Capítulo 1

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Antoniela

¿Qué se supone que haces cuando es tu noche de aniversario? Lo típico seria planear una cena espectacular o hacer una reservación en un restaurante con dos o tres días de anticipación. Te arreglas para verte perfecta, usas tus mejores joyas, tu mejor vestido, tu mejor par de zapatos porque quieres impresionarlo, quieres que te mire como el primer día que se conocieron, quieres que todo sea especial y placentero. Quieres pasar una noche perfecta a su lado, ambos celebrando un año más de una perfecta y hermosa unión.

Pero no todo es así.

No esta vez.

Mire mi reflejo en el espejo de cuerpo completo que se encontraba en mi habitación. Llevaba un vestido de color crema que se cernía a mi cuerpo y hacia resaltar mis curvas, los tacones hacían lucir mis piernas largas y esbeltas. Mi cabello estaba suelto en unos perfectos rizos.

Sonrei un poco al ver lo bien que me había arreglado para esta noche tan especial, pero esta fue desapareciendo lentamente al fijarse en el anillo que se encontraba en mi dedo anular. Tan imponente y brillante como siempre.

Elevo mi mano hasta dejarla enfrente de mi rostro, miro el anillo por unos segundos y con un movimiento brusco me lo quito y dejo que caiga al piso cubierto por un tapete.

Dándome una ultima mirada al espejo, prosigo a llegar a la primera planta, escuchando el sonido de mis tacones al hacer contacto con la madera que se encuentra debajo de mis pies.

Voy directamente al comedor, donde la mesa se encuentra perfectamente arreglada. Las velas están encendidas, los pétalos están regados sobre el mantel de color vino, los platos y cubiertos están perfectamente colocados al igual que las copas. La botella de champán se encuentra en una cubeta con hielo, esperando ansiosamente ser abierta.

Observo todo por ultima vez y me encaminó hacia la sala, donde una copa con vino me espera.

Me siento sobre uno de los muebles individuales y cruzo las piernas con toda la elegancia que se me es posible. Tomo la copa de vino que se encuentra sobre una pequeña mesa y le propino el primer sorbo, degustando su sabor.

Miro el reloj que reposa sobre una de las paredes, son las ocho con treinta minutos. Tomo una profunda inhalación y espero, espero durante tres horas sin moverme de mi lugar, hasta que el sonido de la puerta abriéndose anuncia su llegada.

Puedo notar como intenta no hacer tanto ruido al cerrar la puerta, no queriendo despertar a nadie o hacer ruidos innecesario.

Miro el reloj, diez y cincuenta y cinco.

Dejo la copa vacía sobre la mesa que se encuentra a mi lado, donde se encuentra un sobre.

-Antes tenias la decencia de llamarme cuando ibas a llegar tarde-mi voz sale firme y tranquila, causando que se sobresalte.

Sus ojos confusos recorren toda la estancia hasta toparse conmigo. Me observa detalladamente por unos leves segundos para terminar soltando un suspiro de cansancio.

-La reunión se atraso un poco más de lo habitual, no pude avisarte, lo siento cariño-se excusa sin mirarme a los ojos.

Se da media vuelta mientras se va quitando la chaqueta para colocarla sobre el perchero, a un lado de uno de mis abrigos.

Intento formar la sonrisa más cálida que se me es permitida procrear.

-¿Sabes que día es hoy?-pregunto, en un fingido tono casual.

Observó cada movimiento que hace, como se va deshaciendo del nudo de su corbata y como desabrocha los primeros dos botones de su camiseta.

-Viernes treinta y uno-responde, volviendo a posar su mirada sobre mi.

-Exacto-levanto una de mis manos y señaló con un movimiento la mesa completamente arreglada que se encuentra detrás de el y que al parecer, no le había prestado atención-Hoy es nuestro aniversario. Lo olvidaste, como siempre.

Sus ojos se tiñen de sorpresa mientras le da una rápida mirada. Su mirada vuelve a posarse sobre mi.

Se pasa las manos por el rostro y el cabello.

-Estoy cansado Antoniela, vengo de un día muy duro-termino diciendo.

-Lo se y lo entiendo-le concedí, con una sonrisa cariñosa-Yo también estoy cansada.

Sus ojos examinan mis facciones con desconfianza, no sabiendo si lo que decía iba en serio o si le estaba reclamando.

-Te prometo que mañana tendremos una cena, la mejor en tu vida-juro, intentando remediar su olvido.

Hice un suave asentimiento con la cabeza.

-Esta bien, ve a descansar. Yo recoger todo esto.

Se queda por unos segundos parado en el mismo lugar. Debatiendo entre si irse o quedarse y decirme algo más como excusa.

-Buenas noches-dice finalmente, caminando hacia las escaleras para subir al piso de las habitaciones.

Con paso decidido me levantó y tomó el objeto que mantuve todo este tiempo escondido en los bordes del mueble. Con pasos apresurados llegó hasta detrás de el, antes de que suba un escalón más, dejando el objeto detrás de mi espalda.

-¿Un abrazo de buenas noches?-pregunto, causando que el se voltee y me mire con confusión-¿Por favor?

Asiente con una sonrisa antes de envolverme en sus brazos, con un movimiento rápido, paso mis manos por su espalda junto con el objeto sin que el lo note.

Notó un olor extraño en su ropa, perfume de mujer. La rabia crece en mi interior sin control alguna.

-No habrá un mañana para ti-susurro cerca de su oído.

-¿De que hablas?-pregunta con confusión.

No permito que se aparte de mi, así que con suma rapidez tomó el mango del cuchillo con fuerza y sin pensarlo dos veces, lo clavo en su espalda con suma furia. No pasan ni siquiera tres segundos cuando vuelvo a sacarlo para clavárselo en un lugar diferente.

Su cuerpo se aparta con violencia del mio, mientras deja escapar un grito de dolor, una melodía tan agradable para mis oídos.

Sus ojos me observan con sorpresa y terror. Da pequeños pazos hacia atrás, intentando alejarse de mi pero antes de que pueda apartarse por completo, tomó el cuchillo nuevamente y estaba vez lo entierro en su abdomen por completo, logrando así, que su cuerpo se eche hacia atrás y caiga gracias a los escalones, golpeando su cabeza violentamente con uno de estos.

Observó como su cuerpo caer al suelo, junto con el cuchillo aun enterado. Me quedó observándolo en silencio hasta que notó que su pecho deja de moverse.

Camino de regreso hacia donde estaba sentada hace unos minutos atrás, tomó el sobre que había dejado en un lado. Camino de vuelta hacia el cuerpo inerte.

Miro las fotografías que se encuentran dentro del sobre. Mis ojos viajan hasta el cuerpo ensangrentado que se encuentra a mis pies, fijándome más en los ojos abiertos de color azul sin vida.

-Debiste haberlo pensarlo dos veces antes de haberme engañado con esa perra, cariño-mascullo, dejando que las fotografías caigan encima de su pecho, manchándose con su sangre.

Dirijo mis pasos hacia la cocina y tomó la botella de vino que ya había abierto anteriormente junto con una nueva copa.

Miro con fascinación como el cristal se mancha con la sangre que se encuentra en mis manos.

Elevó la copa y hago un brindis en silencio.

Mujeres DespiadadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora