Capítulo 6.

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Me quedé esa noche en un hotel mundano. Sebastian estaba demasiado ocupado para preocuparse por mí (o eso creía). Además él solo quería a su "Clary" (no son celos) yo a eso lo llamo incesto... Aún así va ha ir al infierno...
Y otra vez pensando en él (joder, que pesada soy).
Me tiré en la cama y me propuse cerrar los ojos.
Con el movimiento del día me terminó entrando sueño y todo se volvió negro.

Una caricia, una suave y ardiente caricia en mi mejilla derecha me hizo despertar de la plácida siesta.
-Vaya, es una pena que te hallas despertado... Cuando duermes es más fácil manipularte- susurró una insinuante voz en mi oído.
Pegué un salto de la cama, pero unas manos me atraparon las muñecas y quedé atrapada bajo...
(Por supuesto) (Era de esperar)
Sebastian.
-No has cambiado nada... Bueno, tal vez te has vuelto más cabrón...-le dije al chico con cara de asco.
-Ya, pero tú todavía te mueres por mi.
-Por ahora estoy viva y sí, por ti ahora o vivo o la palmo.
-¿Ves? Todavía me amas...
-No, gilipollas, es por la simple razón de que tengo las armas a varios metros y tu tienes una en tu cinturón.
-Perdona, bonita, de Gili nada y de Polla... Tres metros.
(Joder, punto para Sebas)
-Que te den- le dije intentando quitármelo de encima.
-No gracias, para eso ya te tengo a ti.
Entonces recordé aquello que Sebastian no podía soportar...
La iniciativa.
-Si me soltaras tal vez podría dártelo- le dije intentando sonar provocativa.
-Crees que me voy a tragar tal truco.
-Sebastian, te he echado tanto de menos...
-Mentirosa...
-Sabes que te quiero, ¿por qué te razón te iba a mentir yo?
-No te creo.
Me acerqué a él y lo besé apasionadamente.
Me repetía una y otra vez a mi misma que eso era una artimaña...
Pero mi cuerpo no respondía a órdenes.
Sin embargo fui capaz de desasirme y apartarlo con tal fuerza que su espalda tocó la el techo.
Cogí mi cuchillo Serafín y salí de allí corriendo...
Pero en aquella ocasión Sebastian no me iba a permitir salir indemne.
Noté la cuchillada en mi pierna izquierda.
Y la cálida sangre empezó a caer del corte como un río.
No me podía detener.
Pero mi cabeza se estaba empezando a nublar y la voz de Sebastian resonó en mi cabeza antes de caer en la oscuridad:
"No puedes huir de mí"

Agnes Herondale.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora