VII

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''¿Se tiró?'' se pregunta el hombre volviendo en sí. Aunque su poder es lo suficientemente fuerte como para unirse en las sombras y recrear su cuerpo a partir de ellas, ya no puede hacerlo por mucho tiempo. Tiene un tiempo limitado.

No siempre fue así, fue a partir de ese día. Su magia ha sido más limitada desde su exilio, pero ya es mejor no pensar en eso, no es el momento. Su plan de venganza no se logrará hoy, pero está seguro que lo hará, y para eso necesita centrarse en lo más importante, y eso es: la clave, y esta clave no solo se ha escapado –más de una vez–, también ¡se ha tirado por un precipicio!.

''Dónde está, qué pasó?'' ya no puede seguir viendo, pero lo sigue intentando.

Nada más vio eso, y no es suficiente. [¿Cómo lo voy a encontrar?], ya no puede seguir viéndolo por las sombras, no mientras el joven esté inconsciente, [o tal vez esté muerto?]. En ese caso, tendría que encontrar su cadáver. [Los cadáveres no escapan]. De igual forma, tiene que encontrar su paradero, y lo único que tiene de pista es lo que logró ver: el joven golpeando mercenarios y tirándose por un acantilado. Ya no sabe si estar sorprendido por haber visto cómo el joven peleó o se tiró, no, definitivamente está más sorprendido de que se haya tirado. De cualquier manera, tiene que admitir que tiene valor, eso es algo que él admira [valor o estupidez?] se cuestiona, pero bueno, ¿qué sería del valor sin un poco de estupidez?.

De repente recuerda la cara del hombre con la larga cicatriz.

En este recuerdo viene el mercenario, que pasó su lengua por el cuello del oji-celeste, y esto le produce cierta molestia, que lo hace estremecer y sentir la necesidad de romper algo. De romperle la mandíbula, sacarle la lengua y hacerlo lamer su propio excremento. Atribuye su extraño sentimiento a que [es mi presa. Solo yo puedo tocarla] es como si tocasen algo de su propiedad. Hace un puño con la mano y piensa críticamente, [Tendré que dar una clase de ética].

''Salcifer'' esa voz, esa melodiosa voz. Salcifer la conocía muy bien.

Cuando voltea, siente la presencia de esta persona, una persona que pensó nunca volver a ver –por lo menos no en este mundo–. Calak, la diosa de la música y poesía, una con la que estuvo íntimamente –muy íntimamente– relacionado.

''Qué haces aquí?'' demanda Salcifer

''Salcifer, no me hables así'' contesta la bella mujer bajando la cabeza

''Responde''

''Vine para ayudarte'' al Salcifer escuchar esto, deja salir una risa. Una risa amarga y fría

''Que yo sepa, ahora mismo, no necesito a alguien que mate a mis amantes. Cuando lo haga, te aviso. Gracias'' los ojos rojos de Salcifer rodaron en ironía

''Perdóname, no lo volveré a hacer. Dame una oportunidad más, haré lo que me pidas'' la mujer se arrodilla, dejando sus largos cabellos color miel tocar el piso.

''Lo que sea?'' baja su roja mirada

''Lo que sea'' Calak, aún de rodillas, toma una pierna de Salcifer para esconder su cara. Salcifer inmediatamente la patea para apartarla.

''Primero, no me vuelvas a tocar. Segundo, para ti, ya no soy Salcifer, soy: amo'', dice poniéndole énfasis a la última palabra, y continúa diciendo ''necesito que me digas exactamente lo que ha pasado en el mundo celestial desde mi ausencia, y lo último: quiero que encuentres a alguien''

''Encontrar a alguien?, a quién?''

''No te adelantes, responde lo primero que te pedí''

''Desde que te fuiste''

''Desde que se fue'' la corrige interrumpiendo, ''Dije que desde ahora no me hablarás de forma tan informal, ¿acaso estás sorda?'' continúa con una sonrisa.

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⏰ Última actualización: Jun 11, 2023 ⏰

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