XXXVII

91 8 6
                                    

— Tanto tiempo junto a mí y no aprendiste nada, pero no importa, conseguí saber un poco más sobre el estrés y la melancolía mezclados, así que, tu sacrificio ha valido la pena. — Esa voz, la voz con la que soñabas todas las noches desde que tu vida había cambiado de manera tan drástica, resonaba ahora como un relámpago en medio de la sequía, anunciando al fin una tormenta. — Al parecer pueden crear una especie de parálisis temporal, ya que no fuiste capaz de reconocer siluetas ni pasos, es como un pequeño trastorno de paranoia. Es ciertamente interesante. 

— ¿Cómo te atreves? — Te giraste, el particular sonido de piel contra piel los devolvió a ambos a la realidad. — Casi me matas del susto. — Instintivamente después de esa cachetada y al ver su gesto de incredulidad ante la recibida que le había sido proporcionada, aunque por un momento de reflexión al respecto, aceptó que quizás había sido justificado, lanzaste tus brazos alrededor de su cuello, envolviéndolo con ellos, te refugiaste en su pecho. — ¿Eres real?

— ¿Dudas de lo que ves y lo que puedes tocar? Estás mucho peor de lo que pensaba. — Respondió con tono burlón, definitivamente lo habías extrañado. De pronto te separaste de él y lo miraste de frente. 

— ¿Qué haces aquí? — Preguntaste sobresaltada recordando que estabas en casa y que nadie de tu familia sabía aún sobre Sherlock, no habías encontrado las palabras sensatas para decirles que el detective más famoso de Inglaterra había encontrado la llave para entrar a tu corazón.

— Mientras estuvimos separados tuve tiempo para reflexionar. — El hombre comenzó, sus ojos encontraron los tuyos, te sonrojaste sin poder evitarlo, quizás había un aguacero sobre sus cabezas, pero de alguna manera, sentías que el sol calentaba tus mejillas cada vez que veías el océano a través de sus ojos. 

— ¿Y cuál fue la conclusión? — Te atreviste a preguntar después de unos segundos de silencio, Sherlock parecía indeciso respecto a las palabras que buscaba, por un momento temiste que fuera algún tipo de respuesta que no querías escuchar. 

— Qué Londres parece ahora un lugar lúgubre y no del buen tipo, que no puedo imaginarme mis días sin ti, que no quiero resolver otro crimen si no estás a mi lado recolectando pistas, y que me he dado cuenta de que ningún narcótico volverá a hacerme efecto pues ya te he probado a ti. 

Quizás Sherlock te había drogado también porque te habías sentido de la misma manera durante el tiempo en que estabas lejos, solo podías pensar en él, y cuando volvías a la realidad te sentías miserable, en efecto, era una especie de adicción.

— Oh, Sherlock, también te extrañé demasiado. — De nuevo te lanzaste a sus brazos, inhalaste profundamente, su aroma era completamente hipnotizante. 

— Pero eso no es todo, o mejor dicho, no he terminado de decir lo que quiero decir. — Te tomó por los brazos y te separó de sí mismo, te miró de frente, examinando tu rostro con curiosidad, intentando anticipar una respuesta a una pregunta que ni siquiera había sido hecha. — Tiene que ver con el mensaje que te envié, ¿lo recuerdas?

Asentiste lentamente, volvía a tu memoria el recuerdo de que había algo que quería decirte. Sus ojos se volvieron cristalinos y por un momento te pareció estar mirando a un cachorro asustado. 

— ¿Qué ocurre, Sherlock? — Preguntaste preocupada, ¿por qué le daba tantas vueltas al asunto? 

Se llevó las manos al cabello, sacudiendo el agua que caía en él. Tu corazón dio un vuelco, del mejor tipo, pues Sherlock provocaba que tus hormonas se descontrolaran de formas nunca antes vistas. También te diste cuenta de que no era conveniente que siguieran bajo la lluvia, ambos estaban ya empapados.

— Quizás debamos entrar y seguir platicando. — Dijiste buscando las llaves en tu bolsillo, Sherlock te detuvo.

— No, necesito decirte algo ahora mismo. Algo que no podía decirte por teléfono, y por ello viene desde Londres hasta aquí y te perseguí bajo la lluvia cuando deduje que no estabas aquí, es estúpido como tengo tanta prisa por decírtelo, pero no puedo encontrar las palabras correctas, ni el valor.

 — Sherlock, me estás asustando, ¿está todo bien? ¿Qué es eso tan importante que no pedes decirme?

Sherlock sonrió un segundo al ver la confusión plasmada en tu rostro, tomó tu mano entre las suyas, hacía el calor suficiente, pero de igual manera, él seguía usando guantes. 

— Te amo. — Fue su confesión, dos palabras en las que había vertido su corazón como notaste por su tierno tono, y por el brillo en sus ojos, y más tarde por su sonrisa. Te costaba un poco creer que Sherlock Holmes hubiera venido desde tan lejos a decir dos palabras que habían dejado sus mejillas sonrojadas. 

Reíste un poco, conmovida por su gesto, sabías que las emociones no se le daban bien, que su forma de expresarse era más bien de acciones que de palabras, pero por su expresión supiste que quizás se había estado conteniendo demasiado, y haberlo pospuesto más, lo habría llevado a explotar. 

— Siempre he encontrado las emociones absurdas y estorbosas, y de igual manera, no considero que un papel tenga valor, no considero que un voto enfrente de un montón de extraños y un montón de figuras arcaicas, o que tengamos que recitar frases de un libro viejo mientras estamos vestidos de manera elegante, no creo que nada de eso tenga ningún significado, ya que, son solo tradiciones que la gente ha creado a través del tiempo porque al parecer no tenían nada mejor que hacer, —se detuvo un momento para respirar, pues estaba hablando con demasiada velocidad— pero no me interesa, estoy dispuesto a aceptar ceremonias cursis, a firmar cuantos papeles inútiles sean necesarios para ti, pero quiero ser "el definitivo" para ti. 

— Oh, Sherlock. — Sonreíste, luego al fin, besaste sus labios tibios, a pesar de la lluvia y de estar empapado, por primera vez desde que lo habías visto por última vez en el aeropuerto de Heathrow. — Para mí siempre lo fuiste, sabía que, si incluso no pasaba nada entre nosotros, nunca iba a poder olvidarte. 

Sherlock sonrió y tú también, tu vida se sentía plena justo en ese momento, se abrazaron por un par de minutos hasta que un relámpago partió el cielo en la lejanía, provocando un gran estruendo.  

— Será mejor que entremos. 

— Genial, me he ganado el honor de entrar en tu casa, no puedo esperar por el interrogatorio de tu familia... pero no, en realidad antes de eso, me gustaría dar una vuelta por aquí, conocer cuál será la ciudad en la que me desenvuelva la mitad del año. ¿la policía es igual de incompetente que Scotland Yard?

Reíste. 

— Es diez veces peor. 

Sherlock rió junto a ti. 

— Al menos espero que tengan buenas papas.

— Te encantarán. 

Sherlock te tomó de la mano y ambos se perdieron bajo la lluvia, ya estaban empapados, ¿qué más daba mojarse un poco más? El hecho de estar juntos ya producía el calor suficiente para olvidar la humedad de la lluvia. Sherlock no podía esperar a resolver crímenes juntos y tú no podías estar más feliz de eso, parecía que tu final feliz era justo en ese instante, mientras ambos caminaban de la mano bajo la lluvia de tu ciudad, no necesitabas nada más. 


Fin








Notas: Gracias por llegar hasta acá y perdón por los largos hiatus. Esperé hasta hoy por el cumple de Ben. ¡Feliz cumpleaños! (Cómo si él fuera a ver esto, lol). 

El defecto de la razónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora