Capítulo 2

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Isadora

Mantengo mis ojos cerrados mientras esperó a que sus gemidos de placer acaben. Puedo escuchar el sonido de sus besos apasionados, el ruido de sus cuerpos al hacer contacto. Sus respiraciones alteradas y ese característica olor a sexo que inunda la habitación. Puedo escuchar como ambos gimen sus nombres sin aliento, mientras se profesan su amor.

Rodeo mis piernas con mis brazos, mientras intento hacer el menor ruido posible. Me encuentro escondida dentro del almario, esperando a que todo acabe.

Escuchó como se despiden, el prometiéndole que muy pronto se volverían a ver y ella, ansiosa de que fuera así. El sonido de la puerta cerrarse, es mi aviso de que la ha dejado completamente sola.

Esperó en silencio que haga algún movimiento o ruido que me pueda decir que esta haciendo.

Sonrió con satisfacción cuando escuchó el sonido de la regadera, proviviente del baño.

Va a tomar una ducha.

Con sumó cuidado salgo del armario y observó las sabanas que se encuentran desechas. Testigos de como ellos habían entregado sus cuerpos el uno al otro.

Aprieto las manos a cada lado de mi cuerpo, sintiendo la rabia crecer en mi interior.

El era mío, solamente mío.

Me acercó con cautela hasta la puerta del baño y la abro un poco. Observó en el espejo como lava su cuerpo, borrando las caricias que el le otorgó, borrando los besos que el le regalo, borrando por completo la evidencia de que ambos habían pasado la noche juntos.

Me apartó cuando cierra la regadera y toma una toalla para salir. Aguardó en una esquina, esperando que salga y tomarla por sorpresa.

La puerta se abre por completo, ella apaga la luz y pasa por en frente de mi sin notarme.

Sin esperar un segundo más me lanzó sobre ella, empujándola con fuerza, causando que ella caiga boca bajo sobre el suelo. Sin dejar que reaccione a tiempo me subo sobre ella y enredo mis manos en su cabello mojado.

—¡El es mío! ¿Me escuchas? ¡Mío!—grito cerca de su oído.

Y sin aguantar más, comienzo a estampar su cara contra el piso una y otra y otra vez. Fascinandome con sus gritos de auxilio o en como su cuerpo se movía dejabo del mio con violencia, intentando escapar de mi.

El sonido de su cabeza impactando las lozas del suelo, su sangre comenzando a esparamarse son una completa arte para mi.

¡Crack!

El impacto es intenso, sus gritos dejan de escucharse, su cuerpo deja de moverse debajo del mio, el suelo se tiñe de su sangre y yo sólo puedo soltar un bajo gemido de satisfacción.

Suelto sus cabellos, causando que su cabeza caiga sin vida sobre el suelo.

Me llevó una mano a la frente, intentando apartar de mi vista los mechones rebeldes. Mi respiración es forzosa pero aún así, sonrió.

Me levantó con lentitud y observo el cuerpo inerte y el pequeño charco que va creciendo con cada segundo que pasa.

Esto no hubiera sucedido si ella no se hubiera metido con lo que es mío. Porque el me pertenecía. Su cuerpo, su alma, todo. El único nombre que podía exclamar al borde de la excitación y el deseo era el mío. Los únicos labios que podía besar eran los mío. El único cuerpo qué podía tocar era el mío. Y no pensaba permitir que alguien lo apartara de mi, fuese quien fuese.

No importaba que el fuera mi hermanastro y que probablemente nuestros padres no aceptaran una relación como esa, no me importaba, porque el seguiría siendo mío hasta el final de mis días.

Mujeres DespiadadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora