Capítulo 7

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Mi lugar favorito en todo el mundo, el acuario. Los tonos azules que se reflejaban sobre el piso y las pocas paredes me relajaban siempre que lo visitaba. Sentado en una de las bancas dentro del establecimiento, rodeado de cristal detrás del que miles de especies de peces pasaban como flotando, era mi sitio seguro.

Había pasado más de un mes sin saber noticias de Dāw cuando el día anterior me había escrito de la nada. Me dijo que al día siguiente podría darse un tiempo para que yo viera al bebé. Sí... al bebé. Quería al pequeñito, pero... quería verlo a él. Sólo pensaba en él, en Dāw. Sólo quería estar con él, que me escribiera, que me llamara, que él también sintiera deseos de verme. Esta situación me estaba volviendo loco... y de verdad.

Mi ansiedad estaba al límite y sólo pensaba en la manera cómo poder acercarme más a él. Pero cada que recordaba cómo sus ojos se iluminaron y su sonrisa se amplió al hablar de mi primo, hervía mi sangre. ¿A Dāw le interesaba Macao? No sería nada raro, tomando en cuenta de que ambos son más o menos de la misma edad y yo les llevo bastantes años.

La incertidumbre y mis ganas de tenerlo todo siempre rápido y como yo lo quiero estaban por acabar conmigo. Mi egoísmo también formaba parte de esta batalla y me hacía no querer escribirle ni llamarle, también para no causarle cualquier problema. Una noche antes de la cita de hoy, en medio de una pesadilla, desperté dispuesto a que hoy se decidiría la suerte de esta relación.

—Perdone, Khun. Llegamos un poquito tarde porque Venecia se despertó de su siestita más tarde de lo que suele hacerlo— Dāw me sacó de mis pensamientos al acercarse a donde estaba yo sentado cabilando sobre el futuro.

El pequeñito me miraba con curiosidad, como las anteriores veces mientras parecía disfrutar de su chupón. Acaricié su mejilla con delicadeza.

—¿Quiere que se lo deje un ratito, Khun? —me preguntó Dāw viendo cómo el bebé no hacía ningún berrinche ante mi toque.

Acepté con la cabeza y Dāw colocó al bebé en mi regazo. El pequeño se quedó mirándome, y yo le sonreí. Es un gordito tan guapo. Pero en cuanto se dio cuenta de que Dāw no lo estaba agarrando, escupió su chupón y empezó a llorar como si lo estuvieran golpeando. Nuestros guardaespaldas se taparon los oídos, los peces que nadaban frente a nosotros, se escaparon, y Dāw rápidamente lo cargó en brazos.

—Ay, qué bárbaros tus pulmones, Venecia. Mira cómo asustaste hasta a los pececitos. Ven, vamos a llamarlos para que regresen — Dāw le puso nuevamente el chupón en la boca con cuidado y se acercó con el bebé en brazos al cristal que nos separaba de todas las especies acuáticas.

Mientras Dāw distraía al bebé, me quedé contemplándolo. Sin duda que era un chico muy bonito, sencillo, humilde, de buenos modales, divertido, valiente... y amaba a la familia en la que vivía. Especialmente al bebé que tenía en brazos en ese momento y probablemente a su hermano.

Suspiré aclarando mi mente y me acerqué a ellos.

—¿Ves este, Venecia? Es una mantarraya. ¡Mira, parece que estuviera sonriendo! ¡Hola señora, mantarraya! — Dāw hacía que Venecia saludara con su manita.

— Dāw... quiero que me contestes a una sola pregunta— interrumpí su tierno momento.

—Ay, Khun, me asustó. No sabía que estaba tan cerca —respondió mirándome —¿Qué quiere preguntar?

—¿Cuál es mi nombre?

Dāw me miró a los ojos y vi cómo su expresión cambió a una de vergüenza.

—¿Dragón Khun? —respondió con otra pregunta sabiendo que estaba totalmente equivocado.

Suspiré nuevamente sabiendo que nada de esto había tenido sentido desde el principio, porque este muchacho ni siquiera sabía mi nombre así que estaba perdiendo mi tiempo y mis cabales por nada.

—Me llamo Tankhun... pero sí, puedes decirme Dragón, pequeño Dāw —sonreí dándole palmaditas en la cabeza.

