Desde que despertó esa mañana, un mal presentimiento se había arrastrado por el cuerpo de Sae, había un escalofrío presente en su columna y una punzada ocasional en su cabeza.
Su día transcurrió con normalidad; abrió la ventana de su habitación, respiró aire fresco, hizo ejercicio y yoga, fue a clases, se inscribió al club de fútbol incluso si sabía que todos ahí eran malos, se encontró con su hermano menor en el campus y fue agradablemente ignorado, todo fue tan normal que cuestionó el sentimiento de esa mañana.
Pero cuando su compañero de cuarto lo arrastró a una fiesta en la noche, ese mal presentimiento solo siguió creciendo.
Hacerse el muerto no había funcionado mucho, Oliver todavía encontró la manera de ser molesto hasta que logró sacar a Sae de los dormitorios para llevarlo a lo que solo se podía describir como esa típica fiesta de universitarios que aparecían en las películas.
Era horrible para una persona como Sae, que preferiría quedarse en el dormitorio viendo una serie basura en lugar de venir a este lugar lleno de tipos sudorosos y apestando a alcohol barato y cigarrillos.
La camisa de cuello alto y sin mangas que Oliver le había puesto también le estaba molestando con la forma en que se pegaba a su cuerpo. "Presume lo que tienes", había dicho Oliver con una risa cuando vio la cara amarga de Sae. ¿Qué tenía para presumir? Ni siquiera era una mujer o algo así para decir que mostraría sus pechos. Oliver era ridículo.
Por cierto, Oliver de hecho había desaparecido en algún momento después de que llegaran a este lugar. Sae no sabía de quién era esta casa, pero sí que necesitarían contratar de un buen servicio de limpieza una vez que todo esto terminara, la cantidad de basura que quedaría aquí sería increíble.
Sae tomó una lata de cerveza de una de las hieleras, frunciendo el ceño cuando un tipo se acercó a intentar coquetear, lo despidió con frialdad y caminó alrededor buscando un lugar tranquilo para sentarse a cuestionar todas las decisiones de su vida que lo llevaron a esto.
Una chica también se acercó a él en el camino, intentando sacarlo a bailar y desistiendo cuando se enfrentó a la brusquedad de Sae.
"Nunca encontrarás pareja así", le había dicho Oliver una vez, pero a Sae no le importaba particularmente. No cambiaría su temperamento fácilmente por otra persona, si lo querían, sería con todo y sus malos hábitos.
El universo realmente odiaba a Sae en estos días, estaba tomando un trago de cerveza cuando sintió que alguien chocaba con él desde un costado.
Una buena cantidad de cerveza cayó sobre su camisa, provocando que se pegara más contra su cuerpo, ahora se sentía asqueroso con la camisa apestando a cerveza y sintiéndose demasiado pegajoso.
"Oye, tú... Mierda, eres caliente".
Sae frunció el ceño cuando escuchó la voz molesta del tipo que lo chocó, levantó la mirada y se encontró con un par de vibrantes pupilas rosadas.
"Y tú eres jodidamente ciego, maldito demonio de antenas".
El tipo se quedó estupefacto un momento, Sae usó ese tiempo para absorber todos los detalles que podía sin pasar sus ojos descaradamente sobre el otro; bronceado, cabello teñido de rubio con puntas rosadas, el delineador más raro que había visto en su vida, camisa negra manga larga, jeans rotos y una faja estúpida de color rosa; era un pendejo.
La carcajada estruendosa del tipo trajo una mueca al rostro de Sae. Su mente ya estaba planeando cómo irse al dormitorio y dejarle cerrado a Oliver para que durmiera en el pasillo con las ratas cuando una palma ancha se posó en su hombro.
"Eres interesante, pero apestas demasiado a alcohol para hablar tranquilamente".
"De quién crees que es la culpa".
