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T/n se tensó al tirar de sus manos y ver que no podría moverlas aunque quisiera hacerlo. Aidan le tomó la barbilla y levantó su cara hacia él.

-¿Estás bien? -

-Tengo un poco de miedo... - Confesó ella dejando que viera que, si antes había sido osada, ahora que se encontraba en esa situación el miedo empezaba a dominarla.

Aidan dejó encima de la mesa la cinta de seda y la miró con ternura.

-No te haré nada que tú no quieras. Si en algún momento quieres que pare sólo tienes que decir mi nombre. ¿De acuerdo? - Ella asintió pero aún tenía ese miedo en sus ojos. - Esto te va a gustar. Tendrás las piernas sueltas así que puedes moverte si algo va mal. -

-¿Y te detendrás? -

-Te lo prometo. -

T/n suspiró tratando de tranquilizarse antes de mirarlo de nuevo.

-Confío en ti. -

Una sonrisa de gozo la alentó a dejar que él le vendara los ojos con la seda negra.

-Estoy aquí. No te voy a dejar sola. Quiero que sientas sin ver, que te dejes llevar por el tacto y el oído. ¿Por ahora bien? -

-Sí... - Susurró ella.

-Abre más las piernas, quiero verte esa belleza húmeda que tienes para mí. -

T/n jadeó ante las palabras de Aidan y separó las piernas hasta que la postura se le hizo incómoda. Lo sintió moviéndose por la cama y saliendo de ella. Se puso nerviosa pero los ruidos en la misma habitación por parte de él la tranquilizaron. Cuando Aidan volvió a la cama le acarició la espalda reconfortándola y transmitiéndole tranquilidad. Sabía lo difícil que era para ella dejarse dominar de esa forma y valoraba lo que hacía. Iba a asegurarse de que su recompensa fuera más que placentera.

Se movió hasta quedar detrás de ella y tomó uno de los cubitos de hielo y se lo puso en la planta del pie con lo que t/n reaccionó instintivamente perdiendo la posición y retirándose. Aspiró el aire con rapidez mientras trataba de calmarse. Las manos de él sobre su cintura hicieron que dejara de moverse para que no se hiciera daño en las manos.

-¿Qué era eso? - Preguntó.

-¿No lo has notado? -

-Hielo... -

-Son cubitos de hielo, sólo estaba empezando. Déjame enseñarte el juego. -

-¿Juego? -

-¿Nunca has jugado con el hielo, t/n? -

-No...es frío. - Aidan arqueó una ceja y sonrió.

-Yo te demostraré que es caliente...y sensual. - T/n volvió a colocarse de nuevo en su posición con ayuda de Aidan. En esta ocasión la mano de él se quedó asentada en la cintura de ella como si fuera algo en lo que agarrarse para estar tranquila.

Se inclinó y le besó, primero una nalga, después la otra, para seguir después lamiéndola y acercándose a su trasero y a su vagina...t/n temblaba un poco y necesitaba relajarla para que disfrutara del juego así que se dedicó a su cuerpo dejando a un lado los cubitos. Su otra mano recorrió el costado hasta encontrar su pecho y empezó a masajearlo mientras notaba cómo el pezón se endurecia sobre su mano. Tomó entonces el otro pecho cambiando las manos de lugar e hizo el mismo proceso. Ella no podía controlar los gemidos que salían de sus labios y trataba de moverse pero cada vez que lo hacía, Aidan le apretaba la cintura para que se estuviera quieta.

Cuando la mano de él abandonó el pecho, t/n no supo dónde la pondría de nuevo. Era realmente emocionante no poder verle, no saber cuál sería su siguiente movimiento. Aidan volvió a tomar un hielo y se lo puso en el mismo sitio. T/n gritó y trató de moverse pero su tacto en la cintura le dio la confianza de quedarse quieta. Sonrió ante su valor y se agachó para recogerle el agua que caía del cubito conforme la rozaba. Los gemidos y jadeos de ella se intensificaron conforme iba ascendiendo con el cubito seguido por su boca besándola y dándole pequeños mordiscos.

Cuando el cubito estaba cerca de su vagina apenas quedaba hielo derretido por el calor de su cuerpo.

-¿T/n...? -

-Más...más... - Articuló entre jadeos.

-Sí amor, habrá más. - Corroboró él.

Tomó otro hielo y repitió el mismo recorrido que antes pero, esta vez, sin tener que sujetarla de la cintura. Estaba muy encendida por el juego para querer dejarlo.

