Prólogo: Moras y Manzanilla

250 21 0
                                    

Debió haberlo previsto, pero era tan idiota durante los últimos meses, que su omega solo se la paso saltando de un lugar a otro desde que fue sacado de esa prisión de mala muerte en Oxenfurt, por un alfa de brillante cabellera blanca y rostro serio el cual no le ofreció ni una miseria disculpa por abandonarlo en medio de una montaña.

Pero Geralt lo volvía idiota.

Debió darse cuenta justo después de conocer a la niña de la sorpresa, -cuyo primer encuentro no fue agradable- al sentir ese ligero calambre en su vientre, después de ver al lobo blanco consolando a la niña en medio de un mar de extremidades mutiladas y monstruos decapitados, junto a una hechicera que parecía incluso pertenecer ahí más que él. Pero dejo pasar esa incomodidad pasajera de su vientre y el dolor en sus músculos por los recientes acontecimientos y siguió fingiendo ser el alegré e impertinente beta que era desde hace más de diez años.

Otra señal, fue el dolor en sus glándulas cuando se vistió esa misma madrugada para irse de la fortaleza, había notado cierta incomodidad en sus pezones también pero no le tomo importancia. Un trago a su preciado brebaje de hierbas hecho por los elfos a los que habia estado ayudando hace meses para retrasar su calor y hacerlo casi desaparece fue suficiente para que esos síntomas se fueran.

Los síntomas se fueron, pero no el dolor sordo en su pecho, miro una última vez la habitación donde había decidido resguardarse después de la batalla y de las miradas malhumoradas de todos los brujos hacia él.

Era claro que no pertenecía ahí.

Ni siquiera, después de diez años acompañando al brujo en el camino, se había ganado el derecho de visitar ese mítico lugar entre montañas nevadas. Y todo dolió más cuando el nombre de Triss Merigold una hechicera que conocio Gerald hace unos cuantos años tuvo lo suficiente para considerarse una invitada. Pero él no.

Sonrió triste en medio de colocarse las botas. Antes Geralt dijo que lo quería fuera de su vida.

Ahora entendía que nunca había estado en ella para empezar.

Podía enumerar más detalles de todo lo que estaba mal con su sola presencia en el lugar pero estaba cansado, Geralt recurrió a él solo por Yennefer.

Nada más que eso.

Sintió a su omega lloriquear en el fondo de su pecho pero lo ignoro; cómo lo había estado haciendo hace muchos meses.

...

Se dejó caer exhausto sobre la cama de la posada donde se encontraba.

La noche había sido buena, y consiguió las monedas suficientes para comprar un par de cuerdas nuevas para el nuevo laúd que había adquirido. Tenía un buen suministro para pasar un par de días en esa posada y luego seguir al pueblo siguiente, había estado evitando deliberadamente los pueblos más cercanos a las ciudades ya que sabía que la búsqueda de la princesa Cirila de cintra, o de alguien quien supiera sobre ella y el gran lobo blanco se había vuelto más activa durante las últimas semanas y no quería volver a repetir ese incidente con el manipulador de fuego. Habían pasado tres semanas desde que abandonó la fortaleza, aún no había tenido el valor suficiente para alejarse a otros pueblos que no fueran los de las laderas de las montañas azules, sabía que el invierno estaba en su punto más alto por lo tanto le permitía escabullirse bien entre los comerciantes.

Sin embargo aún estaban los molestos sintomas persistentes que no lo habían dejado. Al contrario solo aumentaron.

Estaba acostumbrado a la incomodidad, no por nada había decidido ser un bardo, pero aquello rayaba en enfermedad. Había una molestia en su estómago una punzada constante que lo obligaba a guardar silencio e intentar no inclinarse sobre si mismo cada vez que sucedía, no le tomo real importancia al principio, sin embargo también noto para su desgracia como su aroma comenzaba a filtrarse porque los paños de seda empapados en un líquido inhibidor que envolvía alrededor de su cuello ya no estaban surtiendo el mismo efecto de antes.

No se hubiera dado cuenta de aquello, de no ser por la pregunta de un hombre mayor a la camarera que estaba frente a el sirviendo una jarra de cerveza diciendo "si es que había un trozo de ese pastel de moras que olía tan bien"

Jaskier realmente sintió que su alma salia de su cuerpo, luego de ese incidente se aseguró de empapar dos veces los paños antes de salir en público y de tomar una dosis mas fuerte de su remedio cada cinco horas. En la situación actual no podía darse el lujo de ser reconocido como un Omega no marcado, y mucho menos uno que había viajado con Geralt de Rivia.

Se acurrucó en las mantas , envolviendose cuidadosamente con las más suaves y se dejó ir en un sueño profundo.

...
Despertó no mucho después con el dobladillo de su camiseta pegado a su piel por el sudor.

El dolor de estómago había vuelto y fue demasiado para sus sentidos sensibles, se inclino fuera de la cama vaciando su estómago en el piso de madera. La poca comida que había logrado ingerir esa noche era ahora una especie de papilla mal oliente.

Bien, era hora de ser razonables, aún le dolía el estómago pero se dio cuenta de que en realidad el dolor venía de más abajo, justo arriba de su pelvis, su mano viajo instintivamente a ese lugar y presiono ligeramente sacando un siseo de dolor de su garganta.

No podía evitar más lo obvio. Su cuerpo comenzaba a rechazar el brebaje para el celo, y ante los síntomas estaba delante de un celo que probablemente llegue en un par de días más, con suerte podía conseguir una cabaña abandonada en el bosque y construir un nido ahí...
Por su mente paso en volver a Kaer Morhen, pero el pensamiento se fue tan rápido como llego, no encajaba ahí, un bardo Omega que lloriqueaba por atención en medio de lobos que gruñían a sus espaldas y lo despreciaban.

Preferiría evitar todo eso gracias.

Agradecía a Melitele que los bosques estaban por ahora libres de monstruos horribles gracias al invierno y a los brujos que pasaban por aquí cada año.
Ese pensamiento trajo de vuelta el par de ojos dorados como el sol y el aroma a acero y bosque, que ocasionó una nueva oleada de dolor en su vientre.

Claro Geralt tenía que ser.

Se burlo de si mismo mientras se levantó de la cama para limpiar el desastre en el piso y cambiar su camisa por algo más cómodo y menos aspero.
¿Porque tenía que ser un Omega para empezar?
No había nada bueno en ello, o al menos no en este tiempo y no con su estilo de vida, los omegas eran utilizados de todas las maneras menos amables posibles. La más común era como moneda de cambio, tenían un valor para producir herederos fuertes, pero no el suficiente como para ser tratados más allá que agujeros para criar y vientres para llenar de cachorros.

Y él creciendo en la nobleza, no tenía elección más que una vida al lado de algún conde estirado que con suerte lo dejaría recorrer los pasillos de su vivienda antes de llenarlo de crías que tendría que cuidar.

Sin embargo ese era el destino de Julián, no el de Jaskier.

Miro el nuevo laud colocado suavemente en una pequeña mesita en el rincón y no pudo evitar extrañar su antiguo laud, recordaba la hermosa hechura de los elfos, el olor suave a magia y hierbas sagradas que había viajado con el durante años llevando canciones del gran lobo blanco y de sus hazañas, ahora no quedaba nada de aquello, ni del laud ni de geralt.

Pequeño detalle, suspiro cuando algo se retorció en su estómago, se dio cuenta de que si pensaba de más en el Alfa, su Omega lo haría sentir peor de lo que ya lo hacía. Así que dejo eso del lado y se concentro en limpiar su desastre.

Heat  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora