Corazones y cenizas

Capítulo 3

Emma

La noche paseó en vela dejando que mis pensamientos me guiaran por cada travesía que había sido mi vida, los altos y bajos que tuve que enfrentar para encontrarme en aquel lugar, a medida que la noche pasaba, mis ojos se hicieron más pesados, dejándome llevar por los brazos de Morfeo. La noche fue bastante tranquila sin llamados de alerta, fuera lo que fuera que había ocurrido aquella noche, me estaba preparando para lo que sería mi futuro.

—Emma no se te olvide ordenar los trillizos, la temporada de incendio se acerca y un par de trillizos no nos iría para nada mal.—

— Ya lo había pensado, no te preocupes, todo se encuentra en orden y coloque los nuevos equipos, en la bodega se encuentran las mangueras que no se pueden volver a utilizar.

—Emma hoy nos puedes apoyar, en el estadio se encontraran realizando un concierto y en las últimas semanas nos hemos encontrado con bajas de voluntarios, nos falta personal para cubrir el perímetro.- Un incómoda sonrisa se formó en mis labios al momento de mirar a Tomás.— Solo tu rostro me dice que aquello no puede ser posible ¿Maya se encuentra trabajando en el Bar?

—Hoy le toca doble turno, tengo mi última entrevista de trabajo, en el lugar donde será el concierto, por lo cual me daré una ronda para poder ayudar a los chicos

—Eres la mejor, te debo mi famosa pasta

—Ya son dos, a este paso te tendré en mi cocina todos los fines de semana. Hoy llega mi mamá de su turno en el hospital, no se si puedas ir durante la tarde a cuidar a Mike y Ross, no dejan de hablar de lo mucho que se divirtieron la última vez que los cuidaste.

Tomás era un hombre de mediana edad, el cual se convirtió en un gran amigo de la familia, desde el momento en que formó parte de su escuadrón de bomberos, donde no paraba de hablar de la suerte que tuvo al conocerme. Sin hablar que fue el mejor amigo de mi mamá cuando estuvieron en primaria y por motivos personales cada uno tuvo que seguir su vida en un estado diferente, donde se volvieron a reunir casi 30 años después.

Fue casi instantáneo la conexión existente que tuvo Tomás y mi mamá al momento de volver a reencontrarse, casi como si esos 30 años nunca hubieran existido, claro que ahora ella no es la misma mujer que era antes, tenía a su cargo 3 niños a los cuales cuidar, junto con su lucha contra el cáncer, mi llegada inesperada de los Marines y el arduo trabajo que tiene que realizar todos los días, para pagar las cuentas. En cambio Tomás no ha cambiado para nada, su vida sigue tal cual como hace 30 años, dedicándose de lleno a la labor como bombero rescatista, viviendo su vida de trabajos esporádicos para mantenerse a flote.

—Yo disfruto más con ellos.- Su vista viajo al localizador antes de hacer el llamado por radio.— Código 10-4 en la autopista 7. Nos vemos luego Emma, dale mis saludos a Isabel.— Deposito un corto beso sobre mi frente, perdiendo su cuerpo de mi vista, los accidentes de automóviles eran bastante comunes, sobre todo en aquellas horas de las madrugadas.

— Se me olvidaba, se me ha perdido la cadenita de oro que siempre traigo conmigo, si la logras encontrar puedes dejarla en casa.— Un pequeño puchero se formo en mis labios, logrando ver una pequeña sonrisa de su parte.— Muchas gracias, eres el mejor.

El cuartel quedaba solo a unas cuadras de distancia de mi casa, por lo cual opté por caminar hasta ella, repasando de forma mental cada una de las preguntas que me realizaron aquella tarde. Era la oportunidad de mi vida, por lo cual no puedo perderlo de mis manos, era un trabajo bastante sencillo, sobre todo bien pagado. Mis nudillos aún se encontraban cicatrizando luego de aquella paliza de hace un par de días, desde aquella noche no había dejado de pensar en aquel chico, de todas las personas que se encontraban aquella noche, tuve que encontrarme con la persona más desagradable que he conocido en todo el planeta, eso me hacía dudar si en algún momento de su vida, le enseñaron a cerrar la boca cuando sus comentarios no aportan nada educativo.