Capítulo 4 [CORREGIDO]

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Me aparto rápidamente. Raúl me mira receloso y se sube en la moto.

- Eres una zorra –me dice antes de irse, cabreado. Ya veo cómo me quiere. Suspiro, estaré mejor sin él en cada esquina. Justo como antes. Casilla de salida de nuevo, solo que nunca más volveré a empezar la partida. Qué tonta soy, cuando íbamos en la moto he llegado a pensar por un momento que podríamos empezar desde cero.

Subo al ático de mis tíos, donde me espera en la puerta mi tío. Amo este piso. Lo que en los pisos inferiores son tres pisos distintos, el ático lo ocupa solo una casa, con tres habitaciones y una terraza por habitación, además del pequeño patio del salón y la terraza cerrada de la cocina. Desde tres de ellos se podía ver el mar a lo lejos y desde los otros dos, la montaña. Era un piso enorme en todos los sentidos.

Entro en el salón, donde están mis padres, mis abuelos y mis tíos Patricia y Ángel, a saludar antes de preguntar por mis primos y hermana. Soy la más pequeña de cinco, además de la más alejada en edad. Mi primos Fran y Virginia (y Vane) tienen la misma edad,  20, después por tan solo dos meses, está mi prima Sofía, de 19, y la última yo, con 16 años. Mi primo suele decir que yo vine de penalti.

Me dirijo al cuarto de Fran, donde están mis primos. Entro y en seguida me ataca el humo de tabaco que sale de la habitación. Le doy un beso a mi hermana y choco los cinco con mi primo, nuestra peculiar forma de saludarnos.

- ¿En qué mundo vives, Vicky? –me pregunta Fran, como siempre intentando picharme, porque sabe que siempre lo consigue-. ¿Cómo te has podido olvidar?

- Hey, que se me ha olvidado y punto, ¿ok? Además, no soy la única, ¿y las primas? ¿Y la tía Marta y el tío Fer?

- Vienen a las diez.

- ¿Lo ves? No soy la que más tarde llega.

- Pero sí la única que se ha olvidado, qué fuerte me parece, Victoria.

- Bueno, que sí, venga, vale –digo pasando un poco de él, mientras saco el ordenador del bolso. Mi hermana se queda anonadada, mi primo aún más.

- Oye, ¿sabes que tenemos ordenador no? – dice Fran.

- ¡Uf! Tienes ganas de picharme ¿eh? Sé de sobra que tienes, pero no me apetece volver a dejarme las contraseñas guardadas en tu ordenador y que me vuelvas a hacer la bromita de la última vez, me hiciste quedar como una idiota.

- Ey, pues no las guardes. Es tan sencillo como clickear en ''No guardar nunca para este sitio''...

- Argggg, mira, me voy, ¡no me dejas ni respirar!

- No, respirar sí te dejo.

- ¿Seguro que sí? ¿Con todo este humo? Va, nos vemos en la mesa –digo saliendo y le lanzo un beso al aire antes de salir de la habitación. Me voy a la terraza del cuarto de mis tíos, desde la cual se ve el mar y tiene una mesa abatible en madera con dos sillas. Conecto el wifi de casa de mis tíos en el ordenador y miro a veer si Daniel sigue conectado. No pasa ni medio segundo, cuando recibo un mensaje de él.

Llegas tarde

Sí, lo siento, tengo cena familiar y tenían que venir mis padres a por mi al salir de la escuela, me he olvidado y me he ido a mi casa, que está en la otra punta.

¿De la escuela? ¿El colegio, vaya? ¿Pero qué edad tienes?

De la escuela de idiomas, tonto, tengo 16 años. ¡No me hagas más pequeña!

Pasan un par de minutos sin que nadie diga nada. Al final le hablo, asustada de que haya pasado algo.

¿Estás ahí? ¿Ha pasado algo?

Sin miedo a nada [EN PROCESO DE CORRECION]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora