CAPITULO 3: La primera malteada de fresa...primera parte

70 4 0
                                    

— ¡Uff! Odio la vida. — Suspiré cansada mientras me tiraba con delicadeza a mi cama. Era muy cómoda, inevitable no caer dormida al hacer contacto con ella. Pero esta vez no, esta vez no caí rendida, estaba demasiado fastidiada, el día había sido demasiado largo.

El primer día y ya me había ocurrido de todo, llegaba tarde, una loca de gorra azul me había acompañado junto a su amigo imaginario a la formación, la directora casi me deja sorda, un chico lindo se había desmayado y caído encima mío. Y por si no fuera poco un idiota me tiro de las escaleras, en serio que hoy no había sido mi día, pero al menos seguía virgen.

Flash back...

— Bueno no se ve nada grave.—Escuché decir al doctor, éste dirigió hacia mí, mirándome de una manera demasiado aterradora. — Pero debemos revisar si no tienes ningún moretón, así que quítate la blusa.

— ¿¡¿QUÉ?!?— Grité haciendo que el doctor me observara con incredulidad.
Con rapidez sobre humana me paré de la pequeña cama, tomé mi mochila y salí huyendo de allí como si no hubiese un mañana.

¡Corre Misty, corre!...— Le gritaba mi cerebro a mis piernas, y ellas como cual sumisas obedecían. Antes de poder encontrar la salida para poder por fin huir de allí, una persona o mas bien la directora se topó conmigo haciéndome parar.—¿En serio? ¿Por qué tengo tan mala suerte?—Susurré para mi misma.

Fin del flash back...

— ¿Hermana estás ahí?—Escuché decir a lo lejos de mi cama, con pesadez voltea mirar de donde provenía esa voz, y era nada mas y nada menos que mi pequeña hermana molestando como siempre.

— ¿Qué quieres, niña?— Mi voz sonó un poco cruel, pero estaba demasiado cansada como para soportar a la pequeña diabla.

— Hermana, una niña te está llamando por el teléfono.— Dijo ésta para después irse.

Mierda, olvide que le di el número de mi casa a Valentina...
Me paré con rapidez y corrí hacía abajo a tomar el teléfono.
No iba a permitir que la loca hablé con mi hermana, capaz y la trauma. Valentina es muy inocente para tratar con ese monstruo pervertido que tengo como hermana.

Cuando ya estaba abajo tomé el teléfono y contesté.— Hey Val.

— Oye rojita estoy aburrida.—Escuché al otro lado de la línea.

— ¿Y? No soy tu payaso querida.—Dije un poco molesta, escuché una risa detrás de mí, voltea ver de dónde provenía y era mi hermana riendo mientras abrazaba su peluche preferido.

— Mana tiene novia, mana tiene novia...—gritó con burla.

Con furia tomé un cojín del sofá color chocolate y se lo arroje en la cabeza teniendo cuidado para no lastimar a la pequeña. 

— ¡¡Vete de aquí, niña fea!!

— Oye por qué tan agresiva—preguntó Valentina fingiendo tristeza e indignación.

— No, tú no, le digo a mi hermana

— ¿Tienes una hermana?

— Sí, pero...¡Ay! Ya dime que me estabas diciendo.— Dije con fastidio para tirarme después al sofa.

— Qué tal si vamos a comer algo, mi mamá no está, y sé que tu mamá tampoco.

— ¿Tú cómo sabes eso?— Dije levantándome con rapidez del sofá.

— Fácil, tú me lo dijiste.

— Oh cierto, bueno yo sé a dónde ir. ¿Recuerdas qué por la preparatoria queda un pequeño parque?

— Sí, recuerdo

— Bueno nos vemos allí, tengo  un lugar especial al cual llevarte.— Reí con un poca de timidez.

La iba a llevar a mi cafetería preferida, ¿cómo lo tomaría? Tal vez no debería llevarla aunque es demasiado loco y así encaja perfectamente con su personalidad.

— Mm... está bien, deja me arreglo hasta luego.

—Hasta luego.— Colgué.—Sam ven...— Llamé a mi hermana, la cual acudió de inmediato.— Mira Sam iré con una amiga, ¿sí? Tú te vas a quedar con abuelita, entiendes.

— Mi mamá dijo que me iba a quedar contigo, mana, y tienes que quedarte conmigo por que yo te quiero mu...

— ¡Ay ya! Iré al grano niña, me voy a ir con una amiga a comer, mientras tú estas con abuela y te daré una bolsa de dulces...—La interrumpí, ella se quedo pensando para después aceptar.

Caminé hacía el segundo piso para poder arreglarme, cuando estuve ya dentro de mi cuarto le puse seguro y lo observé detenidamente. Mi cuarto no era demasiado chico, pero tampoco demasiado grande, estaba pintando de un color lila.
Mi cama se encontraba en el centro justo a lado de una ventana que daba paso a la ventana del vecino, estaba totalmente desarreglada ya que no acostumbraba a tenderla. Las paredes estaban adornadas de unas fotografías de viejas compañeras, unos paisajes y recortes de cosas totalmente randoms.
Sin querer observar nada mas me dirigí a la puerta del baño que se encontraba a lado de un pequeño ropero donde guardaba mis pinturas.

En camino hacia la puerta me dispuse a quitarme la ropa e ir tirando todo por donde caminaba, luego me preocuparía por ordenar todo.

Cuando ya estaba dentro del baño abrí el grifo de la ducha y entre en ella, se sentía bien el agua fría tocando mi piel, que mejor una ducha fría para un día tan pesado.
Cerré mis ojos y disfruté el agua caer gota a gota, a los veinte minutos escuché una alarma tocar, había olvidado que iría con Valentina.

Salí de la regadera, tomé la toalla, y me enrede en ella, con rapidez corrí a mi cuarto todavía en vuelta en la toalla, fui hacia el armario y tomé una camisa de cuadros roja con negro, unos shorts de mezclilla cortos, y me dirigí a cambiarme.

— Espera... algo falta.— Corrí hacia los cajones que habían dentro del armario y saqué mi ropa interior, la cual era negra ya que me gustaba mucho ese color.

Ya cuando por fin terminé de cambiarme, tomé el secador y lo conecté al enchufe, se escuchó otra alarma haciendo que me apresurara y terminara de arreglarme.
Tomé mis botas negras y me las puse, no tenían tanto tacón lo cual era perfecto, suspiré y me coloqué mi gargantilla negra, amaba esa gargantilla me la había regalado alguien muy especial.
Ya cuando por fin me terminé de arreglar tome mi billetera junto a mi celular y me dispuse a bajar hacia la sala para despedirme de mi hermana. 

*-*-*-*-*-*-*-*

No creí que me gustara tanto un chico...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora