Capítulo 5

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Nuevamente habían pasado dos semanas sin ningún mensaje de parte de Dāw. Yo no estaba acostumbrado a que me hicieran esperar y siempre quería todo rápido y en el momento. No entiendo cómo pude aguantar no escribirle o llamarlo para exigirle que nos volviéramos a ver. Tal vez no quería que tuviese problemas con mi primo.

Aquella mañana estaba tumbado sobre mi sillón especial en la terraza, con la cabeza colgando por el costado, para que me llegara la sangre y dejara de pensar en él, cuando mi móvil sonó con un mensaje nuevo. Salté sobre él y por fin pude volver a sonreír. Era un mensaje de Dāw.

"Khun, esta tarde iré al pediatra para una revisión de rutina de Venecia, pero será muy corta. Si gusta, nos podemos ver un momento"

¡Oh, benditos todos los dioses! ¡Qué buena oportunidad! Enseguida mi cabeza empezó a cavilar probables sitios para nuestro encuentro luego de que el niño me dijera el lugar donde nos encontraríamos.

A las tres de la tarde con 20 minutos, tal y como Dāw lo había prometido, este aparecía con el bebé sobre sus hombros, y el guardaespaldas siguiéndoles los pasos. Su revisión había terminado y tenía el resto de la tarde libre.

Le hice señas desde el auto donde estábamos con Arm y Pol. El niño se acercó sonriente y Venecia me miró curioso moviendo la manita, supongo que saludándome.

—Súbanse, iremos a un lugar especial

Dāw miró a su guardaespaldas, quien me vio con desconfianza, y con razón.

—Eh, no creo que sea conveniente que nos subamos en su auto, Khun... —dudó Dāw

—Es que llegaremos más rápido de esta forma —expliqué mirando cómo su guardaespaldas se acercaba a nosotros.

—Esto sobrepasa los límites, Dāw. Te prometí que no le diría nada a Khun Vegas, para que no te regañara, pero esto ya no.

—Vamos, Dean —Arm sacó la cabeza por la ventanilla del copiloto para hablar con el guardaespaldas —te aseguro que no los queremos secuestrar. Confía en que la pasaremos todos muy bien —sonrió sinceramente.

El guardaespaldas miró alternadamente a Arm, Pol y a mí, que sonreía angelicalmente, y luego se volvió hacia Dāw.

—Está bien. Pero si veo algo fuera de lugar, nos largamos Dāw. Los seguiremos desde nuestro coche. No podemos dejarlo acá.

Vi como el niñero sonrió ante la aceptación. Eso me alegró, porque me mostró que sí quería ver de qué se trataba la sorpresa que les tenía preparada.

Ambos autos se pusieron en marcha, el nuestro liderando la caravana. Poco a poco, la carretera dejó atrás a todas las casas y edificios de departamentos para dar paso a la vegetación exuberante. De pronto, nuestro coche giró a la derecha, donde se abría el camino que daba directamente a una gran puerta con el nombre "Splash Land" en letras gigantes, y tras ella, una serie de toboganes inmensos.

Nuestro auto se detuvo y salí saltando de él ya con el traje de baño puesto. El auto donde venía Dāw se detuvo unos segundos después y el niño salió cargando a Venecia mientras ambos miraban maravillados el lugar.

—¿Está seguro de esto, Khun? Este no es un lugar para un bebé —se acercó el guardaespaldas Dean para quejarse.

—No te preocupes, muchacho. He dado indicaciones expresas de que todos los juegos que usemos sean seguros. De todas formas, sólo estaremos nosotros. Podemos escoger qué juego usar y qué no las veces que queramos—sonreí ante sus ojos abiertos.

—Pero Khun... —empezó a decir Dāw pero sin quitarle la vista a las atracciones que se veían tras las puertas —no traje mi... traje de baño

—Ni te fijes. Escoge el que quieras de la tienda y también uno para el pequeño engendrito. También trae unos salvavidas y que Dean escoja lo que necesite —ordené y vi cómo ambos se miraban y aceptaban su divertido destino.

Yo, TankhunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora