Después de que la noticia de la supuesta muerte de Han llegara a manos del equipo, una carta sospechosa junto con un mensaje de Shaw también hizo acto de presencia. Dicha carta estaba destinada a traer información que obligaría a todo el equipo a su...
— ¡Ya deja de insultarme en japonés! ¡Ae-Ri-yah! — el chillido de uno de los alumnos recién graduados perturbó la paz que sentían sus demás compañeros presentes en la cancha escolar e hizo que los mismos voltearan sus rostros con confusión en dirección a la fuente del sonido. Cuando vieron y confirmaron de quién se provenía, lo único que se les ocurrió hacer fue soltar un suspiro llenos de exasperación, y la mencionada por el chico se acercó con una expresión exhausta tomándolo con enojo de una de sus orejas, logrando sentarlo a la fuerza en las gradas.
El sonido provenía de uno de los mejores amigos de nuestra protagonista, Ji-Hyun, es un chico de 20 años proveniente de Busan, el cuál tiene una extraña afección con hacerle la vida casi imposible a una de sus mejores amigas, Yuri, una chica japonesa que desde que había llegado al país había sido víctima de la hiperactividad del joven coreano. Aunque de todas formas se habían vuelto mejores amigos, no se sabía muy bien como habían logrado compaginar, pero la amistad había triunfado entre ambos.
Los estudiantes masculinos y las estudiantes femeninas de último año se encontraban reunidos en la cancha escolar debido a que ese mismo día era el último en que todos se iban a ver directamente, por lo cuál se les ocurrió planear una especie de picnic grupal, teniendo en cuenta el hecho de que luego de graduarse cada uno tenía alrededor de tres días para tomar una decisión, ya sea quedarse en los dormitorios de la secundaria hasta mudarse a los dormitorios universitarios o irse a vivir nuevamente a la casa de sus padres—que de hecho fue la más elegida ya que la mayoría había quedado en universidades sin dormitorios— y hoy era el último de esos tres días.
Ae-Ri debía—pero no quería— irse a vivir con su madre de nuevo, ya que vivir con ésta durante 16 años había sido cómo vivir en un régimen militar. Quería tener toda su vida controlada, la obligaba a utilizar la ropa que ella elegía, la obligaba a comer alimentos en poca cantidad y revisaba minuciosamente la cantidad de grasas trans, calorías y demás, ¡E incluso hace dos meses le había cortado el cabello a la fuerza para darle una apariencia más angelical y así poder conquistar a su prototipo ideal de parejas!.
Sin embargo, ésta vez ignoró las protestas de su madre y decidió darse un tiempo sabático antes de entrar a la universidad, ya que aún no tenía en claro a qué se quería dedicar el resto de su vida y se rehusaba por completo a estudiar lo que su madre le estaba imponiendo.
— ¡El empezó! ¡Me dijo señorita Wasabit-chi! — lo acusó la japonesa haciendo berrinche y tirando suavemente de la manga del chaleco de la menor, ante su negativa acerca de escuchar el motivo de su discusión y sus reclamos.
