Capítulo XVI - Fuego

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Una risita maliciosa escapó de los labios de Minatozaki, quien no perdió en atacar los labios de Momo, suspiró ante el repentino acto, pero no dejó de corresponder. Sus manos estaban en la cintura de Sana, mientras que las manos de ella estaban en su hombro, apretando sin mucha fuerza, para no enroscarse, aún besándose, caminaron hacia la cama, cayendo sobre ella. Hirai separó ambos labios, descendiendo los besos hasta el cuello objetivo, depositando húmedos besos, pudiendo ver la piel no tan pálida de Sana estremecerse con el contacto. La japonesa mayor comenzó a desnudar a la menor, quien mantuvo los ojos cerrados, mientras suspiraba y tensaba las sábanas, luego de dejarla desnuda, hizo el mismo proceso. Llevó su boca a uno de sus senos, el cual gimió bajo, cuando sintió que el cálido músculo del otro entraba en contacto con su pezón, el cual estaba rígido, una de las manos de Momo ya estaba en la intimidad de Minatozaki, quien se retorcía debajo de Momo. La mayor retiró su boca del seno de Sana, bajando a su intimidad, estimulando con su pulgar el sensible e hinchado clítoris de Sana, Minatozaki trató de cerrar sus piernas, siendo impedido por Hirai.

- entra pronto, por favor. - pedia la más joven, con un tono codicioso.

Todavía estimulando el clítoris de Sana, Momo penetró su dedo índice, lo que hizo que Minatozaki dejara escapar un gemido considerablemente fuerte de su garganta. Las caderas de Sana se balancearon hacia adelante y hacia atrás para lograr el contacto, se agregó un segundo dedo y un gemido aún más fuerte salió de la boca de Sana. Momo se estaba divirtiendo con eso. Los gemidos, los suspiros, los jadeos, eran excitantes, y la dejaban con cierta incomodidad en su propia intimidad, pero eso también lo solucionaría, ahora, estaba demasiado concentrada en darle placer a Minatozaki y hacer que se corriera.

- ¡Maldita sea, Momo! - gimió, sintiendo los dedos de Hirai empujando dentro de ella.

El mayor simplemente lo disfrutó. Vi el sudor corriendo por el cuerpo de Minatozaki. Tus pechos rebotan. Sintió a Sana contraerse contra sus dedos, sabiendo que estaba cerca de su orgasmo. La menor ya no controlaba sus gemidos, su respiración estaba completamente fuera de ritmo.

- ¡M-Momo! Ya casi estoy. Hazlo más rápido por favor. - esta vez, rogó ella, siendo respondida rápidamente.

Unos minutos más tarde, seguido de un gemido de alivio, Sana llegó a su clímax, suspirando sin aliento y sonriendo un poco, todavía con los ojos cerrados.

- Lo haces muy bien. - Dijo riéndose por lo bajo, tratando de recuperar el aliento. - Me pregunto dónde aprendiste eso.

- Es un secreto.

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