ℙ ℝ 𝔼 𝕊 𝔸

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Viernes. Para muchos, el último día laboral de la semana, para otros, realmente nada porque su descanso era el domingo o un día al azar, pero en el caso de los hermanos Railef, el viernes indicaba el final de su primera semana escolar después de algunos años.

          Tras despedirse de sus amigos, Alan caminó al lado de su hermano hacia la puerta principal. Sujetando con fuerza las correas de su mochila, mantenía la mirada en el suelo, su cuerpo estaba tan tenso que lo hacía parecer un robot.

          —¡Nuevo Railef! —Carlos tomó al moreno de uno de sus hombros, agitándolo—. Se me había olvidado decirte que me pasaras tu número paaara hacer un grupo de los tres más guapos del Moctezuma.

          —¿Yo soy uno de esos tres? —preguntó Alexander con una sonrisa.

          —De la secu no, pero de la prepa eres el number one.

          El rubio rio.

          —Como debe de ser.

          —Claro que sí —dijo Carlos entregándole su celular al moreno—. Aquí sólo hablamos con la verdad.

          Alan tomó el celular de su amigo y agregó su número, en el contacto se aseguró de escribir su nombre agregándole el emoji de una flor al final: Alan🌷.

          —Ten —Alan entregó el celular —. Gracias.

          —Nah, ¿"gracias" por qué? ¡Te veo el lunes...! —Carlos sacudió al moreno de uno de sus brazos, luego vio a ambos hermanos y corrigió sus palabras—. ¡Los veo el lunes, Railefs!

          Agitando su mano Carlos caminó en reversa hasta chocar con Sol, ella lo acomodó y ambos se despidieron de los hermanos antes de dar media vuelta y seguir su camino.

          —Tienes amigos bien raros —Alexander soltó una risita.

          Alan lo miró frunciendo el ceño y se adelantó.

          —¡Hey! —el mayor reía—. ¡No te enojes, rojitooo!

          Alexander se apresuró en seguir a su hermano.


—La verdad, esta primera semana estuvo muy light —Alexander le dio una mordida a su dulce de leche—. Yo pensaba que en la Moctezuma iban a ser mamones porque la mayoría son chavos de la ciudad, pero no, hay un buen de gente chida. ¿O tú qué crees? ¿Qué te pareció la escuela?

          Alexander le extendió el dulce a su hermano, Alan lo tomó y le dio una mordida regresándoselo haciendo una seña con el pulgar arriba.

          —Yo creo que estuvo... bien —de repente, el terrible recuerdo de Valente vino a su mente—, aunque pudo ser mejor.

          —¿Te hicieron algo?

          —¡No! ¡No, no, no! —Alan soltó una risita nerviosa—. Es que me-me hubiera gustado haber... haber encajado un poco más.

          Alexander, a punto de darle otra mordida a su dulce, se detuvo mirando a su hermano con compasión.

          —¿Cómo?

          —Ya-Ya sabes, como hablar, tener confianza..., tal vez tener unos ojos normales —Alan rio nervioso una vez más—. Cosas-Cosas así.

          El rubio dejó de caminar y Alan, unos cuantos pasos más adelante, se dio la media vuelta algo confundido. 

          —"Demasiado —habló su hermano—. Noveno, adverbio indefinido. Con una intensidad que excede el límite conveniente o aceptable".

You Are My Soul: άλφαDonde viven las historias. Descúbrelo ahora