Capítulo 2 [CORREGIDO]

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¡Buenos días, mundo! Me he despertado feliz, la verdad, abro la ventana y me empiezo a vestir. Mmmm... unos pitillos blancos, camiseta de tirantes y botines, sencilla, cómoda, pero arreglada. Salgo a la mini terraza de mi habitación mientras escucho la vieja canción Mientes, de Camila, y canto lo único que me sé de toda la canción. "Mientes, me haces daño y luego te arrepientes, ya no tiene caso que lo intentes. No me quedan ganas de seguir. Llegas cuando estoy a punto de olvidarte, busca tu camino en otra parte, mientras busco el tiempo que perdí. Que hoy estoy mejor sin ti". ¿Cómo es posible que encaje tan bien con lo que me pasa con Carlos? Me engañaba con otra y cuando lo descubrí el muy idiota me soltó la excusa universal. Que me quería a mi, que no iba a volver a suceder... Ya, tendré dieciséis años, pero no soy idiota... Ya hace más de tres meses que le dejé, y lo paso mal, pero... Mejor sin él, ¿no?

Me deshago de todos los malos recuerdos con un movimiento de cabeza y me encamino al piso de abajo, hacia la cocina, donde desayuno todo lo deprisa que puedo. Llego tarde. Mi hermana Vane no para de meterme bulla por ello.

Vane es mayor que yo y se cree la mejor del mundo entero. Es demasiado chula, demasiado arrogante, demasiado superficial... ¡y una verdadera pesada con los horarios! Si algo he sacado en claro después de dieciséis años, es que a mi hermana NO LE GUSTA LLEGAR TARDE A NINGÚN SITIO.

A mi, por el contrario no me gustan los horarios. Me llevan a la metáfora de que son cadenas que encarcelan a las alas. Soy una persona muy libre, puede que incluso demasiado, y sobre todo, loca. Todo el mundo me lo dice. Pero me da igual si piensan que estoy loca, me siento bien así, soy feliz.

Inmersa en mis pensamientos, subo a coger la mochila y una rebeca fina, estamos a mediados de abril y hace un calor que no es normal. Llego a clase cinco minutos más tarde que el sonido de la campana. Para mi real suerte, el profesor aún no ha llegado. Voy en un movimiento raro que bien se le podría llamar "correr atrasando el tiempo", pues iba en posición de carrera pero lenta para evitar comerme las mesas que hay entre mi objetivo y yo, a la mesa de Anastasia, donde mis amigas hablan gustosamente, a saber de qué esto o qué aquello. No puedo evitar sonreír. Vero me mata con la mirada por haber llegado tarde, pero le doy un beso en la mejilla con mordisco incluido que le hace borrar su anterior enfado por uno nuevo, que al final acaba en una risotada. Saludo a todas, una por una, dejando a Carol para el final, a quien finjo abrazar para decirle al oído:

- No te preocupes, estoy ojo avizor, pequeña.

Carol ríe y hace un gesto de asentimiento, mientras que con los dedos índice y corazón hacia el signo de paz y amor. Justo cuando va abrir la boca para decir algo, entra el profesor de castellano, sin darle tiempo a añadir lo que fuese a decir.

- ¿Qué, atasco, Alonso? - preguntó Miguel.

- Sí, malditas obras... Se expanden por toda la ciudad como cucarachas.

Es un profesor bastante sociable, aunque no me cae bien, me ha suspendido ya dos trimestres seguidos, sin razón, y dispuesta a usar el tópico de los tópicos, diré que me tiene manía. Corregimos los exámenes de la semana pasada. No me lo creo. ¡Un diez! "Seas el falso o real, Daniel Vasil, me traes buena suerte." pienso con una sonrisa tonta. Una de mis mejores amigas, Anastasia me llama desde el pupitre de mi derecha con un "chst".

- ¿Qué pasa? - susurro.

- Que estás sonriendo tú demasiado. ¿Qué te ha pasado por la mente?

- ¡Que por fin he sacado un 10 con este tío!

Antes de que el profesor nos eche de clase por montar jaleo suena la campana que anuncia la siguiente clase y todas se me echan encima saltando y gritando un "eh, eh, eh" que hace que parezcamos más tíos que chicas. Cuando nos damos cuenta del ridículo que estamos haciendo, Carol y yo nos vamos a informática con Luis, que nos esperaba divertido apoyado en la pared del pasillo. Allí nos encontramos con Nacho, quien casi siempre está en su mundo, pero sin dudarlo le tengo mucho cariño. Me siento unida a él porque también es de Madrid, como yo, él de Getafe y yo de Madrid centro, aunque me crié en un pueblo cosmopolita a las afueras, Rivas Vaciamadrid. Entramos juntos en el aula y nos vamos a nuestra fila, la última, que nos habíamos agenciado desde el primer día de clase, no de este curso, si no desde primero de la ESO. En el trabajo de hoy tenemos que ir por parejas, yo con Carol y Luis y Nacho juntos. Aunque ninguno entiende por qué, si hoy los ejercicios son de lo más fácil: aumentar los píxeles, cambiar el color y poner relieve de una imagen.

Sin miedo a nada [EN PROCESO DE CORRECION]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora