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𝐢 𝐢 𝐢 | 𝐌𝐚𝐜𝐤 𝐲 ¿𝐁𝐮𝐜𝐤? 𝐄𝐧 𝐞𝐥 𝐟𝐮𝐞𝐠𝐨.





















El olor a espagueti a la boloñesa volaba por todo el departamento de la señora Mariel, los niños se encontraban en el living viendo una película mientras Mack terminaba de hacer una ensalada para la cena.

Ya han sido cinco veces seguidas que cuida a los hijos de la señorita Mariel, a pesar de que creyó que serían un dúo difícil de controlar, pudo sin problemas cuidarlos, solo había que dar en el punto débil de esos dos traviesos.

Les encantaba la pasta, era su comida favorita.

Y para Mack era pan comido, ya que es la única comida que le sale a la perfección, pues lo demás le sale o muy salado, quemado o crudo, entonces solo tuvo que hacer un trato con la pequeña Paola, en el cual no podía hacer ninguna travesura a cambió de que cada que viniera les haría su platillo favorito.

Mientras Paola no haga travesuras el pequeño Nate no hará nada.

Fácil.

—Ya está la cena. — Salió de la cocina con dos platos de espagueti y una porción de ensalada.

Los niños rápidamente se voltearon viendo a su niñera poner todo en la mesa, Paola corrió a lavarse las manos dejando a su hermano en el sillón que al ver a su hermana correr le tendió los brazos con impaciencia a Mack para que lo levantara.

Pequeño detalle doloroso para la espalda de Mack, era que a Nate no le gustaba mucho caminar, a sus tres años y medio se rehusaba a caminar más de un metro.

—Oh, venga... — Lo cargo y se dirigió al baño agachándose para lavarle las manos echando le vistazos a Paola de que no se cayera por intentar tomar la toalla. — ¿Listos?

—¡Sí! Mira... — Paola estiró sus brazos enseñando sus manos impecables.

—Genial, ahora vamos al comedor.

Se dirigió con el niño en brazos y lo sentó en su sillita de bebé a lado de su hermana. Los niños sin perder tiempo empezaron a devorar la comida haciendo que la castaña le saliera una sonrisa.

«Gracias Dios, por hacer que solo sepa cocinar pastas»

Rió por sus pensamientos y se dirigió a la cocina para asegurar se de que no hubiera dejado nada encendido. Al estar segura tomó su plato y camino al comedor para sentarse frente a los peques.

—Mack... — Balbuceo una Paola llena de salsa en las mejillas.

—Mandé, cariño.

—¿Porqué nos cuidas? — la pregunta de la pequeña hizo que levantara una ceja divertida y puso su atención en ella.

—Bueno, por qué su madre me lo ha pedido, aparte yo gano dinero por cuidarlos. Es algo que le conviene a tú madre y a mí. — Explicó por lo que la miró con curiosidad.

—¿Mamá te paga? — Soltó con sorpresa y la chica rió.

—Claro, no es mucho pero me sirve para mis estudios.

—¿Qué son los estudios?

—Pronto, cuando entres a la escuela, lo sabrás, y créeme no te gustaran mucho. — Murmuró dramáticamente haciendo que la niña ría.

Paola estaba apunto de hacer otra de sus preguntas cuando el olor de algo quemándose llamó la atención de la chica.

—Espéren me aquí, ¿sí? No sé muevan. — corrió a la cocina asustada por haber se olvidado de apagar algo pero al entrar y notar que el olor no venía de ahí frunció el ceño confundida.

𝐏𝐨𝐫 𝐮𝐧𝐚 𝐭𝐨𝐫𝐩𝐞𝐳𝐚. | 𝟗𝟏𝟏.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora