Capítulo 9

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La Sienna, Barrio Sur de la Provincia de Cevale

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La Sienna, Barrio Sur de la Provincia de Cevale

Azzio empujó la puerta de madera con su bota, entrando en el bar, un lugar más que familiar para él. El ambiente rústico y el olor a licor era lo que resaltaba en el aire. La música se oía a lo lejos pero no era impedimento para apreciar las conversaciones que se desarrollaban en el local.

Los rostros curiosos de aquellos que disfrutaban una bebida desde temprano, se giraron al oír la puerta. Muchos iban con barbas largas y camisetas a cuadros, la vestimenta habitual de los camioneros de la zona. Los hombres musculosos no le prestaron demasiada atención luego de aquello, aunque no era común ver a alguien como el ángel por esa zona. Con la apariencia de un chico joven, prolijo, y con chaqueta de cuero.

Solo tuvo que esperar unos segundos, sentado en un taburete de la barra para que se acercaran a él.

Kaylee

El hombre a su lado frunció el ceño, y luego suspiró. Develando su fachada masculina solo a sus ojos, y permaneciendo indetectable en el exterior. Ahora le miraba una hermosa mujer de cabello castaño y ojos azules.

—Debía intuir que mi magia estaría muy débil como para burlar al ángel de la muerte.

Azzio alza las cejas con una mueca que no llega a ser una sonrisa. —Te has dado mucho mérito.

—O te he subestimado.

—¿Qué es lo que quieres? —Pregunta él, ordenando un vaso de whiskey puro.

El cantinero rellena el vaso sin muchas ganas. La mujer se sienta a su lado, colocando la melena hacia atrás, cualquier mortal desde la barra vería a dos hombres hablando.

—Tu protegida está en peligro.

Azzio se tensa de anticipación con los dedos alrededor del vaso que detiene camino a su boca. De un tirón, termina el líquido y se digna a verla más que de reojo.

—¿La estás amenazando? —El tono de voz es pausado, pero no hay que ser muy perceptivo para denotar el deje tenue de ira.

—Te estoy advirtiendo. —Dice despreocupada. Kaylee la hechicera, no parece intimidada por la mirada asesina que le brinda. Es más luce calmada, disfrutando de la cerveza espumosa.

...—Cuando el sello de apoderó de la magia, hubo varios hechiceros que quedaron indefensos, volvieron a ser simples mortales.

Ella toma el vaso de Azzio y empieza a jugar con el cristal en sus dedos, trazando círculos con el índice. De pronto, una pequeñísima corriente de aire se forma en el interior, como un tornado miniatura.

—Otros, conservamos una cantidad muy pequeña de nuestra magia, tan poca que apenas podemos realizar los hechizos que antes eran pan comido.

Le mira, todavía sin entender su punto.

Ángel de Sangre: El Pacto Final ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora