"Cuando el viento cese" (Kaze To Ki No Uta Fanfic)

«Penitencia»

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Tras una larga racha de desbordantes y casi inagotables lágrimas, el joven estudiante de honor llevó su paso hacia su oficina de trabajo. No olvidó erguir su posición una vez logró levantarse, así como caminar en un paso triunfal disimulando lo mucho que había llorado. Por lo menos, hasta que la puerta de su añorada oficina estuviese cerrada.

Una vez dentro de su zona de reconforte, dejó caer su cuaderno sobre la mesa de estudio y desató su corbata sin pena alguna. Avanzó paseándose por la habitación, dejando salir una pequeña risita a la vez que retiraba su chaleco. Volvió sus pasos hacia el escritorio, buscaba algo.

Tomó con ansias la botella de licor que aún conservaba dentro del cajón oculto en su buró. El pequeño "Pop" de la botella destapada parecía tranquilizarlo mínimamente.
Fue entonces que llevó la boquilla del recipiente hacia sus labios, empinando el contenido de un sólo trago. Poco a poco, y con más desesperación. La sensación del líquido quemaba en su garganta, sintiendo una opresión en el pecho por cada gota que bebía.
Sin embargo, no podía detenerse.

Retiró la botella apenas pudo reducir el contenido a tres cuartos de lo que había sido. Golpeó la superficie de su escritorio, dejando que la botella descansara allí mientras era dominado por todo tipo de sensaciones...

Fue hasta entonces que, de un momento a otro, simplemente se desplomó.

Tal y como lo había hecho el día que las noticias de desaparición se hicieron conocidas, había quedado totalmente inmóvil, a merced del suelo bajo sus pies.

Su cuerpo parecía a punto de quebrarse. De no ser por el peso de su propia carne y huesos, seguro podría haber creído que se hallaba reducido a polvo o cenizas. Cayó al suelo apenas con un leve aliento; su vista se hizo borrosa, mientras que en sus oídos sólo existía un molesto zumbido. Se encontraba incapaz de escuchar los sonidos a su alrededor. Para él, sólo había silencio.

El "tic tac" del molesto reloj de pared, no existía; el sonido de las pequeñas gotas de lluvia golpeando en los cristales de la ventana, no existían; el viento, apenas audible, girando y recorriendo sin rumbo alguno, no existía.

Había sido consumido por un universo imaginario inundado en un silencio ensordecedor. El frío envolvió su rostro, así como sus manos. No había nada a su alrededor, lo cual le hizo saber que se trataba sólo de la presencia de él y su agonía.

Se dejó vencer por el cansancio, cediendo ante el peso de sus párpados y dejándolos caer.
Pudo sentir como su cuerpo pareciera ser empujado hacia la profundidad del abismo. Entre sus sueños pudo divisar un gigantesco risco, escarbado entre el deber y el arrepentimiento.

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El sonido de una risa familiar, en medio de el frío que le había dejado consumido una vez más, pudo percibir su latir cada vez más débil y su pecho alterado por la desesperación de querer escapar.
La sensación de dolencia en su carne, luego de sentirse atacado por la profunda punzada de una cuchilla a través de su abdomen.
Luego, las miradas acusadoras de cada uno de las personas que llegó a conocer,vivas o muertas, presentes o lejanas; todas y cada una de ellas, le señalaban con el dedo, cargando entre sus labios las 3 sílabas que más odiaba pensar en aquellos momentos:

Pecador...

Dicha palabra se repetía una y otra vez entre un eco infinito, a la par que era envuelto entre una espesa neblina de oscuridad. Las voces empezaban a distorsionarse, en un tono agresivo y  casi demoníaco; largas cadenas oxidadas ataban sus extremidades en un sucio calabozo sin puertas ni ventanas. Nuevamente, las descripciones "Injusto" e "Impuro" se hallaban talladas en la pared de ladrillos como un recordatorio de su maldad.