Capitulo I

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20/12/2019

¡Lo siento! Pero… yo… solo quiero… solo quiero una vida tranquila.

Abro los ojos, parpadeando repetidas veces intentando aclarar mi vista.

Solo fue un sueño.

Me recuerdo mentalmente, soltando el aire que siento atascado, y que está obstruyendo mi respirar regular. Mirando el techo Inhalo y exhalo para normalizar mi respiración. Una pregunta llega a mi mente, a pesar de que intente evitarlo, fue como un disparo certero.

¿Hasta cuándo me pensará perseguir dicho… sueño?

Suspiro apartando la pregunta a las malas, porqué sé muy bien, qué, lo que le procede a esto son recuerdos incómodos e innecesarios.

Mi mente domina mi cuerpo, pensamientos y emociones, no es al contrario.

Repito en mi mente la oración que según un video que miré en YouTube, alineará mis emociones. Ya completamente despierta doy varias vueltas en la cama, sacando la mano de la cobija y estirándola para encender la alarma que está sobre la mesita de noche, la luz de esta, se activa, poniéndome a saltar sorprendida cuando veo la hora. 11am.

Mi sorpresa se debe a qué, ya había perdido la cuenta de los días que llevaba sin poder conciliar el sueño. Me ruedo hasta quedar sentada en la orilla de la cama y estiro mi cuerpo desperezándolo. Al abrir los ojos, no puedo evitar mirar mí alrededor y, está vez, no puedo bloquear mis pensamiento.

Una sensación mala, más varios recuerdos logran arroparme, recordándome qué al final, en todo el sentido de la palabra obtuve lo que tanto pedí. Tranquilidad.

El detalle fue, el precio. Todo es tan gris. ¿A qué viene el tema? No más.

Me regaño a mí misma al no poder controlar mis pensamientos. Odio, no saber de qué lado se colocan, a veces. Reprimo la respuesta y todo lo que vendría luego, levantándome a las malas de la cama.

No quiero otro día dañado, me niego a semejante barbaridad, no me da la gana de  seguir por ese camino de pérdidas de sueño, por tonterías. Hoy me compraré unas pastillas para dormir, y punto, no aceptaré más recuerdos de cosas que ya pasaron, no. Ya no tengo 16 años, me niego a sentir cosas que sé muy bien, ya no vienen al caso. Se acabó.

Mis emociones no me controlan. Es la determinación que usaré de hoy en adelante, porque, todo está en la mente, yo ordeno y mi cuerpo obedece, punto. En un último intento por controlar mi mente y despojarme de  pensamientos y perezas inútiles, me voy directo al baño. Entro a la ducha convencida, de que no hay nada que un baño de agua fría no resuelva.

24/12/2019

El crujir de una silla se mete en mi sistema auditivo informándome, que alguien se ha sentado a mi lado. Abro los ojos apresurada, enderezándome. Me volví a quedar dormida.
Las horas que llevo sin poder dormir me están pasando factura. Las pastillas no me sirvieron de nada, seguí perdiendo sueños, agotándome tanto, qué, no puedo sentarme y no quedarme dormida.

Me toco las cienes masajeándolas un poco, expulsando el aire que le sobra a mis pulmones. Esto lo hago también con la esperanza de poder desaparecer el repiqueo que tengo en el pecho pero… no pasa. Suspiro derrotada.

Creo, se llegó la hora de admitir que estoy llena de emociones. Me vuelvo a recargar del espaldar de la silla sonriendo como loca estúpida, al sentirme extraña por eso.

Resulta, que a veces puedes pasar años sin ver a otras personas, convenciéndote de que al verlas nuevamente, no pasará nada. Incluso llegas a creer que lo superaste, por el simple hecho de que las emociones no te abruman por su recuerdo; pero, no siempre es así. He comprendido, que la prueba de fuego llega cuando las ves o sabes que las verás. Es ahí, porque todo eso que arrinconaste se revoluciona, viene y ¡bum! Te explota en la cara.

En Busca De Mi NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora