Cuando tenía diez años, La familia Meyer, llegó al pueblo. Eran una familia adinerada, con dos hijos, los gemelos Anyela y Anyelo, con diez años también, su llegada fue algo repentina. Sí había escuchado que la casa vecina la habían comprado, pero nadie sabía quién.
Desde que conocí a ese par, quede impresionada con ambos, pero de manera distinta. An, era una completa locura, desde que me conoció me defendió y fue mi amiga.
Anyelo… ¿Qué puedo decir de Anyelo? Él era, bueno, es el niño más guapo que jamás había, he y veré. Aún no conozco a un hombre que lo supere. El caso fue que me enamoré de inmediato. Pero, con él, la cosa iba distinta, ya que a diferencia de su hermana, él no era para nada amable conmigo.El trato entre nosotros comenzó, cuando los inscribieron en mi colegio. Esto fue como 1 mes después de su llegada, antes nunca los vi, aún siendo vecinos. Cuando llegaron al pueblo no había cupo en mi colegio por esta razón fue que los inscribieron en otros, pero eran tan estresante que de todos los echaron. No duraban ni cinco días en el mismo sitio, teniendo que pagar mucho porque los aceptaran en el mío.
An y yo, formamos una bella amistad, que solo paró, cuando partí. Sin embargo, su reacción al verme demuestra que sigue intacta. Obvio me alegra eso.
Recuerdo que de niña mi madre no me permitía comer dulces, lo tenía estrictamente prohibido. Ella decía era insano para mi cuerpo, mi dieta, mis dientes. Era horrible, porque como toda niña yo quería comerlos, sin embargo me acostumbré a no hacerlo.
An, se burlaba de mí, decía era extraña por no comer dulces, ellos si comían de todo. Entonces se ponía a comerlos frente a mí. Primero no le prestaba atención, pero ya después de un tiempo lo hacía con tanta exageración, que un día caí. Conocí las gomitas, sus dulces preferidos y no tuve vuelta atrás.Como ella no podía visitarme, se las ingeniaba y entraba a la casa, no sé cómo, en una canasta me ponía las gomitas, yo le tiraba una cuerda, ella la amarraba y yo la subía. Mi habitación queda en la segunda planta. Terminábamos comiendo gomitas y hablando como Romeo y Julieta, por la ventana.
Después, aprendió a trepar hasta mi ventana. Ahí, hacíamos desastre, hasta que un día, nos descubrió mi madre y ya lo dejé de nuevo. A veces me daba el gustito, pero con ese “deja la mentalidad de gorda” martirizándome la cabeza.
Con Anyelo la cosa fue más compleja, desde niños nos enredamos en una relación extraña e insana. No podíamos vernos sin pelearnos ya fuera verbal o físicamente, porque sí, nos empujábamos, jalábamos del cabello, nos pellizcábamos, un día hasta llegué a morderlo.
Tantos años después, todavía no sé cómo definir nuestra relación. Sin embargo, me acabo de enterar tampoco cambio mucho, bueno, de mi parte, porque basto con olerlo para descontrolarme. Anyelo fue mi primero en muchas cosas, las mayorías locas y malas y… de no haberme ido hubiese terminado en muchos problemas y en su…—Creo, deberías empezar a comer. —El susurro a mi lado me trae de vuelta. Miro a mi derecha, encontrándome a un desconocido, sonriéndome con las mejillas sonrojadas. Le médio sonrío, antes de volver mi mirada al platillo que me dejaron en frente. Empiezo a comer, mirando de reojo a los presentes.
En el cabezal de la mesa, está Julián. El padre de los gemelos, con ese porte serio que lo caracteriza. Por el lado derecho está, la señora Grecia y el señor Manuel. Los abuelos paternos de los gemelos, le sigue Anyelo, Raúl y Marcos, los dos hermanos menores de Julián. Luego van sus dos hijos varones, de los cuales ni los nombres recuerdo, y termina en un señor que no reconozco. Por el lado izquierdo están Berenice y Alexander, los abuelos maternos de los gemelos, y Roció, An, mis padres, una señora que tampoco reconozco, el hombre que no deja de mirarme y sonreírme y yo.
El tipo a mi lado, vuelve a sonreírme, cuando mis ojos se posan en los de él. Es curioso, pareciera me conoce de toda la vida, y yo fuera una cosa sobrenatural y espléndida. Es tanto la intensidad que empiezo a sentirme incomoda.
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En Busca De Mi Nombre
RomanceBianka decide regresar a su país, creyendo que supero todas las cosas por las cuales un día se marchó de él. Pero tan pronto pisa tierras Venezolanas, se da cuenta que no, y mientras pasan los minutos y horas la cosa empeora, generando emociones y s...