La tarde paso entre risas y juegos entre los dos jóvenes buscando al pequeño rubio que con una sonrisa se escondía con la ayuda de su madre en una de las alacenas tapando con sus manitas su boca tratando de callar las leves risitas cuando los chicos preguntaban por el a la mujer que fingía lavar algunas ollas del desayuno.
-— Katsuki vamos aún tenemos que ir con mis padres –— Shoto miraba la habitación de su novio tratando de encontrarlo, hasta que una idea paso por su mente.
Cuando llego a la sala Izuku le indico en silencio la alacena donde hace poco escucho leves risas y de la que Misuki no se había separado desde que ellos pasaron por la cocina buscando el pequeño rubio.
-— Bueno Midoriya –— llamo el bicolor cerca de la encimera de la cocina, -— Ya que Katsuki no está tal vez podría ir a ver a Yaoyorozu –— el peliverde miro a su amigo sabiendo que era lo que pretendía.
—- Si, y tal vez Uraraka no tenga nada que hacer el resto del dia —– ambos miraron con disimulo como una de las puertas de la alacena se abría y los ojitos molestos del rubio los miraban.
Ambos caminaron hasta la puerta mirando como Katsuki bajaba con la ayuda de su madre y al no poder caminar y ante una situación desesperada para el pobre infante aprendió a gatear y lo más rápido que sus pequeñas manitas y piernas le permitían.
-— ¡Sho, Zuku! –— ambos miraron al rubio sentado en medio de la sala llorando estirando sus brazos en dirección a los jóvenes que no tardaron en correr hasta él.
—- Kacchan no llores –— Midoriya cargo al rubio y lo acuno en sus brazos hasta que este se durmió sabiendo que ninguno se iría hasta que despertara.
—- Sera mejor irnos, está atardeciendo y quisiera llegar a casa antes de que la noche caiga y Katsuki puede enfermarse –— el bicolor jurado algunas cosas que Misuki le entrego en una mochila que saco del cuarto de su hijo.
Midoriya le entrego el pequeño bulto ahora envuelto en una manta a su amigo quien le aseguro que si necesitaba algo seria al primero que llamaría.
—- Tendré siempre mi teléfono conmigo, si necesitas algo no dudes en llamarme –— Midoriya se negaba a dejar ir al bicolor hasta estar seguro que la mochila de su amigo de la infancia estuviera llena de todo lo necesario.
—- Midoriya tranquilo ambos estaremos bien –— Shoto calmo a su amigo y pudo seguir su camino hasta su casa que solo tenía que caminar unas cuadras tampoco es que viviera en el otro lado de la ciudad.
El camino paso sin contratiempos, salvo por las miradas extrañadas de las personas que el ignoraba totalmente su único interés era llegar hasta su casa sin contra tiempos y poder resguardar a su mini novio del frio que empezaba a sentirse.
—- Shoto que bueno que llegas –— Fuyumi recibió a su hermano con una sonrisa y una expresión confundida, -— ¿Y Katsuki? –— cuestiono cuando su hermano dejo los zapatos y camino hasta la sala.
Justo en ese momento unos pequeños quejidos seguidos de leves gruñidos se escucharon desde el bulto que sostenía en sus brazos, cuando el pequeño logro por fin librarse de la horrible manta de encima miro a su alrededor confundido hace unos momentos estaba en su casa y ahora estaba en un ligar totalmente desconocido, pero estaba tranquillo ya que el bicolor estaba con él.
Miro unos momentos más alrededor antes de chocar su mirada con la chica que un estaba es shock por la explicado por su hermano hace unos momentos, no podía creer que esa colita de ojitos carmín era el chico explosivo y celoso que a su modo amaba a su hermano desde que ambos estaban empezando su relación.
-— Fuyu —– ambos miraron al menor que le sonreía a la chica con ternura, Shoto dejo al su novio en el suelo y este automáticamente gateo hasta los brazos de la chica quien lo recibió gustosa.
—- Katsuki que lindo te vez –— dijo mirando con atención al ahora bebe en sus brazos.
-— Hermana ¿crees que puedas ayudarme a darle un baño? –— pregunto mirando a la chica que estaba entretenida jugando con las manitas del rubio que se escondía de sus toques.
Fuyumi asintió y tomando la mochila camino hasta el baño con dispuesta a darle un baño al novio de su hermano, claro que en su cabeza no sonaba tan mal como irrealidad sonaba esa frase dicha en voz alta.
Mientras ella se encerraba en el baño, Shoto pensó que sería buena idea hacer su futon más cómodo y abrigador para el pequeño rubio que ahora estaba encantado de la vida jugando en el agua con un patito de hule que su madre metió entre sus cosas.