—¡Da!!!! Daaaaaa!!!! —Venecia se quitó el chupón de la boca y haciendo un ademán de golpearme empezó a gritar.

—No te preocupes, primito. Dāw es todo tuyo, no te lo volveré a quitar —le dije, pasando las palmaditas al pequeño gordito que se quería escapar de mi toque.

—¿Qué dijo, Khun? — Dāw me preguntó mientras agarraba las manitas del bebé para que no me golpeara.

—Es mucho riesgo para ti el que nos veamos de esta manera, Dāw. Te agradezco mucho que hayas podido darte estas escapadas para que yo pudiera verlos. Pero... ya no es necesario. No quiero ponerte en aprietos —le dije sinceramente —Si alguna vez puedes pasarme fotos y videos de Venecia para que yo vea como crece, te lo agradeceré, pero si eso implica un problema para ti, no es necesario.

—Ay, Khun... bueno... sí es un poco problemático para mí, pero sé que usted quiere ver a Venecia... yo podría tal vez...

—No, Dāw. Las veces que nos vimos para mí han sido... muy especiales, pero no quiero que te regañen si se enteran con quién te ves y que mientes para salir. Déjalo así.

—Está bien, Dragón khun —por un momento hasta pensé que le estaba dando pena no poder volvernos a ver —yo... también disfruté mucho estas salidas que eran dedicadas para Ven...

—Eran para ti... —lo interrumpí a lo que él me miró sorprendido —obviamente quería pasar más tiempo con el bebé, pero... quería conocerte más a ti —bajé la mano hasta acariciar la mejilla de un Dāw que me miraba boquiabierto.

— Dāw, Khun Macao está preguntando por ti —su guardaespaldas se acercó justo en ese momento para mostrarle el mensaje que había recibido y me miró ceñudo.

—Debes regresar antes de que te digan nada —deslicé mis dedos una vez más por su mejilla y la aparté.

—Es... está bien... khun... Tankhun... —escuchar mi nombre dicho por sus labios se sintió tan bien que sólo sonreí.

Volvimos nuestros pasos hasta donde Dāw había dejado el bolsón con las cosas de Venecia. Era  momento de nuestra despedida.

—Le enviaré algunas fotos y videos, Khun, se lo prometo — Dāw me hablaba sonrojado.

—Gracias, Dāw. ¡Y más les vale a mis primos los cuiden bien... porque sino... este dragón no medirá consecuencias! —le dije con pose y voz histriónica, causando una carcajada en él... y en el bebé. Sí que extrañaría a ese par de pequeños.

—Adiós, khun. Gracias por todo — Dāw sonrió e hizo que Venecia se despidiera con la manito.

Me quedé sentado mirando cómo se iban. Por primera vez en mi vida no pude obtener algo que yo tanto quería. Pero no me sentiría mal, ni lloraría por ello, aunque dentro mío hubiera como un pequeño espacio vacío, ese que llenaban Dāw y Venecia. Sabía que había hecho lo correcto.

Estuve unos minutos más contemplando la inmensidad del acuario, sus tonos azules y peces danzantes.

—¡¡¡¡Hey Pooool!!!!— grité de repente asustando a los transeúntes y a mis dos guardaespaldas.

—¡Señor! —el aludido se acercó presuroso.

—Prepara el auto. Iremos al club a beber. Dile a Phi Jade que tenga todo preparado para recibirnos. ¡Hoy la pasaremos súper bien! —dije subiendo mis brazos en señal de festejo.

Y es que la vida es eso... sorpresas, bienvenidas, ilusiones y despedidas. Y las lecciones que todo ese ciclo nos deja merecen ser celebradas.... ¡Salud por Dāw, su hermosa sonrisa y todo lo que me hizo sentir!

Yo, Tankhun, seguiré por siempre brillando, sonriente y... loco.


FIN

Y así concluye "Yo, Tankhun". Quiero agradecerle a su autora, mi amiga @TatiYoJeong por permitirme publicarlo en mi cuenta, pero también por haberse animado a crear una historia que incluye a un OC mío 🥺

¡Gracias a quienes leyeron, votaron y comentaron! O(∩_∩)O

¡Salud por la locura divertida de Khun! 

¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS @TatiYoJeong!! (/≧▽≦)/

Yo, TankhunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora