Parte 3

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17 de Diciembre

Lucy Martín va a celebrar una fiesta navideña, y yo debo aportar una ensalada a base de gelatina. Al parecer será muy divertida.
Me he hecho un nuevo vestido.

Mamá me ayudó y es realmente bonito. Espero que un día pueda coser tan bien como, ella. Es más: espero que algún día llegaré a ser como ella. Me pregunto si ella, a mi edad, se inquietaba por no gustar a los muchachos y ser amiga a medias de las muchachas. Me pregunto si entonces los muchachos eran tan sensuales como ahora. Por lo que dicen las muchachas al hablar de nuestras parejas, ahora todos los muchachos son así. Ninguna de mis amigas ha ido hasta el fin, pero imagino que muchas otras muchachas del liceo sí llegaron. Me gustaría hablar con mi madre sobre estas cosas, porque verdaderamente no creo que muchas muchachas sepan de qué hablan, al menos no puedo creerme todo lo que cuentan.

22 de Diciembre

La fiesta de los Martín fue divertidísima. Dick Hill me trajo luego a casa.
Tenía el automóvil de su padre y dimos una vuelta por la ciudad, vimos las iluminaciones y cantamos villancicos. Todo esto parece cursi, pero no lo fue. Al llegar a casa me besó, deseándome buenas noches, y eso fue todo.
Me puse algo nerviosa, pues no sé si es que no le gusto o, sencillamente, que me respeta. Pase lo que pase, no puedo estar segura de nada. A veces me gustaría salir con algún muchacho, así sabría que tengo pareja, alguien con quien hablar, pero mis padres no creen en esto, y además, confidencialmente, nadie se ha interesado por mí. A veces pienso que nunca interesaré a nadie. La verdad es que los muchachos me gustan enormemente, alguna vez creo que incluso me gustan demasiado, pero no soy popular. Desearía ser popular y hermosa, rica y con talento. ¿No sería formidable ser así?

25 de Diciembre

Es Navidad. Maravillosa, magnífica, feliz, santa Navidad. Soy tan dichosa que apenas puedo contenerme. Me han regalado libros y discos, una falda
que me encanta y muchas chucherías.
Y a mamá le encantó el broche. ¡Le gustó de verdad! ¡La embelesé! Se lo puso inmediatamente sobre su vestido de fiesta y lo llevó todo el día.
¡Oh, estoy tan contenta de que le haya gustado! Los abuelos estuvieron aquí, y el tío Arthur y la tía Jeannie con los niños. Creo que la Navidad es la mejor época del año. Todo el mundo se siente afectuoso y seguro, y necesitado y querido (incluso yo). Ojalá fuese siempre así. ¡Qué rabia pensar que el día termina! No sólo porque ha sido un gran día, sino porque será nuestra última festividad en esta adorable casa.
Adiós, querida casita, engalanada con guirnaldas festivas y sagradas, iluminada de vivos colores. Te amo, casa. ¡ Me harás falta!

1 de Enero

Anoche estuve en la fiesta de fin de año en casa de Scott. Los muchachos perdieron los estribos. Algunos bebieron en exceso. Yo me vine temprano, con la excusa de que no me encontraba bien; pero la verdad es que tengo tal ansiedad porque nos mudamos dentro de dos días, y esto hace que yo no sea yo. Estoy segura de que no pegaré ojo durante las dos noches que faltan. Piensa, Diario, que nos trasladamos a un nuevo hogar, una nueva ciudad, un nuevo distrito y un nuevo Estado, todo a la vez. Mamá y papá conocen unas cuantas personas de la Facultad y, al menos, han tenido ocasión de conocer la nueva casa. Yo he visto fotos, pero sigue pareciéndome extraña, grande, fría y de mal agüero. Deseo que me guste y que se adapte a nosotros.
Francamente, no me atrevería a decírselo a nadie más que a ti, Diario, pero no estoy muy segura de abrirme paso en una nueva ciudad. Apenas lo he conseguido aquí, donde conozco a todos y todos me conocen. Ni siquiera me he permitido pensar en ello, pero, realmente, la nueva situación no me ofrece gran cosa. Oh, Dios, ayúdame a adaptarme, ayúdame a ser aceptada, ayúdame a ser parte; no permitas que me excluyan de la sociedad, que sea un lastre para mi familia. Ya estoy otra vez lloriqueando. ¡Otra vez! ¡Qué lata!, pero no puedo remediarlo. Es todo lo que puedo hacer ante la idea del traslado. Ya estás mojado otra vez.
Menos mal que los Diarios no se resfrían.

4 de Enero

Ya hemos llegado. No son más que la una y diez del 4 de enero, y Tim y Alex ya se han peleado, y mamá o tiene el estómago revuelto o está trastornada por tanto jaleo; sea lo que sea, papá tuvo que parar dos veces el coche para que ella pudiera vomitar. Algo va mal las luces no funcionan; creo que incluso papá estuvo tentado de dar media vuelta y regresar a casa. Mamá había hecho un croquis indicando dónde quería que los empleados de la empresa de mudanzas colocaran las cosas, pero ellos lo han enredado todo. De modo que nos diponemos a desenrollar las mantas y dormir en la cama que esté más a mano. Me alegra haber traído mi pequeña linterna de bolsillo, al menos veo para escribir.
Confidencialmente: la casa tiene un aspecto muy raro y fantasmal, pero tal vez es porque no tiene cortinas ni nada. Quizá mañana se vea todo más alegre. Verdaderamente, no podía tener peor aspecto.

6 de Enero

Perdona por no haber escrito los dos últimos días, pero no hemos parado. Todavía no hemos terminado de colocar las cortinas, de abrir las cajas y paquetes y sacar las cosas. La casa es hermosa. Las paredes son de madera recia y oscura y hay dos escalones que conducen a la sala de estar. He pedido perdón a cada habitación por lo que anoche pensé de ellas.
Sigo preocupada con el liceo, y hoy debo asistir. Me habría gustado que Tim tuviera que frecuentar el liceo. Incluso un hermanito pequeño sería mejor que nadie, pero apenas está en la básica. Ya ha conocido por la calle a un muchacho de su misma edad, y esto debería alegrarme, pero no me alegra, me entristece. Alexandria todavía está en segundo; uno de sus maestros vive cerca de aquí y tiene una hija de la misma edad, de modo que al terminar sus clases irá directamente a la casa de ellos. ¡Qué suerte poder hacerse con amigos y con todo! Para mí, como siempre, nada. Un inmenso nada, y probablemente es lo único que merezco. ¿Irán vestidos como en casa los muchachos de mi liceo? Espero que no sea tan distinta a ellos como para que se queden mirándome todos. ¡Oh, cómo me gustaría tener una amiga! Pero será mejor fingir una gran sonrisa, mamá me está llamando y debo contestar con una «actitud que determinará mi actitud».
Uno, dos, tres: allá va la mártir.

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