La conducción fue un borrón en mi mente, mis emociones se agitaban como un mar embravecido. Mis manos temblaban en el volante mientras mis pensamientos oscilaban entre la tristeza y la ira.
No sabía adónde me dirigía, pero algo dentro de mí me impulsaba a buscar respuestas, a encontrar alguna forma de escape de este torbellino emocional.Mis pasos me llevaron a una vecindad descuidada, un lugar donde el tiempo parecía haberse detenido y las esperanzas se habían desvanecido. Los edificios estaban deteriorados, las paredes descascaradas y las ventanas rotas.
Toqué la puerta de uno de los departamentos, sintiendo una mezcla de miedo y desesperación. La puerta se abrió lentamente, revelando a un hombre de aspecto desaliñado y mirada salvaje. Su cabello revuelto y su rostro marcado por la angustia eran un reflejo de su estado mental. Sus ojos me miraron con desconfianza y una chispa de peligro.
—¿Qué quieres? —bramó Mike, su voz llena de agresividad.— Pensé que lo habías dejado, así dijiste la última vez que te vi por aquí— enarcó su ceja izquierda.
—Necesito lo de siempre...— giré los ojos sin darle vueltas al asunto.
Soltó una risa nasal burlona, le divertía verme como perro con la cola entre las patas.
Mis manos temblaban mientras miraba al Mike frente a mí, consciente de la estupidez que haría. Hacía un tiempo había dejado ciertos... hábitos pero ahora sin banda, sin prometida, qué podría detenerme.
El aire se llenó de tensión cuando pronuncié mi petición de forma velada, envuelta en un manto de sugerencias implícitas. Mike, con una mirada cansada pero conocedora, asintió con la cabeza y desapareció en el interior del departamento.
Mientras esperaba, mis pensamientos se agolpaban en mi cabeza. Me sentía atrapado en un abismo de dolor y confusión, buscando una forma de escapar aunque fuera temporalmente. La cocaína era una vía de evasión, una manera de entumecer mi mente y olvidar, al menos por un breve momento, el caos que había invadido mi vida. Y aunque al principio era solo para vencer mi timidez en el escenario, escaló gradualmente para vencer... todo. Aunque eso me venciera a mí y me destruyera.
Mike regresó con una pequeña bolsa, la entregó con un rastro de lástima en sus ojos. Intercambiamos un fugaz gesto de entendimiento, un reconocimiento silencioso de la miseria que compartía en ese instante. No había necesidad de palabras, ambos sabíamos lo que estaba en juego.
Tomé la bolsa con cuidado, ocultándola rápidamente en mi bolsillo. No me enorgullecía de lo que estaba a punto de hacer, pero en ese momento la necesidad de escape superaba cualquier juicio moral o consideración sensata.Agarré los billetes en el bolsillo trasero y se los entregué para desaparecer de allí lo más pronto posible.
Decidí cambiar de dirección y buscar otro refugio en mi desesperación. Un lugar donde pudiera encontrar algo de consuelo, aunque fuera efímero. Conduje hasta una tienda cercana y entré decidido a comprar alcohol, otra forma de enterrar mi dolor en el abismo temporal del olvido.
Esta mierda me supera. ¿Es mejor morir?
El interior de la tienda era frío y poco acogedor. Hice un gestio frunciendo la boca para evitar que las lágrimas volvieran.
¿Por qué después de todo lo que vivimos? ¿Por qué? ¿Qué me faltó? ¿En qué le fallé?, resonaba en mi cabeza.
Las luces fluorescentes resaltaban las filas interminables de botellas y latas, cada una prometiendo un alivio momentáneo a las penas del mundo. Caminé por los pasillos, sintiendo los ojos de los demás clientes sobre mí, aunque tal vez solo fuera mi paranoia jugando con mi mente.
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𝘛𝘩𝘦 𝘖𝘯𝘭𝘺 𝘏𝘰𝘱𝘦 𝘍𝘰𝘳 𝘔𝘦 𝘐𝘴 𝘠𝘰𝘶 | 𝘎.𝘞.
FanfictionCuando Gerard Way se encuentra en el punto más bajo de su vida, con su corazón destrozado y su espíritu desolado, conoce a Lily, una chica apasionada por la música y el arte que se convierte en su única esperanza para salir adelante. Juntos, se sume...