Estoy sumida en un caluroso sueño, cuando a lo lejos escucho el repique de mi celular. somnolienta intento bloquear el sonido, pero un recuerdo me llega.
La cena.
Me levanto apresurada golpeándome la frente con no sé que, que colocaron sobre la cama.
-¡Su madre! -Abro los ojos hasta más no poder cuando suelto la palabra sin pensarlo. Si me escucha mi madre me voltea la cara, las palabrotas son sinónimo de miseria y vulgaridad, <<dice ella>>.
Está demás decir, que no quiero ir a la dichosa cena. Pagaría lo que fuera por poder quedarme pegada en la cama, pero eso desataría la tercera guerra mundial en mi casa, y tener que pasar 15 días con Karla enojada, no es lo más alentador.
Me obligo a salir de la cama, caminando hacia el clóset, para extraer lo que me pondré. Doy con una gran bolsa que está guindada en el primer puesto. La cojo, y sin ningún cuidado, la tiro con la intención de que caiga sobre la cama. Sigo para el baño, pero...
El ¡crac! que suena detiene mis pasos, girando la cara, me encuentro con que no atiné y la bolsa cayó en el piso.
Algo se rompió.
-No, no, no. -Suplico, recojiendo la bolsa colocándola sobre la cama, me trepo en ella abriéndola, y ¡Dios...!
El "trátalo con cuidado" de Karla, me pone a sudar. El fulano traje traía unas cositas, parecen luces de navidad, ni sé qué cosas tan raras eran, lo cierto es, que están rotas y tiñeron el blanco, de muchos colores.
-¡Su madre! -Claramente, no me podré colocar eso. Parecería un carnaval andante. No es que discrimine el carnaval, pero por algo tiene su época de celebración ¿no?
Debí ser más cuidadosa.
Es la oración que se me clava en la cabeza. Cierro los ojos masajeándome la frente, al abrirlos, noto, que hay unas fotos donde se puede detallar el vestido en prueba, incluyendo maquillaje y peinado. Si, era hermoso, pero todo se perdió ya que no lo cuidé y me quede dormida.
El repique del teléfono me saca del shock. Volteo a mirar quien es...Mi padre.
La emoción no me deja contestar, dejando que el buzón se actíve. Reacciono saliendo de la cama, enviándole un mensaje de texto.
Estoy llegando.
Debo encontrar algo decente que ponerme. Recojo el bolso. Repetir lo que está en el closet sería peor, aparte, de que no creo me sirva. Busco desesperada, pero no encuentro nada a lo que mi madre llamaría decente. No sé ni para que me desgasto, sé perfectamente que en mi monotonía solo uso ropa deportiva y ancha.
Me voy a morir o me va a matar.
El miedo que le tenía se expande, revelándome lo mucho que le sigo temiendo. Me enderezo buscando alternativas, pero no encuentro nada. Pensé que mis miedos estaban superados, pero una bola de recuerdos de sus antiguas reprendas, se me meten en la cabeza. Inhalo y exhalo, intentando calmarme.
Es imposible que me ponga así. ¡cálmate, cálmate!
Repito en mi mente, tratando de recordar ¿Cuando fue, que el respeto por mi madre se convirtió en miedo? Ni sé, solo tengo claro que todo empezó por respeto a mi padre. Es muy triste darme cuenta lo traumada que terminé. Le tengo pánico a esa mujer y hasta ahora lo acepto.
Después de varios minutos haciendo el ejercicio de respiración, me calmo un poco. Vuelvo a levantarme. Esta vez, doy con el conjunto que usé para la navidad pasada. No sé cómo llegó ahí, pero eso servirá o eso creo. Es una falda larga holgada, con aberturas a los lados, una camisa de tiros con un escote en v, la cual cubriré con una chaqueta de botones, las sandalias si debo repetirlas, no hay de otra.
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En Busca De Mi Nombre
RomanceBianka decide regresar a su país, creyendo que supero todas las cosas por las cuales un día se marchó de él. Pero tan pronto pisa tierras Venezolanas, se da cuenta que no, y mientras pasan los minutos y horas la cosa empeora, generando emociones y s...