capitulo 8

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/ Sam /


Solo las luces de las velas alumbraban aquella fría habitación, grandes estantes de madera repletos de antiguos libros, crónicas, novelas, diarios, descripciones, todas en estantes viejos de madera, pudriéndose por el frio y la humedad con la que venia.

La biblioteca donde pocos hermanos vienen, podría decirse que aquí era el único lugar donde obtenía paz o me llenaba de desesperación, ¿ por que esta noche en especial hacia tanto frio ? perdido en viejo diario.

" Salvajes  " 

 Todo lo que se decía de ellos, todo lo que se conocía de ellos plasmado en tinta con hojas, toda esa información se pudriría en lugar como este, frio y olvidado por los dioses, la escritura aun era legible pero lo que estaba escrito solo aumentaba mi culpa.

Yo los lleve ahí, ellos están muertos por mi propia mano, eso solo me provocaba arcadas con su estomago revuelto, estos salvajes ¿ que le habrán hecho a Elí y a su bebe?, solo podía pensar en las mil formas tan horribles que pudieron haber muerto.

- ¿ Y que es lo que no pudo esperar hasta la mañana Tarly ?- su voz me asusto no lo oí venir y estaba muy entretenido en el libro, pero me alegro saber que era el...

- M-maestre Aemon, ¿ como sabia ?...

- ¿ Que eras tu ? ¿ Quien mas que Samwell Tarly desperdiciaría velas para leer a la mitad de la noche ? - su voz sonaba con ironía, tenia una sonrisa en su rostro cuando giro en sus propio talones.

- Déjeme ayudarlo - dije pues el se veía cansado, además estaba oscuro.

- No es necesario, se como moverme en esta biblioteca mejor que cualquier lugar que en el Castillo Negro, miles de libros y sin ojos para leerlos...

- La vejez es una maravillosa fuente de ironías, mas que nada, pero no contestaste a mi pregunta ¿ que estas leyendo ?

Escuche que un voz habia tristeza, mientras tomábamos asiento, el se acomodo a esperar mi repuesta, no se si debía decírselo.

- A-al maestre Faull...

- Aaahh los salvajes, puedo asegurarte que lo mas cerca que estuvo el maestre Faull, de estar con un salvaje fue esta misma biblioteca- tal vez era su intento de querer animarme pero ya habia leído ese libro dos veces.

- Pero lo que dice, de lo que hacen todo es verdad, es tal y como los sobrevivientes lo han reportado- dije con pesar, todas esas horribles que le hacen a la gente, ese nivel de horror que provocan a los hombres antes de morir.

-Si, imagina las historias que cuentan los salvajes de nosotros - solo baje la cabeza, tal vez tenga razón, tal vez este odio mezquino debía ser erradicado de una forma permanente.

- " El amor es la muerte del deber " se lo dije una vez a Aegon hace ya un tiempo, el no me escucho, mira lo que saco de ello, regrese aquí casi muerto con una flecha clavada en la espada a solo tres centímetro de su corazón.

Solo agache mas mi cabeza, el maestre ere un hombre sabio, ¿ pero que podía decir ahora?

 " El amor es la muerte de el deber ", ¿ por que esa frase sonaba tan filosa como una espada ? ¿ por que me sentía tan avergonzado ahora mismo?

- Aegon no escucho, pero tampoco tu, ¿ es por eso que abandonaste tu guardia en la cima de la muralla? para venir aquí a leer sobre las terribles cosas ¿ que tal vez le pasaron a la chica a la que amas ?

Reyes, Locura y CenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora