió el labio para silenciar un gemido que iba dedicado a quien era ajeno a toda la situación.

Cerró los ojos y su pecaminosa mente dibujó la silueta perfecta de quien estaba evocando entre jadeos y susurros.

Ahí de rodillas podía observar aquellas hebras rosadas caer con delicadeza y armonía sobre sus hombros desnudos, sus ojos magenta lo observaron con atención y cuando esbozó esa sonrisa que pondría a todo un ejército de rodillas, Kunigami sintió que se iba a correr.

La preciosa figura de Chigiri avanzó unos cuantos pasos y recargo su rostro en una de sus piernas tentando con sus manos todo el terreno.

—Hyoma...— jadeo— No... levántate — pidió casi como si fuera una súplica.

No estaba bien, ya no lo estaba. Alguien podría entrar al baño y ser testigo de aquella acción carente de orden alguno, sin embargo, a la princesa no le importó y con su lengua recorrió toda la longitud del héroe quien sólo atino a cerrar los ojos y apretar con fuerza en un intento de no derramar su semilla en esa boquita que empezaba a ser el objeto de todos sus deseos.

—¿Quieres que me levante?— la voz seductora de Chigiri sólo sirvió para provocar aún más a Rensuke quien soltó un gruñido y apretó la mandíbula para no dejar salir otro sonido —Yo creo que no— aseguró y volvió a pasar toda su lengua hasta que finalmente llegó al grande y lo metió por completo tomando por sorpresa al pelinaranja.

—Arg...—

Definitivamente iba le iban a explotar las pelotas de lo mucho que se estaba conteniendo.

—¿Disfrutas fantasear conmigo... Rensuke?— Hyoma soltó una risa mientras preguntaba con ese tono airoso que amenazaba con arrebatarle la cordura al más alto —¿Tanto me deseas que pronuncias mi nombre de esa forma?

—N...no— dijo con dificultad.

El corazón le latía con fuerza y sentía que en cualquier momento se le iba a salir del pecho si no es que antes le daba un puto infarto. Era mucho para él y no tenía idea de como frenarlo.

—¿No? — repitió mientras sus manos empezaban a marcar el ritmo masturbando a Kunigami —Mentir no es propio de un héroe — susurró —Eres mío, en mente y cuerpo— dictaminó y se metió toda esa virilidad en la boca para empezar con un ritmo constante, su lengua se enredaba en toda la longitud y la calidez de esa cavidad hacia desvariar al pelinaranja.

Se aferró a una de las puertas del baño mientras dejaba salir todos aquellos sonidos que daban prueba del placer inimaginable por el que estaba pasando.

—Dios...— elevó una plegaria y Chigiri se separó para tomar las manos ajenas y llevarlas a su cabeza, justo a esas hebras que eran lo que más deseaba sostener y a las cuales aferrarse.

—Aquí — pidió —Por favor, sé totalmente descuidado—

Mierda, mierda, mierda, mierda...

El rubor en sus mejillas se extendió cuando el dulce aroma de su cabello inundó sus fosas nasales y fue en ese momento que la princesa no siguió perdiendo el tiempo y continuó con su labor.

Rensuke se aferró con fuerza a sus hilos rosados y no pudo contenerse más empezando a embestir contra esa boca que estaba haciendo maravillas con él.

La vista era un jodido espectáculo, Chigiri con su pene en la boca haciéndole una felacion, mientras esas iris magenta se llenaban de lágrimas por la profundidad y brusco que estaba siendo.

—Hyoma— continuó diciendo como si fuera una oración y como si de aquel nombre dependiera cada gramo de racionalidad.

Mierda...

Continuó hasta que llegó el clima y el orgasmo lo azotó de tal forma que tuvo que sostenerse de las paredes para mantenerse en pie, su respiración era entrecortada y su pecho se movía con cierta agitación.

Abrió los ojos y la imagen de Chigiri había desaparecido, sólo estaba él, su soledad y sus malditos pensamientos lujuriosos.

Tomó una toalla de papel y se limpió la mano.

Maldita sea, debía encontrar una forma para detener el avance de todo eso, porque ahora hasta despierto soñaba y de verdad no quería arruinar lo que tenía con su único amigo dentro de las instalaciones.

No quería, pero...

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