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SI ALGUIEN le dijera que su nueva vida en Seattle iba a estar llena de horrores, desamores y tragedias, quizá no hubiera aceptado la oferta.
Con una salud mental ya preocupante y su inusual cebo para las desgracias, el Hospital Seattle Grace podría ser un lugar que sólo le traería más daño y peligro del que jamás hubiera deseado.
Sin embargo, si ese mismo alguien le dijera que su vida en Seattle también consistiría en estrechos lazos y fuertes amistades, en donde conocería a las personas que le importaban y que también se preocupaban por ella, reconsideraría su decisión.
Pero si el mundo pudiera presentarle un breve tráiler de sus próximos años en Seattle, con todos los contratiempos y traumas junto con las relaciones sólidas, la oferta que aceptara valdría la pena, porque lo habría conocido a él.
Él fue la única persona que estuvo a su lado incluso cuando su vida se hundía en el océano; él fue quien la sacó de nuevo a la orilla.
Él fue quien le hizo sentir que, después de todo, el mundo no estaba tan mal; él fue quien la salvó de sí misma.
Él era la persona que la conocía mejor que nadie, igual que ella lo conocía a él.
Él era el mayor amor de su vida, y ella era el suyo.
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DESPUÉS DE UN LARGO DÍA de pacientes inusuales, chamanes, operaciones de ascensor, problemas con mamás y desastres en las relaciones, los cinco internos estaban agotados. Alex se había ido a casa mientras los otros cuatro salían del hospital, camino del bar de Joe.
—"Hola, lo siento, eh..."— Una joven de pelo negro se acercó a los cuatro. —"¿Saben dónde puedo encontrar al Jefe de Cirugía?", —preguntó.
—"¿Dr. Webber?
—"Sí, me dijeron que lo buscará esta tarde antes de empezar mis prácticas mañana".
—"¿Eres la nueva interna?" —preguntó George, a lo que la morena respondió con un movimiento de cabeza.— "Ah, bueno", —le tendió una mano. —"Soy George O'Malley. Compartimos residente, la doctora Bailey... pero la mayoría la llama la nazi", añadió la última parte con un susurro.
La morena le estrechó la mano e intercambió breves presentaciones con Meredith, Cristina e Izzie. Después de recibir indicaciones de George para llegar al despacho del jefe de Cirugía, así como los deseos de buena suerte de los cuatro, atravesó la entrada del hospital y el aire fresco le golpeó las mejillas.
El vestíbulo estaba tranquilo, teniendo en cuenta la hora del día. Todavía había cirujanos y enfermeras corriendo de un ala a otra.
Ya era bastante incómodo ser un interno, en su primer día, en un hospital nuevo. ¿Pero ser uno que se incorpora al programa meses después de empezar? Eso era como el estudiante transferido en la escuela por el que todo el mundo solía interesarse más; un animal de zoológico, incluso.
Diablos, ella era la interna transferida.
Respiró hondo y llamó a la puerta del despacho.
—"Adelante".
Norah Lawrence, tu turno.
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Lo prometiste | Mark Sloan ✓
Rastgele"No voy a ninguna parte, porque tú eres la elegida". Ella era la caída que él siempre había deseado. Él era el calor que ella nunca supo que necesitaba. Fueron amor a primera vista del que ninguno se dio cuenta... Cálido y difuso. Amistad y romance...