Te amo [ Mystic Messenger x Lectora ]

20. Control [ Saeran Choi ]

Relación: Compañeros de obra teatral.
Situación: Están ensayando la obra, sin embargo, los actores a veces se pueden poner algo intensos cuando se emocionan.

—¿Podrías moverte un poco? —Tu voz sonó ahogada, tampoco concretabas un contacto visual con sus ojos de un bonito color menta.

—¿Nerviosa? —Aunque su cuestionamiento sonó travieso, se debía resaltar su expresión de niño bueno que decoraba todo su rostro.

—¡Esto ni siquiera es parte del guión, Saeran! —Explotaste. Sí, no tenía caso continuar.

Sí. Ahora mismo, estabas en una obra teatral. Te darían créditos optativos y al mismo tiempo, podrías tener referencias favorables dentro de tu carrera. Por supuesto, el tener que hacer de papel protagónico fue una sorpresa inclusive para ti. Ahora, compartir papel protagónico con Saeran Choi, conocido como "el niño prodigio" era una sorpresa mayor. No lo conociste hasta cuando comenzaste a ensayar tu guión con él, y algo que pudiste detectar en los primeros días fue:

"Se emociona tanto que puede olvidarse que esta actuando".

—Es divertido improvisar —Su sonrisa era demasiado inocente, similar a un gesto infantil.

—La improvisación es buena, pero tú la explotas demasiado —Suspiraste, por fin teniendo el valor de verlo a los ojos—. No me quejaría, pero esa "improvisación" siempre termina contigo invadiendo mi espacio personal.

—¿Yo te incomodo? —Su tono de voz, pasó de emoción a un sonido lastimero, como si estuviese siendo regañado por ti por alguna travesura.

—Saeran estás tan hermoso que podría tener tres paros cardiacos gracias a tu cercanía actual —Mentiras no estabas diciendo.

—Ah... —Podría ser un descarado inconsciente en aspecto físico, pero un par de halagos serían suficiente para hacer que todo su rostro se transformase en una bonita fresa.

—Aunque, tal vez podría borrar mi vergüenza si tan solo invierto la situación~ —Murmuraste, viendo con descaro a tu pareja de teatro.

—¿Disculpa?

No te resultó complicado volver realidad tus propias palabras. Esta vez, fuiste tú quien pondría tu mano sobre su cadera, y quien, ladeando su cabeza, provocaría que tus labios estuviesen a nada de rozar con los suyos. Tu agarre era firme, y dejabas pequeñas caricias sobre el hueso de su cadera, aún sobre la tela, era sencillo debido a que no era muy gruesa. Podías sentirlo estremecerse bajo tu tacto, y eso te estaba haciendo sentir bien.