1. Stalker

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—Eres demasiada linda para este lugar, ¿no lo crees?

Castiel escuchó a Dean coquetear con la chica que se había elegido sentarse a su lado en la barra de tragos, incluso Dean le ofreció una bella sonrisa que no merecía ser ofrecida para ella, todas las sonrisas le pertenecían a Castiel, incluyendo las falsas, por lo cual hizo que apretara el vaso de whisky demasiado fuerte que había pedido para permanecer en el lugar. Tenía que calmarse, si no haría una escena en medio del bar y realmente no le era conveniente, habían demasiados testigos en una noche de San Valentín. Además, no era la primera vez que sucedía esto, está era la décima tercera dama que caía bajo los encantos de Dean Winchester. Pero, Castiel estaba tan harto, tan cansado que Dean hiciera lo mismo todos los fines de semana.

¿Acaso se olvidó tan rápido de él? ¿Valía tan poco para Dean? ¿Por qué dejó de verlo? ¿Qué hizo mal? ¿Acaso no recuerda que le pertenecía?

Dean era lo único bueno que tenía en aquel siniestro lugar en donde la esposa de su recipiente lo encerró contra su voluntad, Dean era el único que creía verdaderamente que era un ángel. Claro que un ángel caído pero al fin a cabo un ángel. Sin embargo, Dean abandonó el lugar cuando la depresión dejó de ser un atentado contra su vida, pero había prometido visitarlo siempre y cuando tuviera días libres en su trabajo y así lo hizo cada dos jueves al mes, hasta que un dieciocho de setiembre sus visitas se detuvieron. Castiel tuvo que fugarse del lugar, no aguantaba un día más sin poder saber que ocurrió con Dean, él lo necesita tanto, tanto que arrancaría las alas que inútilmente colgaban en su espalda.

Lo primero que hizo Castiel al escapar fue averiguar que había sucedido con Dean, lo encontró luego de muchos días de una infructuosa búsqueda, Dean residía en Lebanon, Kansas y trabajaba en un taller mecánico de un antiguo amigo de su padre, a partir de ese momento comenzó a seguirlo para aprender su rutina; consistía en despertar a las ocho de la mañana, desayunar, bañarse e irse al trabajo, almorzar con su jefe y su esposa, ir a la mini mercado antes de volver a casa, cenar y ver televisión por unas horas y luego dormir, los fines de semana eran actividades que se relacionaban con ir a beber y encontrar alguna fémina para sus encuentros sexuales. También debía conocer a fondo su círculo social, gracias a la tecnología podía tener acceso a todo electrónico que poseía Dean, él tenía pocos amigos en la vida real, como Charlie, Benny y Caín, ese último no le caía bien, muy pronto tenía que deshacer de él, estaba tomando mucha confianza con Dean y, no podía dejar que se acercara un metro más a su encargo. Así que por todo ello, cada una de sus decisiones tenía que ser tomada con cuidado para no ser descubierto. Incluso, cambió de imagen para no ser reconocido por Dean, atrás dejó su gabardina y traje para estar más cerca de él. Cada paso que Dean daba era vigilado por Castiel, porque lo valía.

Pero tenía una limitada paciencia y Dean la agotó.

Cuando Dean dejó el establecimiento con la muchacha que había estado hablando y tomando toda la noche, Castiel los siguió hasta el callejón por el cual tenían que pasar para entrar hacia la calle principal y ahí es donde actuó, arremetió hacia la mujer golpeándola contra la pared para que perdiera el conocimiento instantáneamente y cuando Dean iba a enfrentarlo a golpes, lo reconoció.

—¡¿Cas?! ¿Qué demonios...? —Dean se comenzó a acercar hacia la chica pero se detuvo al oír la voz de Castiel.

—Ella estará bien... —los ojos de Castiel se desviaron hacia Dean— Sin embargo, tú...

Los ojos de Dean se abrieron con sorpresa cuando Castiel lo empotró contra la pared al agarrarle del cuello. Lo apretó con demasiada saña, Castiel quería dejar marcas en el cuello de Dean para que aprendiera que con él no se jugaba.

—C-Cas, por favor... —la voz de Dean sonaba forzada por la falta de aire. Sus manos inútilmente forzaban el brazo de Castiel para que lo soltara, él era más fuerte.

—Hice todo por ti, Dean. Di todo de mi por ti, incluso dejé de creer que era un ángel para que me dejen verte pero no viniste. ¿Y es así como me lo pagas?

—N-No, Cas, no fue así —el agarre de Castiel no dejó de ejercer fuerza mientras seguía hablando, cada respiro que tomaba le pertenecía— yo... yo, nunca quise dejarte p-pero me lo impidieron... Yo, Cas, por favor...

La mano de Castiel soltó el cuello de Dean, y este cayó contra el suelo tosiendo, recuperando el aire que exigía sus pulmones para seguir funcionando.

—Tus médicos me pidieron que dejara de visitarte porque yo comencé a ser una malsana obsesión para ti —le reveló Dean aún en el suelo luego de varios segundos.

Castiel arrugó el ceño, eso era mentira. Dean no era una obsesión, él... él en cambio es la razón por la cual sigue respirando.

—Ellos mienten, Dean. Yo no estoy obsesionado contigo, no... —Castiel se arrodilló contra el suelo para tomar el rostro de Dean con sus manos— tú eres precioso para mí, Dean. Demasiado precioso... Yo no podía hacer nada sin ti. Te necesito, Dean...

Castiel detuvo su perorata al ver que los hermosos ojos de Dean estaban empañados de lágrimas no derramadas. Lo había asustado.

—¿Qué te pasó, Cas? —preguntó Dean con voz entrecortada.

Y Castiel se lo preguntó también, ¿qué había pasado con él? Pero una voz le dijo que todo lo hacía para estar más cerca de lo que hacía sagrado, su precioso Dean hacía que Jimmy Novak dejara de existir en su mente.

I'd give you my heart Donde viven las historias. Descúbrelo ahora