Capítulo 4

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Casi dos semanas habían pasado desde aquel acuerdo y no recibí ni una palabra en el móvil de parte del muchachito. Cuando ocurrió el incidente y se me ocurrió chantajear a Dāw por ello, en realidad no pensé contarle a Vegas lo que había pasado, pero como no tenía ni un mensaje de su parte, estaba pensando seriamente en hacerlo... o por lo menos, en pretender hacerlo.

Aquel día me había despertado especialmente sensible luego de un sueño estúpido que tuve, donde me la pasaba todo el momento intentando atrapar a Dāw sin resultado, porque este se volvía pequeñito y se escabullía entre las grietas de una casa vieja, o corría tan rápidamente que yo no podía seguirle el paso.

—¡Hey Pol! —grité en cuanto me desperté de esa fea pesadilla —¡Consígueme el número de ese chiquillo, inmediatamente! —le di la orden en cuanto llegó presuroso hasta mi cama.

La verdad no sé qué habrá hecho el pobre Pol para conseguirlo, pero en menos de media hora, el número estaba anotado en mi móvil y yo ya tenía un plan trazado para evitar que se escabulla de mi vida, tal y como se escabulló en mis sueños. Además, para evitar que Pete se enterara de algo de esto, se lo presté a Porsche para que lo mantuviera ocupado en otras cosas y no me arruinara mis planes.

Aquella tarde, una serie de unas cinco o seis fotos estaban listas para ser enviadas a Dāw. En algunas Pol me retrató a punto de marcar el número de Vegas. En otras, aproveché la visita de mi primo para sacarme unas fotos posando a sus espaldas, a punto de tocarle el hombro. Desde luego todas estas fotos eran simplemente para hacer que el muchacho reaccionara de alguna forma y no obtuviera yo solo silencios. Y mi plan funcionó.

"¡NO, KHUN! ¡NO LE DIGA NADA A KHUN VEGAS!" fue el primer mensaje que me llegó tras enviarle las fotografías.

"No pude contactarlo antes, me disculpo. Pero este viernes iré a la misma tienda en la que nos vimos la primera vez. Podemos vernos ahí. ¿Le parece a las 5pm?".

"Estaré esperando" envié el mensaje de respuesta con una sonrisa triunfante.


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Ese viernes, me puse mi mejor traje nuevo, aquel verde oscuro con diseños de plantas tropicales en tonos rojos y naranjas, mis botines de cuero naranjas y, para terminar de decorar mi estilo, una bufanda de plumas de pavo real... ¡qué glamour!

Mis guardaespaldas me ayudaron a planificar toda esa cita tal y como la imaginaba y las cosas empezaron saliendo bien.

A las 5 de la tarde, Pol fue hasta la tienda para bebés y recogió a Dāw y Venecia, con su guardaespaldas tras ellos, y los llevaron hasta donde yo estaba en el último piso de ese mall. Dāw se acercó presuroso con el bebé en brazos para entregármelo mientras sonreía y me saludaba.

—Buenas tardes, Khun. Le presto a Venecia un ratito —se sentó frente a mí mientras veía cómo el pequeño apretaba las plumas de mi bufanda con sus manos llenas de baba y galleta que seguro venía comiendo.

—Pequeñajo —sonreí sinceramente. En verdad había extrañado a ese bebé. Cuando Pete lo llevaba de visita, siempre jugábamos, pero era mucho más pequeño y fácil de tratar. Ahora, más grande, podía hacer un desastre en tiempo récord. Pero debía darle el crédito de que uno de sus desastres nos había llevado a tener esa cita.

Dāw me contó apresuradamente que su guardaespaldas, el mismo que el de la otra vez, esperaría afuera del local. Al parecer, lo había convencido de no decirle nada a Vegas sobre el altercado de la última vez, el mismo que nos había llevado a esta situación. Un punto más a favor.

—Ordena lo que quieras de la carta —le dije a Dāw quien me vio con sus ojos como platos.

—Yo... acabo de comer, Khun... gracias

—No te creo, pide lo que quieras. Me dijeron que los helados y batidos son ricos acá. También puedes pedir alguna papilla para Venecia —le indiqué mientras el bebé sacaba una a una las plumas de mi bufanda y las esparcía sobre la mesa donde sólo estaba el menú que Dāw empezaba a hojear tímidamente.

Al final, Dāw pidió un helado de tres sabores con crema y una papilla de durazno para Venecia, al que llevó a una pequeña piscina de pelotitas para que se divirtiera cerca de nosotros.

—Es la primera vez que vengo a este lugar — Dāw miraba fascinado la decoración del local, con paredes temáticas imitando las olas del mar, con diseños de peces y sirenas, y techos asemejando las burbujas de la superficie —pero ¿por qué está tan vacío?

—Por supuesto que no quise que nadie nos molestara, muchacho —sonreí con suficiencia mientras recibía la copa de helado de triple chocolate con chispas, crema y jalea de chocolate, delicia de dioses.

—Eso quiere decir que...

—Reservé este lugar para nosotros... hmmm... ¡este chocolate está muy bueno! ¡Hey Arm! ¡Pide dos litros para llevar a casa!

—Pero... pero Khun...

—Nada de peros, Dāw. Quiero estar con... con Venecia, quiero pasar tiempo juntos. Esto es lo menos que puedo hacer para que se sienta... se sientan en confianza conmigo —le dije sinceramente.

Dāw calló y simplemente se dedicó a saborear un poco de su copa. Pronto también llegó la papilla para Venecia y yo me ofrecí a dársela. Error... tras varios intentos fallidos de hacer que la papilla tomara el rumbo lógico de la cucharilla hasta su boca, toda la papilla terminó en mi cabello, mi rostro, la mesa, las manos de Venecia y mi bufanda que para esas alturas parecía un trapo para limpiar el piso.

—Pero Venecia, cómo le vas a hacer eso al Khun. No te portes tan rebelde como tus hermanos. Vamos, come esta papilla, está muy rica —Dāw tomó a Venecia avergonzado y empezó a alimentarlo con mejor suerte y paciencia.

Limpiarme ya no tenía sentido así que simplemente me dediqué a ver cómo el hábil niñero alimentaba al precioso pero rebelde bebé. Realmente Dāw era encantador. No me arrepentí de haber planificado esa cita.

Cuando Dāw terminó de alimentar a Venecia y lo arrullaba entre sus brazos, se dio cuenta de la hora.

—Khun, debo irme. Salí de la casa hace mucho y no quiero que Macaito se preocupe.

—¿Macaito? ¿Qué clase de apodo ridí...

—Yo le estaré escribiendo para la siguiente vez que pueda sacar a Venecia de la casa para que lo vea, ¿sí? — Dāw me interrumpió mientras con una mano cargaba a Venecia y con la otra ponía su bolso sobre su hombro —Gracias por todo. El helado estaba muy rico.

Y por primera vez, me dedicó una sonrisa sincera y brillante que eclipsó mis sentidos.

Lo vi caminar rumbo a la puerta de salida luego de despedirse con la mano y sólo sonreí tontamente. Estaba decidido a planear la segunda cita para que fuese mucho mejor que ésta. 


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Perdón por no publicar antes, pero he estado muy ocupada 😣

¡Gracias a quienes siguen esta historia! 😁

Yo, TankhunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora