VII

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Aidan se quitó los pantalones a tirones y se metió de nuevo a la ducha poniendo el agua lo más fría que daba el mando de la ducha. Si por él hubiera sido la hubiera follado allí mismo pero se merecía un buen castigo y no iba a ser él quien se dejara llevar por su polla.

Bajó su mirada para ver que su miembro palpitaba de deseo. Le dolía mucho pero aún podía soportarlo con tal de verla soportar un nuevo castigo. Uno que esperaba soportara, por el bien de su propio miembro.

T/n bajó como pudo las escaleras al salón, pues iba descalza. La sudadera y el pants no le quedaban del todo bien pero estar rodeada de su olor era más que suficiente para que se los dejara puestos.

Se acercó a uno de los muebles y observó las fotografías. En una de ellas aparecía una mujer con tres niños pequeños iguales entre sí. Todos sonreían felices. Otra imagen era de él con tres mujeres a su alrededor. Paseó por el salón deteniéndose a ver las fotografías. Había muchas pero la que más le gustó fue la de Aidan en el suelo de un jardín rodeado por siete niños de distintas edades.

-Son mis sobrinos. - Le dijo bajando la escalera. T/n volteó a verlo y se derritió de deseo por ese hombre. Aidan le había dejado unos boxers para cubrir sus partes y que no le rozara el pantalón y se puso aún más caliente al pensar que el miembro de él había tocado algo que ahora estaba tan cerca de ella.

-Eres muy familiar. Tienes muchísimas fotos. -

-Me gustan las familias numerosas. En eso no me parezco mucho a mis hermanas. -

-Tienes tres, ¿verdad? - Aidan asintió. - Se parecen entre ustedes. -

-Salvo en el sentido de la responsabilidad... - Murmuró. Aidan miró el reloj antes de mirarla a ella. - ¿Tienes hambre? -

-No mucha. -

-Encenderé la chimenea para que caliente la habitación. ¿Quieres algo de beber? -

-Un refresco estaría bien. No quiero ver ni una gota de alcohol en mi cuerpo durante un tiempo. -

Él sonrió y dio la impresión que aguantaba la risa. Se acercó a la chimenea y se agachó para encenderla. T/n le contemplaba maravillada. Se había puesto unos pantalones negros de pijama y una camisa también a juego que tenía desabrochada lo suficiente como para ver el inicio de su marcado abdomen.

Se mordió el labio al bajar y ver su trasero tan firme y duro que le daban ganas de acercarse, tocarlo y hacer muchas cosas pervertidas más. De pronto pensó que no necesitaba la chimenea para caldear la habitación, solo a Aidan.

-Profesor... -

-Aidan. - Rectificó él. - Ahora puedes llamarme Aidan.

-Vale...Aidan. - Olas de placer estremecieron su cuerpo al pronunciar su nombre y sentir que entre ellos nacía tal intimidad. Estaba segura de que a él le había pasado lo mismo. - Debería irme a casa. -

-Son más de las una de la mañana. Te quedarás aquí y por la mañana te llevaré a tu casa. -

-Pero... -

-Tampoco creo que vayas a dormir mucho. - Interrumpió dejándola boquiabierta. Él se levantó y la miró. Esbozó una sonrisa lujuriosa y salió hacia la cocina. - Si tienes que llamar a alguien para avisar el teléfono está al lado del televisor. -

T/n se acercó al teléfono y marcó el número de Sarah esperando que siguiera despierta y, por supuesto, que no estuviera con algún o algunos de los suyos en una situación que le imposibilitara responder.

Tras el cuarto tono la voz de Sarah le rompió el tímpano.

-¡Papa Noel te ha escuchado! - Gritó lo más fuerte que pudo

𝐏𝐫𝐨𝐟𝐞𝐬𝐨𝐫 𝐝𝐞 𝐑𝐞𝐠𝐚𝐥𝐨 [ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ] (𝓐.𝓖.) [✔︎]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora