┝♡━ 𝕹𝖎𝖊𝖛𝖊 𝖗𝖔𝖏𝖆 ━♡┥

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La hija del inventor presionó donde anteriormente Conan había puestos sus garras, cuando la muchacha se liberó del agarre de la bestia, su brazo terminó con una profunda herida. Trataba de no darle importancia a la fluyente sangre o el ardor. Agitó las riendas de su yegua, con la cual había llegado a salvar a su padre de las penumbras del bosque. Su cabeza retumbaba, y un eco tormentoso cubría sus pensamientos: tic - tac.

Tenía que llegar al sendero y encaminarse al pueblo de Beika, lo más pronto posible. Sabía que había pasado algo más de un día, solo porque logró ver la hora más de una vez durante su estancia en el castillo.

A pesar de estar en otoño, el frío en esa área del bosque era más fuerte y gélido, lo cual calaba la única prenda de vestir de la chica. Miró al cielo nublado, si es que llovía, tal vez por la altura podría llegar a nevar, y en las circunstancias en las cual se encontraba no era nada bueno el que la pillase ese tipo de tormentas.

Su respiración era lenta y lograba divisar el vaho al exhalar, se agarró firmemente de las riendas, la neblina impedía ver por donde se dirigía, pero si ralentizaba más el paso, tal vez ella y el animal morirían congeladas.

— Vamos Stelle, ya encontraremos un refugio —le dio una tierna caricia al animal, sus dedos ya estaban amoratados, y lograba divisar la punta de su nariz roja—. Solo un poco más —susurró dándose ánimos.

La tela del vestido rosa era muy delgada, no lo había notado, a pesar de todo el castillo era mucho más cálido que el bosque. Se detuvo un poco, sabía que había avanzado solo por el hecho que ya no lograba divisar la punta de la torre del castillo.

— No se que camino tomar —murmuró confundida, se acomodo la gran falda del vestido sobre el lomo del caballo, para mantener el calor lo más que pudiera. Un pequeño gemido de dolor se le escapó e inconscientemente se llevo la mano a la herida de su brazo—. Tenemos que largarnos de aquí, ¿estas lista Stelle?

Tal vez no era lo más razonable, pues su yegua no le respondería, pero no sabía si era el cansancio o la perdida de sangre, que juro verla asentir. El tiempo en el cual pasó en el palacio la estaba volviendo loca. Sin pensarlo dos veces, retomó la marcha, saldrían del bosque sin importar nada.

—Creo que logramos perdernos más aún —___ vio como los árboles que la rodeaban se iban disipando, había tomado la ruta equivocada. Un lago enorme estaba frente a ella—, regresemos Stelle.

Un copo de nieve pasó cerca de su rostro.
Oh, no.

Al dar la vuelta, el animal quedo estático, la respiración de la yegua se volvió pesada y su dueña lograba sentir como temblaba bajo su cuerpo, no solo por el frío. Un gruñido salió de uno de los lobos el cual encabezaba a la manada.
La muchacha respiró lentamente, tratando de calmarse, sabía que no debía de hacer movimientos bruscos, vio como uno de ellos oliscaba la nieve, el rastro de sangre de la adolescente guió a los animales hasta ella, no pensó que tanta sangre había estado perdiendo todo este tiempo.

—Mierda —sus palabras fueron más un exhalo.

Estaba acorralada. Los gruñidos no la dejaban pensar.

Stelle retrocedía lentamente y ___ sabía que no era una buena señal con el río a sus espaldas. Las habladurías locales decían que el agua era tan gélida que te congelabas en segundos, y obviamente no quería averiguarlo por su cuenta.
Volvió a implorar, nuevamente se sentía abrumada, sus ojos se aguaron, tenía miedo, frío.

Estaba aterrada.

—Por favor —lloró. No sabía exactamente a quien le hablaba o a quien le rogaba nuevamente por su vida.

Sus dientes estaban empezando a castañear era tanto su temor, que pensó que sería un incentivo para que los lobos la atacaran.
Oprimió un sollozo.

La bestia (Shinichi Kudo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora