Capítulo 3.

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Se estaba haciendo de noche y eso significaba que mi nueva compañera de piso se iba a trabajar a la "gasolinera" (aunque más  bien parecía que se iba de copas).

Siempre le preguntaba lo mismo solo por el simple hecho de molestar:

-¿A dónde vas tan arreglada?- le pregunte apunto de soltar una risita.

-No me provoques Agnes, yo no te pregunto a ti de que huyes ¿Oh sí?- me dijo la chica hechandome una mirada agresiva y llena de rencor.

-Vale, vale...- le respondí dando por terminada la conversación.
Mundanos, son tan fragiles que dan pena. Pensé cogiendo el mando de la televisión y haciendo zapping a un ritmo vertiginoso.

Todos los días eran así de aburridos con Marianne.

Ella se iba a "no se sabe donde" y me dejaba todo el piso solo para poner mi culo real y cebarlo de dulces y palomitas.

Pero yo no podía estarme quieta y me iba a dar caza a unos cuantos demonios... hijos de p/u/t/a...

Saqué de mi maleta todos los cuchillos serafines y me los fui colocando estrategicamente en el traje de lucha.

Por último cogí a mi sabiere una espada que robé a Valentine cuando me fuí.

Sonreícon malicia, ahora estaba muerto...

Cuando me enteré de la noticia no pude evitar saltar de alegría.
Ojalá se pudra en los confines más inhóspitos del infierno. Pensé saliendo del edificio con la runa de invisibilidad y otras muchas ya puestas.

Estaba dispuesta a luchar.

El edificio estaba abandonado y la presencia demoniaca era palpitante y casi respirable en el ambiente.

Mi piedra de luz mágica brillaba en mi mano dandome energía y aumentando mi valor.

Me dirigí hacia unos puentes que se alzaban por el interior del edificio y pude escuchar vocea que provenían del piso inferior...

Oh oh.

Escudriñé el sitio de donde procedía la charla y me quedé de piedra.

Allí estaba él hablando con voz líder y fuerte.

-Tenemos que capturarla- dijo Jona... Sebastian decidido.

-Sí, parece apetitosa- comentó un asqueroso demonio.

-mmm, huele muy bien, el otro día le robé su cepillo y sin duda sería un buen plato principal- dijo otro lujurioso, me estremecí, pues yo no econtraba mi cepillo...

-No, la necesito para hacerme más fuerte- gritó Sebastian con el tono de voz irregular.

-Amo, se le nota nervioso ante nuestros comentarios...- dijo un demonio.

-Sí, esa chica... ¿Qué significa para ti?- preguntó otro.

Sebastian tardó en contestar:

-NADA, nunca fue nada...

El corazón me dolío en el momeno que él pronunció aquellas palabras.

Esa noche no quise siquiera matar más demonios y mira que eso me animaba.

Pum, pum, pum...

No sabía que yo siguiera enamorada de...

ÉL.

Agnes Herondale.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora