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—¿Cuántos años tienes?

Soobin suspiró sabiendo a dónde iba.

—Veintiuno, señor.

—Mis aprendices son la mitad de tu edad —Rio el herrero. —Además de que no te ves como si pudieras levantar un martillo y mucho menos usar uno— El hombre musculoso levantó un brazo enorme y lo flexionó, haciendo gala de sus músculos impresionantes.

—Gracias de todos modos. —Soobin asintió con la cabeza y se volvió rápidamente para que el herrero no pudiera ver la humedad acumulándose en sus ojos. Tanto para el herrero, el joyero, el banco, y casi cualquier otro lugar posible de empleo, pensó Soobin.

—Acéptalo Bin, eres inútil —Murmuró, pateando una piedra en la calle. Desde la muerte de sus padres hacía dos semanas, su vida había tomado una espiral descendente. Despojado de su fortuna hasta que cumpliera los veinticinco años, Soobin fue dejado a manos de sus tíos sin escrúpulos. Uno que quería que se casara con su lamentable hijastra y el otro que quería arrinconarlo en los pasillos oscuros y agarrarlo con sus dedos pegajoso. Como Soobin prefería a los hombres más cerca de su propia edad y que no estuvieran emparentados con él, necesitaba encontrar una manera dec onseguir dinero y obtener el infierno fuera del hogar familiar. Sus tíos le habían invadido por la muerte de sus padres y no veía la manera de conseguir sacarlos. Ambos eran poderosos políticos y habían convencido a todos, que estaban allí para ayudar a su sobrino en su momento de necesidad. Lo increíble es que la gente les creía. Sin embargo, en la realidad, Soobin estaba esencialmente sin casa y pobre. Los bancos no le prestaban dinero por el poder de sus tíos y nadie lo contrataría porque era demasiado viejo para aprender un oficio. Aunque podía hablar veinte idiomas, tocar un instrumento musical, y ser el anfitrión de cenas, éstas no eran habilidades para un trabajo útil.

—¿Todavía estás buscando trabajo, hijo? —Una voz ronca habló cerca. Soobin sacudió la cabeza. Se volvió y encontró a un pequeño hombre de mediana edad, de pie junto a él. El hombre tenía el pelo largo y gris, con un traje gris plateado e incluso su piel tenía un color de yeso grisáceo. Una mirada rápida confirmó que, efectivamente, los ojos del hombre eran grises también.

—Sí. Todavía estoy buscando —Si el hombre había estado observando todo, sabia la suerte de Soobin.

—¿Has probado en el castillo?

Soobin miró el enorme edificio de oro en la distancia y se estremeció.

El castillo del Rey de los Vampiros era un testimonio de la arquitectura brillante. Él se estremeció.

—No.

El hombre lo miró con sus penetrantes ojos incoloros, haciendo creer que el hombre mayor podía leer su alma. Soobin suspiró y sucumbió a su curiosidad.

吸血鬼王的丈夫 [ YeonBin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora