III

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La bola de luz antes de salir por el portal mira la cara de Anmog, y no sabe si él debe estar agradecido por no tener dedos, para así no poder hacerle la mala seña y por ende no causar otra posible apocalipsis global o pensar que los mundos deberían estar agradecidos con él por eso.  En fin, ¿a quién le importa eso ahora?, va a ser libre, corre lo más rápido posible o mejor dicho flota, ya que no tiene piernas ni cuerpo. Solo es un alma después de todo. No siempre fue así, pero es lo que hay. Cuando está a centímetros de cruzar el portal ve unas manos salir por este, estas parecen deformarse, están hechas por sombras y parecen estar yendo por algo, estas manos se estiran alargando y aumentando su tamaño.
    Pasan de lado la bola de luz que se sorprende de esta vez no tener a un ser interdimensional yendo tras de él, y por la curiosidad de ver por quién están yendo estas manos, decide voltear. Antes de poder girar su ángulo y visualizar lo que estaba sucediendo, es jalado de forma abrupta. Sin darse cuenta se acabaron los centímetros entre él y el portal, por lo que repentinamente puede sentir una fuerte succión atrayéndolo al portal y haciéndolo introducirse en él a la velocidad del rayo. Sin darle tiempo a ver lo que estaba sucediendo tras de él. Al ser transportado y movido de esta forma tan inesperada, sus pensamientos se desordenaron, la última vez que cruzó este cancino portal fue hace un buen tiempo, no recuerda cuánto exactamente, pero sabe que fue hace mucho. En esas épocas tenía un cuerpo, no tan funcional, pero tenía piernas y brazos y, no era una miserable bola que ni la cabeza puede girar porque, ¿adivinen qué?, ¡no tiene cuello!. Así que sí, puede entender que debido a sus desafortunadas circunstancias este cambio tan extraño, en realidad sea norma y él sea el raro. Solo está exagerando, eso debe ser, ¿no?.

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Del otro lado del portal, volviendo un poco en el tiempo. Antes de que el alma pudiera cruzar y calmar al dios de la vida. Hay una sombra que ve con una mirada depredadora al portal, ya las dudas sobre qué parece salir, por qué lo abrieron o cómo se abrió, se han borrado de su mente. Ahora tiene otra prioridad y, nada, absolutamente nada lo va a distraer de completar esta nueva prioridad. Se transporta dentro de la cúpula, ignorando el cadáver ya sin alma y mutilado en el piso, se mueve delante del huevo y mete sus manos al portal. En su forma como sombra es bastante sencillo mutar sus extremidades para alargarlas o encogerlas, ya cuando alguien está tan acostumbrado a adaptarse a las peores situaciones de vida como él, es más fácil acostumbrarse y sacarle provecho. Esta situación es perfecta para él, a pesar de no tener un corazón puede sentir su pálpito ir aumentando a una velocidad inhumana por las ganas de cobrar un pedazo de su venganza, mucho antes de tiempo, ya que antes tenía planeado efectuar sus planes pero todavía faltaban más cosas. Solo que hoy, por casualidad se le ha presentado la oportunidad de enseñarle cómo funcionan las cosas a esos cuatro dioses de pacotilla, que solo con llamarlos por el título de dioses es una vergüenza para el plano celestial. Hoy va a tomar lo que le pertenecía en un inicio, una parte de lo mucho que le robaron ese día.

[Son míos]

Las manos sombrías se deslizaron por el mundo oscuro hasta llegar a donde estaban ellos, los dioses oscuros. Tan pronto como los dioses vieron las manos acercándose, se pusieron en guardia, pero fueron demasiado lentos. Sintieron un mal presentimiento que hacía tanto tiempo que no lo sentían, que casi lo habían olvidado, pero volvió, ese escalofrío que recorría desde la espina hasta la nunca, y los hizo sentir como si nunca se fue en primer lugar. En cuestión de segundos las manos se convirtieron en sombras gigantes que envolvieron los cuatro dioses. Ellos podían sentir cómo sus poderes eran absorbidos por esas sombras, podían sentir las sombras aumentando su fuerza y tamaño. Los dioses se estaban debilitando rápidamente ante este asalto, estaban perdiendo su magia y poder. Ante esta presión opresora que las sombras iban causando, poco a poco los dioses van perdiendo sus posturas. Tanúris y Anúbis se apoyaron uno en el otro para mantenerse en pie, pero finalmente cayeron, incapaces de seguir resistiendo.

Los dos lados de la luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora