RESIDENCIA EL MONDUVER

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3 meses de aprendizaje, viajando entre capitales, en cada una, costumbres nuevas, pasar de las estaciones, de las fiestas, y demás, personas que viven y personas que cuidan, todo en concordancia en un mismo lugar…

Empezando por el naranja, combinado con el azul claro, primera vez fuera de mi hogar, y La Gobernanta, y sus gentes, repetitivas, pero cariñosas, me acogieron y dieron pie a mis viajes sin fin, …

Poco duró el tiempo en él, y me fui al país morado, donde La Rosa escribana, me enseñó el nuevo funcionamiento de este lugar, y sus gentes, olvidadizas, pero cantantes, me enseñaron que hay cosas que no se olvidan, …

Y otra vez a viajar, esta vez en un mar rojo nadé, con La Sonrisa andante, y sus gentes, traviesas, pero con buen corazón, obviamente lo que aquí aprendí, fue, a sonreír, cosa extraña para mí, …

Acabé perdida en un silencioso prado verde, La Rivera, me susurró constantemente como mejorar, y sus gentes, tranquilas, pero alegres, esta vez me enseñaron a añorar el ruido y lo que él implica, …

Caminando y caminando encontré otro lugar, naranja también, como el primero, pero diferente, y La Colombiana me enseñó el camino, y sus gentes, independientes, pero amables, me enseñaron sus valores de libertad, …

Y llegué a la altura del cielo, donde el último país, me recibió con las puertas abiertas, brillante azul oscuro, La paz personificada, y sus gentes, curiosas, pero perseverantes, aprendí de ellos que nada es lo que parece, …

Todas estas capitales, en las que repetí viaje, en las que aprendí tanto, con todas esas vistas y paisajes, esos personajes ilustres, que como a familia, hacen que los engranajes sigan en marcha, a la unisón, y es así como, en una simple pasantía, aventuras inolvidables y personas aún más memorables…

Pensamientos de alguien cualquiera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora