Bonny
Intento mantenerme firme, en una postura fuerte y con la cabeza en alto mientras camino con determinación por el pasillo que me llevaría a mi destino final.
Estaba tan cansada y herida emocionalmente que ya no importaba cuales fueran las consecuencias de mis actos pasados. Ya no importaba como la gente me miraba mientras avanzaba entre ellos, con una sonrisa neutra y el sonido de mis tacones al pisar con fuerza las lozas del suelo.
¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué había decidido acabar con tantos años de un hermoso matrimonio? ¿Por qué había decidido traicionarme?
Había echado todo a la basura por tan poca cosa. Había destruido nuestro matrimonio. Había acabado con mi vida y todo por una patética zorra díez años menor que el.
¿Por qué Fernando?-me cuestione con rabia y resentimiento.
¿
En que había fracasado como esposa y mujer? Yo le había sido fiel. Le había dado dos hijos y le había entregado mis mejores años. Siendo una esposa comprensiva y amorosa. Siendo su amante en la cama. Su amiga en cuanto necesitaba una opinión honesta o algún consejo. Entonces, si había sido la esposa perfetca, ¿por qué?
Ya no podía hacer más. Mi rostro estaba en los periódicos y en las noticias. Mis hijos habían sido encontrados en perfecto estado la semana pasada. La policía me pisaba los talones. Y yo no podía hacer nada más que sentir este deseo de coraje y venganza.
Apuro mis pasos al escuchar los murmullos a mi alrededor. Me habían reconocido. Aunque era casi imposible no llamar la atención de todos en mi estado y con las cosas que sostenían mis manos.
En mi mano derecha reposaba un cuchillo de cocina lleno de sangre, dejando un rastro de gotas carmesí mientras avanzaba. El cuchillo que se había vuelto mi amigo durante el último mes.
<<¿Puedes escucharla Fer? ¿Puedes escuchar sus gritos de auxilio? ¿Puedes sentir su dolor? No sabes cuanto lo estoy disfrutando. No tienes ni una remota idea de cuanto voy a disfrutarlo. Debiste pensarlo amor, debiste deducir que las cosas no terminarían bien. Sólo espera y veras.>>
Una pequeña carcajada se escapa de mis labios al recordar la primera noche que había desatado mi plan. La primera noche que lo había llamado para dejarlo escuchar sus gritos. La primera noche que había comenzado mi tortura. Cortando cada uno de sus dedos por los siguientes días, enviandolos en pequeñas cajas de regalos a su correo. Había sido satisfactorio para mi más que para ella. Lo demás, sólo quedaría en mi conciencia. Y aunque la buscaran, no encontrarían mucho de ella.
Observo la puerta de su despacho con satisfacción, no me quedaba mucho tiempo. Había logrado escuchar como una de las recepcionistas marcaba a la policía al verme.
Toco con mis nudillos antes de entrar sin esperar alguna contestación.
Y ahí estaba el, sentado en su silla de cuero. Perfectamente vestido y con una expresión en su rostro que no me interesaba descubrir.
-Bonny-murmura en un tono bajo.
-¿Me extrañaste amor?-pregunte con un toque de ironía en mi voz-Tengo un obsequio que entregarte.
Lanzo a su escritorio lo que estuve cargando todo el camino hasta aca.
-¡¿Qué demonios?!-se exalta al obversar la cabeza sangrienta de la que había sido su amante por los últimos meses- Estas desquiciada.
Niego con la cabeza mientras bajas carcajadas se escapan de mis labios y dejo que el cuchillo caiga sobre la alfrombra.
-Tù me convertiste en esto-susurre en un tono herido, no intentando detener las lagrimas que comenzaban a derramarse por mis mejillas- Tù decidiste destruir todo lo bueno que teníamos. Tú me traicionaste.
Introduzco una de mis manos manchadas de sangre rapidamente en mi bolso al escuchar pasos apresurados acercarse al otro lado de la puerta.
Saco el arma recargada y le apunto con ella con una sonrisa quebrada.
-¿Lo recuerdas Fer?-mis labios temblaron al hacer la pregunta-Hasta que la muerte nos separe.
Dejo de apuntarle y coloco el arma en mi cien, lo observo por última vez antes de apretar el gatillo con determinación.