Un capitán de la Policía Militar de Paradis, conocido como Levi Ackerman llega a Shiganshina tras la pista de unos delincuentes. Durante su investigación su compañera Hange Zoe queda herida.
Mikasa Ackerman, la más joven de la casa Jaeger, adoptada...
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El ambiente oscuro de ese lugar no dejaba apreciar lo ocurrido. Los otros hombres trataban de ver que pasaba, veían al tal Marcus aún de pie. Ni él, ni Mikasa parecían moverse.
- Oi... Idiota... ¿Acaso te congelaste? Traela aquí. - Pasó un par de minutos y ninguno respondía.
- Niles. Anda y ve qué ocurre. - Ordenó Big Billy al último hombre. - Esa perra da miedo. ¿Acaso es una bruja o algo así? - Se preguntaba a sí mismo el hombre, de pie frente a Eren.
Niles se acercó confiado, sus pasos resonaban fuerte aumentando la tensión del resto. Llevaba una pistola en su cintura, Mikasa hasta ahora no suponía ninguna amenaza ante sus ojos.
Mikasa sacó el cuchillo del cuerpo de Marcus, con la oscuridad de ese espacio dándole algo de ventaja. El sujeto daba sus últimos respiros y estaba apoyándose en la mujer. Niles se paró justo detrás del hombre y Mikasa en un veloz movimiento, vio su segunda oportunidad de atacar.
Lanzó el cuerpo que se desangraba sobre ella hacia un costado y dió una fuerte patada en la entrepierna a Niles. Clavó su cuchillo en la pierna del tipo y lo retiró. Cuando estaba cerca de él, vio esa pistola en su cintura y se la quitó.
Mikasa caminaba hacia donde estaba Big Billy, quien veía atónito como sus dos hombres estaban ahora en el suelo.
La mujer tomó el arma, intuyó que era el hombre que Eren y Levi habían estado buscando todo este tiempo. Sin pensarlo mucho, disparó dos veces cerca de los pies de Big Billy.
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- Se puede saber... ¿Qué le hiciste a mi hermano?.... ¿Te atreviste a hacerle daño?
- Maldita zorra... - El hombre quería escapar de allí, pero no sabía cómo. En un desesperado movimiento se agachó para intentar tomar a Eren de escudo o rehén, pero no tuvo chance. Mikasa disparó y dio justo en su hombro.
- No te preocupes... Te dejaré vivo. Pagarás todo lo que has hecho, en manos de la Policía Militar que tanto te gusta. - Dijo Mikasa seriamente. Su tono de voz bajo, esa apariencia asesina que le daba su ropa cubierta de sangre y su rostro con algunas salpicaduras del mismo líquido, terminaron de asustar más al hombre haciendo que se rindiera.