Allí estaba yo esperando la hora, estaba un poco nervioso no lo voy a negar, había esperado mucho tiempo para esto. Un esperado llanto me sacó de mis pensamientos. Era ella.
¿Quién era yo? Un ángel cuidador. Me había sido asignada por primera vez la tarea de cuidar a un ser humano. La primera vez que la vi quedé fascinado, era tan hermosa, como una pequeña princesita. Ella lloraba mucho pero yo estaba tan feliz, por fin había nacido. Estuve presente en su primer aliento de vida, en su primer llanto, la primera vez que abrió los ojos Ah! Esos ojitos, los recuerdo tan bien!
Mi trabajo constaba en cuidarla en todo lo que me era permitido, yo me pasaba el tiempo admirándola pero ella nunca supo de mi existencia.
Todos los humanos tenían un propósito en la vida y mi princesita tenía uno también. Mi trabajo era ayudarla a cumplir ese propósito aunque no podía intervenir en muchas cosas, cosas como sus decisiones, sus errores, sus actitudes ante tales... Me enseñaron que eso era lo que definía a un ser humano. Y sobretodo no me era permitido presentarme ante ella, no podía saber de mi existencia.
Mi niña, tenía toda la vida por delante. Ella lo tenía todo, era hermosa, inteligente para mí era única.
Pero lo que aprendí con ella fue que hay errores que no se pueden evitar, situaciones que tienen que pasar y sentimientos que nunca se van. Ella fue la primera, ella fue única.
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La princesita
RandomMi niña! Ya te dije que contaría tu historia! La historia de como una pequeña princesita me enseñó lo que es amar, lo que es sentirse solo e incomprendido. Me enseñó con pequeños detalles que la felicidad muchas veces está en las pequeñas cosas.