1: Dejame darte un beso...

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Habían pasado 3 meses desde que Alice entró en coma. Y a contrario de todo pronóstico Rick había estado cada día yendo a verla, algunos días se quedaba simplemente a su lado, fustigándose y reviviendo traumas del pasado. Otros en los que se atrevió a tocarle la cara, decidiendo el curso de su futuro. Cualquiera que conociera a Rick Sánchez pensaría que al nada importarle esta mujer no sería la excepción, que se buscaría a otra a la semana. Era el hombre infinito, podría estar en cualquier lugar con cualquier hombre o mujer, pero estaba allí, a los pies de esa cama de hospital, pasando momentos en los que su mente le atormentaba hasta hacerle llorar recordando a su hija y ex-esposa muertas, solo para despedirse de Alice al final de cada visita con un beso en sus fríos labios. Rick extrañamente la besaba durante su relación, ella se quejaría de eso toda la vida, intentando robarle besos en cada oportunidad que tuviera. Añorando esos momentos Rick recordó:

-Dios eres un dolor en el culo.- Dijo el mayor intentando alejarse de la mujer que colgaba sus brazos de su cuello. Alice se había acercado por detrás mientras él se ponía los zapatos sentado en la cama. La mujer había presionado su pecho contra la espalda de Rick y le había enterrado su cabeza en el cuello dejando besos suaves en su yugular.
-No te vayas...- Suplicó ella mientras lo arrastraba más para atrás.
-Son las 12 de la ma-mañana, ¿Quieres pasarte todo el día en la cama?- Regañó, pero se volvió a mirarle, esta vez con una mirada más peligrosa, como la de un depredador.
-Si... Eso es justo lo que quiero, quedarme aquí contigo.- Alice se incorporó para mirarle a los ojos, con más deseo que miedo. Rick no dijo mucho más cuando la agarró por la cintura y la empujó boca abajo contra la cama. Rápidamente se subió encima de ella, presionando cada centímetro de su cuerpo contra su espalda, los brazos de Rick moviéndose hacia arriba desde sus costados y su cabeza enterrándose en el cuello de su chica. Mordiendo en el lugar que aún guardaba marcas de anteriores episodios de amor. Alice giró la cabeza hacia atrás para intentar juntar sus labios con los de él. Pero Rick se retiró para enfocarse en desabrochar la hebilla de su pantalón. Alice gimió en desaprobación ante este gesto, ¿Tanto le costaba besarla? ¿Tanto le costaba una muestra de cariño cuando estaban a punto de follar? Sabía que no servía de nada enfadarse con él. Quizá simplemente era demasiado sensible y emocional.

...

Rick se enterró las manos en la cabeza frustrado consigo mismo una vez más. Las horas pasaban dentro de esa habitación de hospital y no pasaba nada nuevo. Había pensado en llevársela de ese sitio sombrío y triste, podría llevarla a su laboratorio y mantenerla bajo sus cuidados. Él se consideraba más capaz que cualquier médico que estuviese en ese centro, pero las condiciones en las que estaba eran aceptables. Que despertase del coma no estaba en manos de los médicos, sino de la fuerza del cuerpo de Alice. Además no quería arriesgarse a que en el traslado, pasando por el portal o cambiándola de tecnología se volviera inestable y la perdiese para siempre. Cierto era que si se tratase de otra persona menos importante para él lo haría sin parpadear, y aunque no quisiese admitirlo, la vida de Alice era demasiado valiosa como para perderla por un fallo de borracho. Había estado bebiendo más de lo normal últimamente, cualquier cosa que le ayudase a olvidar en la situación en la que se encontraba sería de ayuda.

El médico había entrado hace unas horas para revisar la cicatriz de la operación de la mujer. La herida había empezado a cicatrizar bastante bien, eso significaba que el sistema de plaquetas de Alice seguía trabajando duro aun en coma, su corazón seguía bombeando lo que podía. Pero su conciencia no parecía querer colaborar con el resto de su cuerpo. Lo peor que podría pasar era que le diese un derrame cerebral por la falta de oxígeno. Rick se consolaba con que todavía era el segundo mes y había mejorado un poco. Conocía casos de gente en coma que se encontraba así durante años y no mejoraban absolutamente nada.

A un disparo de tí. | Rick Sánchez x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora