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QUEBRANTANDO LAS REGLAS

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QUEBRANTANDO LAS REGLAS

SEPTIEMBRE 1978














Alastor llevaba más de diez minutos hablando con su hija mayor percatándose que ella no le había prestado atención en absoluto a su conversación, dejó unas carpetas sobre el escritorio de Astra, la menor ni lo miró.

— Astra — la llamó su padre sin éxito. — ¡Astra!

La chica casi cae de su silla al escuchar la voz de su padre llamándola, se acomodó en ella.

— Lo siento, estaba distraída — se excusó.

— Lo noté — río Alastor. — Estos expedientes están mal, que seas mi hija no significa que deba darte trato especial, Astra.

La rubia pasó su mano por su cuello sobando la parte trasera.

— Lo siento, las pruebas en la Academia me tienen vuelta loca — mintió la Moody.

El Auror se inclinó hacia adelante, era una conversación que no le agradaba.

— Te daré un consejo, hija — la miró. — Cuando entren por esas puertas aquí, deja de pensar en todo lo que está a tu alrededor, olvida todo y concéntrate en tu trabajo sino todos tus problemas van a consumirte.

— ¿Eso fue lo que hiciste con la muerte de mamá? — preguntó Astra sin mirarlo.

Alastor no había hablado de la muerte de su esposa en ningún momento, dejó que sus hijas afrontaran el dolor solas, refugiándose en su propio trabajo.

— Astra...

— Nunca hablas de su muerte ¿acaso no fue importante para ti?

Alastor se puso de pie molesto por el comportamiento de Astra. Ella no era así, esa ya no sé parecía en nada a su dulce hija.

























— Llevamos quince minutos de retraso, Dumbledore— se quejó Alastor Moody.

— No desesperes amigo mío — hablo Albus. — Nos falta una persona.

Afuera de aquella sala donde se llevaría acabo la reunión de la Orden del Fenix.

Henry estaba por abrir la puerta cuando Astra lo detuvo.

— Sino quieres entrar, no lo haremos, podemos irnos y buscar unas hamburguesas— Astra río al escucharlo. — No importa lo que elijas Astra, allí estaré yo contigo.

Astra sonrió, tenía al chico más increíble a su lado, pero no era suficiente para ella en esos momentos.

— Necesito hacerlo, Henry.

Henry la besó rápidamente, abrió la puerta para entrar a la oficina.

Los miembros de la orden suspiraron de alegría al ver que la puerta se abría, al fin iniciarían la reunión, fue más la sorpresa que la alegría.

— ¿Astra? — pregunto Sirius al verla entrar.

Desde el accidente de la madre de su ex novia, no se habían vuelto a ver, ni siquiera a hablar. Él estuvo a su lado día y noche durante su temporada en el hospital, pero ella no lo recordaba.

— ¡¿Astra?! — gritó Alastor al ver a su hija junto a Henry. — No. Esto es imposible, te advertí...

— Tu deber como padre es protegerme — comenzó Astra. — Y mi deber como hija es escucharte y romper tus reglas.

Alastor se puso de pie, miró a su hija con dureza, no tenía dudas la Astra que estaba de pie enfrente suyo no era la misma a la que vio crecer.

— Albus, prometiste que no dejarías a Astra entrar a la Orden, ¡Lo prometiste!

— Soy lo suficientemente grande como para tomar mis propias decisiones, padre — Astra chocó sus manos con la madera del escritorio. — No puedes prohibirme tomar una decisión o no. Ya no vivo bajo tu techo como para que vigiles cada uno de mis movimientos.

Alastor miró a Henry con la ira y furia flamante en sus ojos, el chico Stone se sentía como un pequeño gato dentro de una jaula ante la mirada del auror.

— Te entregue a mi hija cuando pediste llevártela de mi casa y ahora la dejas tomar estas decisiones.

— Con todo respeto señor Moody — hablo Stone. — Su hija es lo suficientemente mayor como para tomar sus propias decisiones.

— Black es mucho mejor que tú, él entendía cómo protegió a mi familia. Eres un incompetente, Henry.

— ¡Ya basta! — gritó Astra furiosa.

La sala se envolvió en un silencio bastante incómodo, incluso Sirius Black quien se encontraba junto a James Potter, deseaba esconderse en otro lado.

— No compares al chico que rompió mi corazón con el que me ayudó con la muerte de mamá — Astra miró de reojo a Black. — ¿Dónde estabas tú? ¿Trabajando? Siempre haces eso, siempre estás en el trabajo, estás ocupado. Era lo mismo siempre, fue mamá quien cuido de Ariel cuando lloraba, cuando se enfermaba, cuando briscaba de papá. En tu cabeza existe algo más importante que tus hijos y eso le costó la vida a mi madre. No me culpes por las decisiones que ahora estoy tomando, Alastor.

Decir que Alastor Moody no se sintió herido al escuchar a su hija estaría mintiendo.

Las palabras de Astra eran como candentes navajas incrustadas en su espalda.

Alastor no hablo. Salió por la puerta del aquel lugar, ignorando por completo los llamados de Albus Dumbledore.

El portazo fue el punto final en la discusión.

La rubia tenía conciencia que se sobrepasó con sus palabras, pero su padre también lo hizo, ella solo se defendió. Ambos eran testarudos, todos lo sabían, por algo se decía que Astra era una mini copia de Alastor Moody.

— Bien — habló Albus. — La señorita Moody es nuestro nuevo miembro en la Orden del Fénix, denle una cálida bienvenida. Lupin, ¿puedes darme el reporte de tu misión?

Charlotte apretó la mano de Astra cuando se sentó a su lado, la rubia agradeció a su amiga con la mirada por su bienvenida.

Se concentró en escuchar el reporte de misión de Remus Lupin, ignorando la miradas de Sirius Black hacia ella.

ANOTHER LOVE; Sirius Black Donde viven las historias. Descúbrelo ahora