Capítulo XI - Intimidad

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Entonces, Momo jaló a Minatozaki por el cuello de su blusa, tomando sus labios en un feroz y ardiente beso, que destilaba deseo y lujuria, Sana suspiró apretando los hombros de la mayor. El de cabello oscuro y corto detuvo el beso, tiró de la chica para ponerla sobre el fregadero, para facilitarle el trabajo. Volvió a besar al más joven con maestría, su mano derecha se dirigió al muslo izquierdo del rubio, apretando y rascando, provocando bajos y breves jadeos, las manos de Sana estaban sobre el cuello de Momo tirando del cabello que allí estaba. La misma mano de Hirai se metió dentro de la falda que llevaba puesta la menor, toqueteando hasta llegar a la intimidad de Minatozaki, comenzando con pequeños estímulos, logrando sacarle, ahora, algunos gemidos. Cuando los pulmones pidieron una bocanada de aire, las dos se separaron, la lubricación natural de la rubia ya mojaba sus bragas y la japonesa mayor lo había sentido, y sonreía.

Levantó la falda de la mayor hasta cierto punto, y luego le bajó las bragas, llevó su dedo índice a la intimidad húmeda, comenzando con movimientos circulares solo para provocar, dejando a la joven japonesa frustrada y murmurando, lo que hizo que Momo rio e inserto un dedo lentamente en su intimo, haciéndola soltar un sonoro gemido. Involuntariamente, las caderas de Sana se balancearon adelante y atrás, buscando más contacto, sus ojos cerrados, sus manos apretadas sobre el fregadero de mármol, su respiración era ligeramente irregular. A la de cabellos oscuros y cortos le encantaba ver a Minatozaki totalmente a su merced, y gemir para sí misma de esa manera, pero nunca había imaginado que esto pasaría, y mientras estaba pasando, lo aprovecharía al máximo. Introdujo un segundo dedo, su pulgar jugando con el clítoris sensible e hinchado, que palpitaba bajo el pulgar de la mayor, que aún conservaba una sonrisa en los labios.

- ¡M-Momo! - gimió suavemente. - Hazlo más rápido, por favor.

Decidido a cumplir con el pedido del otro, sin dudarlo, aumentó el ritmo de embestidas, disfrutando con devoción de la rubia rodando contra sus dedos, dejando escapar gemidos de sus labios, al igual que su nombre. La mano libre de Hirai estaba sobre uno de los senos de la joven japonesa, dentro de su blusa, dentro de su sostén, jugando con el pezón que ya estaba rígido, esa sensación era tan deliciosa, Minatozaki estaba apretado y caliente, hacía salivar a Momo. La mujer japonesa mayor sintió que las paredes internas de Sana se contraían, apretando con fuerza sus dedos, y Sana gimió en voz alta, su cuerpo se apoderó de los espasmos, el sudor le corría por la frente, el cuello y el valle de sus senos. La morena no dejó de embestir, hasta que sintió correr un líquido caliente y pegajoso bajo sus dedos, sacó sus dedos del interior de la rubia, llevándoselos a la boca, para luego chuparlos con mucho placer.

Sana abrió los ojos, respirando con dificultad y pensando si eso realmente había sucedido, y cómo Hirai sabía sobre esas cosas, pero dejó esos pensamientos a un lado, para prepararse, para que pudieran salir del baño. Con la ayuda de Momo, se vistió, apenas podía ponerse de pie, ya que sus piernas temblaban, se lavó la cara y se arregló el cabello para disimularlo, y la mayor se lavó las manos. Finalmente, se dieron un beso rápido, y así, salieron del baño, uno a la vez, para que nadie sospechara.

corto pero justo así lo determino el autor de esta historia xd

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