Efecto Secundario. (LeviMika)

1. Primera Impresión

Espero disfruten esta nueva historia, si te gusta deja tu estrellita o comentario.

Este primer capítulo será algo más largo de lo que acostumbro. Quizás los siguientes no lo sean tanto.

Gracias de antemano por darle una oportunidad.

¡Feliz lectura!
 

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¿Qué pasaría si no existieran titanes a los cuales temer? ¿Si no existiera la Legión de reconocimiento, ni guerreros invasores?

Imaginemos una pequeña historia desarrollada en un mundo algo  diferente al original.

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En Paradis la vida era comúnmente pacífica. No era la más avanzada de las civilizaciones, comparada con el resto de naciones en el continente. Sin embargo, los últimos años han sabido aprovechar la llegada de muchos avances del exterior.

Luego de más de un siglo aislados del resto del mundo con la excusa de no ser invadidos o perseguidos, la monarquía ha aligerado las medidas asfixiantes en cuanto a abrir sus fronteras y permitir el acceso a los foráneos.

La isla contaba con un grupo de murallas enormes que rodeaban el área donde se concentraba la población de Paradis. Estas eran conocidas como la Muralla María, la muralla Rose y la Muralla Sina, en cuyos alrededores se asentaban diferentes ciudades y poblados.

Pronto el intercambio comercial y de conocimientos entre Paradis y el resto del mundo, permitió el avance de las ciudades. Sobre todo de las más cercanas a la primera Muralla, entre ellas Shiganshina.

Era una ciudad ubicada al sur y en la cual se encontraba la entrada y salida principal de esa pequeña nación amurallada. A través de ella se tenía acceso a la ruta más cercana a la costa, en cuyo puerto se desarrollaba el apogeo de la llegada y salida de enormes barcos, cargados no sólo de pasajeros, si no además de mercancia.

Shiganshina y su gente llevaban una vida tranquila. Nunca se había experimentado una tragedia dentro de  sus límites más allá de algún asesinato, robo u otro crimen frecuente en cualquier localidad abarrotada de personas.

Un joven conocido como Armin Arlert, corría apresurado por una de las calles más concurridas de la ciudad, temprano en la mañana de ese lunes. Debía apresurarse o llegaría tarde a su nuevo empleo como maestro en la escuela María. Armin había sido desde joven un chico muy inteligente, estudioso y amante de la lectura.

Hace unos años tuvo la oportunidad de estudiar fuera de la isla, en un lugar conocido como Marley. Allí cursó la carrera de Biología y una vez se graduó, regresó a su hogar. Su deseo más ferviente era transmitir todo el conocimiento posible a los más jóvenes, mostrarles todo lo que existía allí afuera y que les había sido negado durante varias generaciones.
Armin era un muchacho muy alegre, siempre amable y dispuesto a ayudar al que lo necesitara.

Siempre fue visto como el chico más tímido de su trío de amigos, a los cuales arrastraba en su mismo deseo de algún día explorar y conocer todo lo que estaba fuera de la isla.

Corría con afán y a un par de cuadras antes de llegar a la escuela, tropezó con alguien. Los libros cayeron desparramados en el medio de la calle, mientras la persona que había chocado con él lo ayudaba a recoger todas sus pertenencias.

- ¡Mikasa!.. eres tú, lo siento. Iba muy apurado, voy algo tarde.

- Tranquilo Armin, todo está bien. Ve con cuidado. Nos vemos más tarde, pasa por mi casa. - Respondió ella con una sonrisa.