-Profesor...me voy a correr... -

-No, no puedes correrte todavía. No hasta que yo te diga. - T/n se mordió el labio tratando de recuperar un poco de control de su cuerpo. No ayudó mucho el hecho de que él pusiera su mano sobre su vagina y le frotara el clítoris haciendo que gritara pero al menos lo contuvo lo suficiente. -Bien nena, te dejaré correrte. Pero sólo cuando esto esté dentro. -

-¿Esto? - Preguntó y sintió que entraba algo helado en su canal. Gritó con fuerza por la intrusión mientras su coño se estremecía ante el hielo que estaba dentro de ella y que se derretía con rapidez.

-Córrete. - Le insitó él y el agua del hielo se mezcló con su orgasmo.

Aidan le dio unos minutos para recuperarse antes de volver a atormentarla con los cubitos sobre sus pechos lo que hizo que volviera a encenderse de nuevo. Mientras el pene de él se frotaba contra su vagina una y otra vez sin llegar a entrar, sólo acariciando su entrada y su clítoris, de nuevo duro.

-¿Quieres volver a correrte? -

-Sí... -

Él le tomo el pecho con toda la mano dejando que su calor derritiera por completo lo que quedaba del cubito y la apartó de su lado. Tomó otro cubito y empezó a hacer círculos sobre sus nalgas cada vez más cerca de su entrada anal. Al mismo tiempo que situó el cubito en la entrada de su trasero hizo lo propio con su pene en la vagina.

-Córrete. - Le dijo mientras empujaba su pene dentro y le metía el cubito en su trasero. Un nuevo grito de ella seguido por la explosión de su orgasmo casi le hizo perder el ritmo de sus embestidas mientras lo capeaba y la conducía a uno nuevo. - ¿Te gusta lo que te hago? ¿Te gusta, t/n...?

-¡Sí, sí! - Exclamó ella.

Aidan aceleró su acometida hasta que un nuevo orgasmo de ella lo catapultó a él. Sacó su pene de la vagina aún duro y lo ubicó sobre su entrada anal...ella todavía no había recuperado su cordura para saber lo que pasaba pero cuando apretó contra ella y su agujero se expandió supo que algo pasaba. Echó la cabeza hacia atrás a pesar de que no podía ver.

-¿Lo has hecho alguna vez por aquí? -

-No...¿Cómo puedes seguir duro? -

-Soy capaz de hacerlo. Bien...entonces este agujerito es mío, todo mío. - Dijo con tanta posesividad que salió más flujo de su feminidad. -¿Sientes el cubito? -

-Ya no. -

-Iré despacio. No te haré mucho daño. - Animó empujando un poco más. Ella se tensó ante esa intromisión pero no por el dolor sino por la novedad. - Amor relájate. Empuja hacia mí y todo será rápido. - Se agarró a la cabecera y empujó sus caderas hacia él con decisión. Aidan notó el tirón hacia dentro e impulsó su pene con fuerza. Los dos jadearon al notar que se había deslizado de una sola vez dentro y estaba metida hasta el fondo. Sus testículos chocaban con su vagina.

-Esto...eso...yo... ¡Dios! - Terminó ella sin poder decir nada más. Aidan se echó a reír por los intentos de ella por formar una frase con semejante intromisión en su trasero.

-T/n, no duraré mucho. Me estás apretando demasiado...estás muy estrecha aquí. - Le dijo apretándole de la cintura para salir un poco y volver a empujarse dentro.

Tomó varios cubitos y los metió de uno en uno en su vagina mientras empujaba con fuerza. Ella se retorcía bajo él envuelta en el placer que Gallagher le estaba proporcionando. Si no hubiera estado ya enamorada de él lo habría hecho en ese momento. Se preocupaba por ella, lo había hecho ese día y los anteriores.

-Córrete amor, córrete conmigo. - Siseó liberando su semen en todo el conducto de su trasero y poniéndole la mano sobre la vagina.

T/n ni siquiera se había dado cuenta de que aguantaba su orgasmo y se corrió en la mano de él con fuerza mientras se enderezaba hacia delante deslizando fuera el pene de él. Ambos se derrumbaron en la cama incapaces de moverse. Aidan sólo tuvo fuerzas para desatarla, quitarle la cinta de los ojos y atraerla a su pecho mientras le masajeaba las muñecas enrojecidas por los tirones que ella había dado. Minutos después, se quedaron dormidos.

𝐏𝐫𝐨𝐟𝐞𝐬𝐨𝐫 𝐝𝐞 𝐑𝐞𝐠𝐚𝐥𝐨 [ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ] (𝓐.𝓖.) [✔︎]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora