Parte 7

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13 de Julio

Querido Diario:
Durante dos días he tratado de convencerme de que tomar LSD me convierte en una «adicta a las drogas» y a todas esas cosas vulgares, sucias, despreciables que, según dicen, hacen los muchachos que toman ácido y otras drogas. Pero yo soy tan, tan, tan curiosa, que no puedo contener la impaciencia de probar la «hierba», sólo una vez, ¡lo prometo! Es preciso que vea si es todo tan desastroso. Las cosas que he oído contar sobre el LSD fueron, sin duda, escritas por gente mal informada, gente ignorante como mis padres, quienes, evidentemente, no saben de qué hablan. Quizá con la hierba pase igual. De todas formas, Jill me llamó esta mañana, va a pasar el fin de semana con unos amigos, pero lo primero que hará el lunes es llamarme por teléfono.

Le dije que lo había pasado bomba en su fiesta, y pareció complacida.
Estoy segura de que si se lo insinúo, Jill se dará cuenta de que quiero probar la hierba una sola vez, sólo una; luego me iría volando a casa y olvidaría todo el asunto de la droga, pero es agradable estar informada, saber cómo son las cosas en realidad. Por supuesto, no quisiera que alguien supiera que he tomado drogas, y tal vez será mejor que me consiga una de esas cajitas de metal, como las que tienen los pescadores, para encerrarte con candado, Diario mío. No puedo correr el riesgo de que te lea alguien, especialmente ahora. Pensándolo bien, creo que será mejor que te lleve conmigo a la biblioteca para buscar información sobre las drogas.
Gracias a Dios está la sección de catálogos, pues no me atrevería a preguntárselo a nadie. Además, si voy a primera hora, al abrir la biblioteca, seguramente estaré sola

14 de Julio

Camino de la biblioteca me encontré con Buí. Esta noche me ha invitado a salir con él. Estoy impaciente por ver lo que pasa. Estoy explorando un mundo totalmente nuevo y ni siquiera puedes imaginar las anchas puertas que se abren ante mí. Me siento como Alicia en el País de las Maravillas.
Quizá Lewis G. Carroll también se drogaba.

20 de Julio

Querido Diario, íntimo, cálido, cercano amigo mío
¡Qué semana tan
fantástica, increíble, agotadora y excitante he tenido! Ha sido lo más grande jamás ocurrido. ¿Recuerdas que te dije que tenía cita con Bill?
Bueno, pues el viernes me introdujo a los «torpedos», y el domingo al «rápido». Ambos son como estrellas galopando en el firmamento, sólo que un millón, un trillón de veces mejor. El «rápido», al principio, daba un poco de miedo, porque Bill tuvo que inyectármelo en el brazo derecho. Recuerdo la rabia que me daban los pinchazos cuando estuve en el hospital, pero ése fue distinto, ahora no puedo esperar, realmente estoy impaciente por probar de nuevo. Con razón le lía man rápido. Apenas podía controlarme. La verdad es que, aun queriendo, no me habría controlado; pero no quise. Bailé como jamás soñé que podría bailar un ratoncito introvertido como yo. Me sentí en la gloria, libre, suelta, diferente, mejorada; una especie perfeccionada de una distinta especie mejorada. ¡Algo salvaje! ¡Qué hermoso! Fue hermoso, realmente.

23 de Julio

Querido Diario:
Anoche el abuelo tuvo una pequeña crisis cardiaca. Gracias a Dios ocurrió cuando yo me disponía a salir y no resultó ser nada serio. La pobre abuela está loca de inquietud, pero permanece serena, al menos exteriormente.
Desde que estoy aquí no me han regañado, y están tan encantados de que yo me divierta y que tenga tantos amigos, que no interfieren en absoluto.
Queridas, bondadosas y rectas almitas de mis abuelos. ¡Si supieran lo que está pasando! Se habrían quedado estupefactos.
El ataque que ha sufrido el abuelo sólo significa que tendrá que guardar cama unas semanas, pero yo procuraré no crearles ningún problema, para que no me envíen a casa. Tal vez si ayudo más en las tareas domésticas lleguen incluso a pensar que me necesitan.
Deseo que nada malo le pase al abuelo. ¡Le quiero tanto! Yo sé que algún día él y la abuela tendrán que morir, pero espero que tarde mucho, mucho tiempo. ¡Qué raro!, hasta ahora nunca había pensado en la muerte.
Supongo que también yo tendré que morir un día. ¿Habrá vida más allá de la muerte? Oh, eso espero. Pero esto es, precisamente, lo que me preocupa. Yo sé que nuestras almas retornan a Dios, pero cuando pienso en nuestros cuerpos enterrados en la oscura y fría tierra, devorados por los gusanos y pudriéndose, apenas puedo soportar la idea. Creo que preferiría ser ¡incinerada, si, lo preferiría, definitivamente. En cuanto llegue a casa voy a pedírselo a mamá y papá y a mis hermanos: cuando me muera quiero ser incinerada. Lo harán, pues mi familia es maravillosa. Los amo. ¡Qué suerte la mía tener una familia así Debo acordarme de escribirles de nuevo todos los días. No he sido buena escribiéndoles, pero debo serlo, debo ser mejor. Y creo que voy a decirles que quiero volver a casa, ahora mismo.
Quiero alejarme de Buí, de Jill y de los demás. No sé por qué no puedo yo drogarme, aunque sea peligroso, es hermoso y maravilloso; pero sé que no debo, y no me drogaré. Nunca más. Desde aquí prometo solemnemente que, a partir de este día, viviré de tal manera que todos aquellos que conozco estén orgullosos de mí y pueda estarlo yo de mí misma.

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